Un a?o de nada
La expropiaci¨®n de YPF no ha cumplido ninguno de los objetivos del Gobierno argentino
Hace exactamente un a?o, la presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, anunciaba al mundo la expropiaci¨®n del 51% de YPF a la espa?ola Repsol. Estaba todo pensado. El anuncio, de retransmisi¨®n obligada en todos los canales de televisi¨®n, entre aplausos y ovaciones. Las provincias, seducidas con una participaci¨®n accionarial. Y el directorio espa?ol, desorientado despu¨¦s de unas negociaciones frustradas.
Los spots publicitarios estaban listos. Hasta el logotipo retro preferido por el marketing kirchnerista estaba pensado: promet¨ªa un regreso al futuro con desarrollo independiente, aumento de la producci¨®n y precios populares para fomentar el consumo, culminando con la preciada independencia energ¨¦tica. Y se lograr¨ªa con lo propio, no como vasallos de lo ajeno.
La ret¨®rica kirchnerista era, como siempre, nacionalista y esperanzadora. La privatizaci¨®n de los odiados a?os neoliberales estuvo te?ida de irregularidades. Una nueva era se asomaba.
En la teleolog¨ªa del kirchnerismo, a YPF se le reserv¨® un lugar especial: la estatizaci¨®n de la mayor empresa del pa¨ªs ¡ªs¨ªmbolo de un pasado de riqueza al que todo argentino quiere volver¡ª coronaba la ¡°vuelta del Estado¡±. Lo de antes, desde Aerol¨ªneas Argentinas a servicios p¨²blicos y hasta los fondos de pensiones, eran cosas menores.
Las reservas de la empresa en d¨®lares e hidrocarburos han bajado y la cotizaci¨®n cay¨® m¨¢s de un 35%
La propaganda es atractiva, pero la realidad es inevitable. Hoy, las reservas de la empresa en d¨®lares e hidrocarburos han bajado para cubrir el d¨¦ficit energ¨¦tico que tanto se le critic¨® a Repsol. La brecha entre lo que Argentina consume y lo que necesita crecer¨¢ nada menos que entre un 20% y un 40% en 2013. Y eso, con toda la ayuda de una Venezuela amiga.
La cotizaci¨®n de la empresa lo not¨®: en un a?o cay¨® m¨¢s de un 35%.
El equipo de gesti¨®n es h¨¢bil, empezando por el presidente, Miguel Galluccio, que volvi¨® a YPF de la mano de Kirchner. Pero Galluccio no puede desafiar la gravedad: como en cualquier empresa, el aumento de la producci¨®n requiere inversi¨®n.
El gas no convencional (shale gas) de Vaca Muerta, en la provincia argentina de Neuqu¨¦n, requiere entre 4.000 y 6.000 millones de d¨®lares durante varios a?os para empezar a dar frutos. Argentina podr¨ªa poseer las terceras reservas mundiales de shale, pero el gas no se extrae con spots publicitarios.
Lograr la revoluci¨®n energ¨¦tica que hoy se vive en Estados Unidos (y que se est¨¢ empezando a ver en M¨¦xico) exige dinero, tecnolog¨ªa y tiempo. Al kirchnerismo le falta lo primero, ha bloqueado lo segundo, y teme lo tercero.
A pesar del marketing, ninguna de las empresas que tienen la tecnolog¨ªa necesaria para desarrollar esas prometedoras reservas ha invertido con YPF. El limitado acuerdo con Chevron est¨¢ parado por una demanda con el Ecuador de Rafael Correa, un cercano aliado kirchnerista. El conglomerado Bridas ha evitado concluir sus negociaciones, y Dow Chemical sigue dudando. Si los fondos no fluyen, tampoco lo har¨¢ el gas.
Parte del problema son las demandas de Repsol, apoyadas por la Uni¨®n Europea, por la violaci¨®n de tratados internacionales. Pero tambi¨¦n hay que culpar a la pol¨ªtica energ¨¦tica del kirchnerismo, que ha incrementado el control burocr¨¢tico hasta niveles sovi¨¦ticos. Toda nueva inversi¨®n requiere hoy la aprobaci¨®n del Ejecutivo, a pesar de que YPF ya responde al Estado.
La cuesti¨®n de fondo es sencilla de explicar: cuando la china Sinopec y la rusa Gazprom se quejan de la falta de seguridad jur¨ªdica, claramente hay un problema.
Cuando la china Sinopec
y la rusa Gazprom se quejan
de la falta de seguridad jur¨ªdica,
claramente hay un problema
Con los mercados internacionales cerrados, Galluccio no tuvo otra alternativa que recurrir al mercado local. YPF atrajo fondos locales en 2012, siendo una de las pocas inversiones para ahorradores deseosos de escapar a una inflaci¨®n que ya supera el 30% anual. Pero el min¨²sculo mercado de capitales de Buenos Aires no puede saciar la sed de YPF, y mientras tanto se quitan fondos a empresas m¨¢s peque?as que no tienen acceso a otros mercados.
Gallucio tambi¨¦n tuvo que aumentar precios para reinvertir ganancias; as¨ª la empresa ¡°nacional y popular¡± elev¨® el precio de los combustibles un 24% en promedio en un a?o. Las subidas eran acordes con la inflaci¨®n real, pero no con la ret¨®rica presidencial.
Como para celebrar el aniversario, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, anunci¨® la semana pasada el congelamiento de precios durante seis meses, casualmente hasta despu¨¦s de las elecciones parlamentarias de octubre. En la empresa se apresuraron a subir las tarifas e insistieron en que lo seguir¨¢n haciendo. Pero es obvio que el triunvirato econ¨®mico de Kirchner ¡ªMoreno, el viceministro neomarxista Axel Kicillof y el vicepresidente Amado Boudou¡ª tienen cortocircuitos con Galluccio.
Ser¨¢ porque la ideolog¨ªa no logra resultados econ¨®micos: la producci¨®n no mejora. Kicillof, el economista favorito de la presidenta, promet¨ªa hace un a?o en el Senado un auge productivo. En el primer bimestre de 2013, la producci¨®n de gas cay¨® 3,5% y la de petr¨®leo un 2,7%. En 2012 hab¨ªa ca¨ªdo la de gas, y crecido muy poco la de petr¨®leo (ayudada por una huelga en 2011 que pone las cosas en perspectiva).
Quiz¨¢ Kicillof intente ahora culpar a Europa, como lo hace para explicar la estanflaci¨®n de la econom¨ªa. Las excusas se quedan cortas.
A diferencia de las democracias verdaderas, los l¨ªderes autoritarios nunca pueden admitir errores, a riesgo de dejar en evidencia que no son omnipotentes. Por eso los spots publicitarios ya vuelven a los medios argentinos.
Pero a un a?o de la gesta ¨¦pica, se impone la realidad. Nada estaba pensado.
Pierpaolo Barbieri es fellow de la Escuela Kennedy de Gobierno en Harvard. Su libro, Hitler¡¯s Shadow Empire, ser¨¢ publicado por Harvard University Press en 2013. Su pr¨®ximo proyecto se centra en la historia econ¨®mica de Am¨¦rica Latina.
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