Obedecer y morir
Volvemos a un contexto de p¨¦rdida de lo com¨²n, de aislamiento y de desamparo
En 1944, Karl Polanyi explic¨®, en La gran transformaci¨®n, los efectos disolventes sobre la sociedad de la utop¨ªa liberal. La reducci¨®n del hombre a su dimensi¨®n econ¨®mica destru¨ªa cualquier idea de lo com¨²n y condenaba a los ciudadanos al desamparo y al aislamiento. El precio del progreso econ¨®mico era la destrucci¨®n del tejido social. La pretensi¨®n de pasar de una econom¨ªa de mercado a una sociedad de mercado invert¨ªa la l¨®gica m¨¢s elemental de la vida colectiva: en vez de responder a las ideas y necesidades de la sociedad, la econom¨ªa se erig¨ªa en una autoridad a la que las sociedades ten¨ªan que someterse. Siempre legitim¨¢ndose en nombre de la naturaleza de las cosas. La ideolog¨ªa como la religi¨®n siempre pretende ser portadora de la ley natural. La gran transformaci¨®n a la que alude Polanyi es la respuesta que se produjo ante los descalabros generados por esta utop¨ªa de la mercantilizaci¨®n general de la vida. A la cabeza de todas ellas, el fascismo. L¨ªderes carism¨¢ticos arrasaban ante el desamparo de las masas.
La crisis de la Europa actual es la apoteosis final de un periodo en el que, de nuevo, se puso a la sociedad a los pies de la especulaci¨®n, de la competencia y de la ley del dinero. Las deficiencias del Estado socialdem¨®crata dieron oportunidad, a partir de los ochenta, a un renacimiento de la cultura del homo economicus. Personajes con temperamento y sin complejos, como Margaret Thatcher, dieron v¨ªa libre al retorno de la ideolog¨ªa y de la pol¨ªtica que pon¨ªan la sociedad al servicio de la econom¨ªa y no la econom¨ªa al servicio de la sociedad. Una cierta quimera del oro en momentos de burbujas tecnol¨®gicas y cambios globales alarg¨® el delirio: hasta que en 2008 explot¨® el primer mundo. La pol¨ªtica fue obligada a salir al rescate del poder bancario, con la consiguiente transferencia de deuda privada a deuda p¨²blica. La sociedad, sometida a los efectos disolventes de la hegemon¨ªa de la cultura de mercado, hab¨ªa perdido el pulso pol¨ªtico: triunfaba la indiferencia. Solo ahora empieza a reaccionar, cuando ya nadie niega que estamos ante una crisis social de enorme envergadura, en la que pr¨¢cticamente todos los sectores sufren fen¨®menos de desclasamiento brutal. Y la marginaci¨®n y la pobreza crecen al ritmo de Reino Unido en los a?os de Margaret Thatcher.
Volvemos a un contexto de desocializaci¨®n, de p¨¦rdida de lo com¨²n y, por tanto, de aislamiento y desamparo como en los a?os treinta. Nos tranquilizamos pensando que ni la guerra mundial ni los totalitarismos pueden ser esta vez la respuesta, porque el mundo es otro. Probablemente no haga falta tanto para desnaturalizar definitivamente la democracia. Se dice que los ciudadanos desconf¨ªan de los pol¨ªticos por la corrupci¨®n y los abusos de poder. Pero la raz¨®n de fondo es la impotencia absoluta que los gobernantes demuestran respecto de la hegemon¨ªa econ¨®mica. Los ciudadanos tienen la sensaci¨®n de que los Gobiernos no representan sus intereses porque solo est¨¢n para obedecer. Y que el voto no sirve para cambiar de pol¨ªtica. El mes de mayo de 2010 es un s¨ªmbolo del principio del fin de la democracia. Zapatero es obligado, desde fuera, a dar un giro a su desnortada pol¨ªtica. No le dicen: ¡°U obedeces, o mueres¡±. Le dicen: ¡°Obedeces y mueres¡±. Rito sacrificial de la austeridad. Obedeci¨® y a partir de aquel d¨ªa se hundi¨® irremisiblemente en las encuestas. El pol¨ªtico como chivo expiatorio.
?Cu¨¢l es el resultado de esta disoluci¨®n de la pol¨ªtica en la econom¨ªa? Que la sociedad queda a merced de cualquiera que se presente como redentor, y, como es sabido, detr¨¢s de un redentor siempre hay un impostor. Desde el fascismo, Italia ha venido marcando el camino a Europa, dice Vattimo. Algunos vaticinan que el futuro est¨¢ en el modelo de desgobierno italiano. La sensaci¨®n de desconcierto generalizado viene sencillamente de la constataci¨®n de que no hay nadie al mando. De que nadie asume desde las instituciones p¨²blicas la representaci¨®n de la ciudadan¨ªa. Se vive de unas estrategias econ¨®micas que conducen al absurdo, como hemos visto esta semana: ¡°La econom¨ªa europea se hunde, pero sigan por esta v¨ªa¡±. Este es el mensaje que el FMI ha lanzado sobre todos nosotros. ¡°Las pol¨ªticas que hemos dise?ado les arruinan, pero contin¨²en con ellas¡±. Obedecer y morir. Todo sistema, cuando alcanza su punto catastr¨®fico, se pone en evidencia. La calle empieza ahora a redescubrir la pol¨ªtica como v¨ªa para reconstruir los v¨ªnculos sociales rotos. Y busca quien le represente. Los pol¨ªticos se parapetan en el ruido: despu¨¦s de la pol¨¦mica de los escraches, resucita el debate del aborto. Obsceno e in¨²til barullo para confundir al personal.
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