Siria: lo que se nos viene encima
En las guerras de los Balcanes murieron m¨¢s de 100.000 personas y hubo cuatro millones de desplazados. Son las mismas cifras cosechadas en dos a?os de conflicto en el pa¨ªs ¨¢rabe. ?Por qu¨¦ no se detiene tanto horror?
¡°?Nunca m¨¢s!¡±, gritamos con gran convicci¨®n cuando llega el momento. Al terminar la II Guerra Mundial. Despu¨¦s del horror de Ruanda. Tras la guerra de Bosnia. Sin embargo, siempre vuelve a ocurrir. Una y otra vez. De acuerdo con los ¨²ltimos c¨¢lculos, en Siria han muerto ya casi 70.000 personas, en una guerra civil que es adem¨¢s una guerra subsidiaria, un enfrentamiento entre terceros; y m¨¢s de cuatro millones de sirios necesitan ayuda humanitaria urgente, con unos dos millones de desplazados en el interior y 1,5 millones de refugiados que han huido m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Unicef asegura que entre los desplazados y necesitados se incluyen casi tres millones de ni?os. Es ya, sin la menor duda, una de las mayores tragedias humanas de los ¨²ltimos tiempos. Y, si no logramos ponerle fin, esas cifras aumentar¨¢n a toda velocidad. Pronto nos encontraremos con una Somalia en el Mediterr¨¢neo.
Cuando estall¨® el conflicto armado, en 2011, la poblaci¨®n de Siria era aproximadamente la misma que ten¨ªa Yugoslavia cuando comenzaron sus guerras en 1991: alrededor de 23 millones. Durante la d¨¦cada que duraron las guerras de los Balcanes murieron m¨¢s de 100.000 personas y hubo cuatro millones de desplazados. En solo dos a?os, Siria est¨¢ consiguiendo obtener la misma cosecha de dolor y sufrimiento que Yugoslavia tard¨® 10 a?os en alcanzar.
Ante esa situaci¨®n, ?c¨®mo es posible que Siria no est¨¦ en todas nuestras conversaciones? Hace 20 a?os, en 1993, todo el mundo hablaba de Bosnia. Hace 10 a?os, en 2003, todo el mundo hablaba de Irak. En este tiempo, la ONU ha aprobado la doctrina de la Responsabilidad de Proteger, como reacci¨®n a lo que hab¨ªa sucedido en Yugoslavia y Ruanda. Si la responsabilidad de proteger no abarca el caso de la catastr¨®fica situaci¨®n humana creada artificialmente en Siria, ?para qu¨¦ sirve?
Si no hay un apasionado debate, como lo hubo con Bosnia e Irak, es porque nadie sabe qu¨¦ hacer
Pero adem¨¢s, al enterarnos de la prometedora noticia de que Serbia y Kosovo han llegado a un acuerdo, logrado gracias a la laboriosa intermediaci¨®n de la alta representante para la Pol¨ªtica Exterior de la UE, Catherine Ashton, viene a la mente una idea inquietante: ?hasta qu¨¦ punto ser¨ªan distintas las cosas si Siria estuviera en Europa y Serbia en Oriente Pr¨®ximo?
En el peor y m¨¢s vergonzoso de los casos, eso indica que, para los europeos, la vida de un ¨¢rabe no tiene tanto valor como la de un europeo. Para no hablar de la vida de un africano: aun en el caso de que los 5,4 millones de muertos desde 1998 por el conflicto armado en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo sean una cifra exagerada, esa es otra guerra junto a la cual todas las dem¨¢s quedan empeque?ecidas. En cualquier caso, tanto si es cierto como si no que existe una especie de racismo subconsciente, es evidente que el hecho de que quienes estaban muriendo en la antigua Yugoslavia fueran europeos y el hecho de que, en el caso de Irak, muchos pa¨ªses occidentales tuvieran a sus propios soldados all¨ª fueron factores que influyeron en nuestro inter¨¦s.
Otra explicaci¨®n posible, y m¨¢s honrosa, del diferente grado de preocupaci¨®n por Serbia y por Siria es que Europa, despu¨¦s de haber sumido al resto de la humanidad en dos guerras mundiales, se define como un continente de paz. Por eso, que se estuvieran produciendo guerras e intentos de genocidio en su propio suelo pon¨ªa en tela de juicio su relato y su identidad fundamentales. Aun as¨ª, que quede claro que los europeos permitimos que numerosos hermanos nuestros murieran y perdieran sus hogares mientras nuestros supuestos l¨ªderes entonaban aquel pat¨¦tico eslogan de que ¡°ha llegado la hora de Europa¡±, pero por lo menos nos preocup¨®.
Siria es, por decirlo de alguna forma, un pa¨ªs lejano del que no sabemos nada. All¨ª no est¨¢n muriendo hombres ni mujeres europeos, salvo algunos valientes corresponsales de guerra y, seg¨²n informaciones recientes, unos cuantos yihadistas y aventureros. Pero existe otro motivo por el que no estamos inmersos en un debate apasionado como los que mantuvimos a prop¨®sito de Bosnia e Irak: nadie sabe qu¨¦ hacer.
En Bosnia inclinamos la balanza del conflicto armado entre croatas, serbios y bosnios y luego conseguimos que todas las partes negociaran un acuerdo b¨¢sico pero funcional, basado en la aceptaci¨®n de las divisiones ¨¦tnicas. En Kosovo empleamos la fuerza, por tierra y por aire, para obtener una paz basada en una brecha ¨¦tnica a¨²n m¨¢s profunda. Trece a?os despu¨¦s, la embrionaria reconciliaci¨®n entre Serbia y Kosovo hace que esa divisi¨®n sea m¨¢s civilizada, m¨¢s europea, a lo que ayuda el importante incentivo que representa la perspectiva de entrar en la Uni¨®n Europea.
Lo peor es que El Asad est¨¢ respaldado por Ir¨¢n, que piensa que se est¨¢ jugando su propio futuro
Algunos, sobre todo en Estados Unidos, Gran Breta?a y Francia, tienen la tentaci¨®n de pensar que, si permitimos que el embargo de armas de la UE a Siria expire a mediados de mayo, quiz¨¢ podr¨ªamos mejorar la situaci¨®n para los rebeldes; mejor dicho, de los rebeldes buenos, no los malos, los relacionados con Al Qaeda. Entonces podr¨ªamos mediar para lograr una transici¨®n negociada a una nueva Siria pos-El Asad. Julien Barnes-Dacey, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, dice que eso es muy poco cre¨ªble. No solo El Asad seguir¨¢ librando un combate feroz; no solo contar¨¢ con el apoyo de las minor¨ªas alau¨ª, cristiana, chi¨ª y drusa del pa¨ªs, frente a una oposici¨®n mayoritariamente identificada con el islamismo sun¨ª. Lo peor es que estar¨¢ respaldado por potencias extranjeras, empezando por Ir¨¢n, que tiene la sensaci¨®n de que est¨¢ en juego su propio futuro. Probablemente se podr¨ªa ayudar a los rebeldes a ganar la guerra con un ataque a¨¦reo masivo y tropas sobre el terreno. Pero, en ese caso, ?qui¨¦n se iba a ocupar despu¨¦s de arreglar los destrozos? ?Alguien quiere encontrarse con un nuevo Irak?
Sin embargo, mientras aguardamos los detalles de su propuesta, la alternativa radical esbozada por Barnes-Dacey ¡ªfrenar la escalada con una negociaci¨®n entre todas las potencias extranjeras interesadas, que se pondr¨ªan de acuerdo en cortar el suministro de armas, en lugar de aumentarlo, e instar a sus patrocinados a llegar a un acuerdo pol¨ªtico¡ª parece tener tambi¨¦n muy escasas posibilidades de ¨¦xito.
Tengo la desagradable sensaci¨®n de que, en realidad, Siria puede ser un anuncio de lo que se nos viene encima. En la antigua Yugoslavia estaba presente un grupo de potencias con una postura similar: Europa y Occidente. Rusia contrarrestaba esa influencia, igual que China, en menor medida, pero ninguno de los dos parec¨ªan jugarse verdaderamente nada en Serbia. En Siria ocurre todo lo contrario, donde est¨¢n sobre el tapete los intereses de muchas potencias extranjeras. Y no hay que olvidar que en los Balcanes hizo falta que pasaran 10 a?os y hubiera m¨¢s de 100.000 muertos y millones de refugiados para lograr una paz imperfecta.
En un mundo sin polos, G-0, con m¨²ltiples potencias que compiten a escala mundial y regional y tienen intereses en un pa¨ªs fragmentado, las guerras civiles y subsidiarias de este tipo son m¨¢s dif¨ªciles de detener. Hace 100 a?os, con las guerras de los Balcanes que degeneraron en la I Guerra Mundial, comenz¨® un siglo, el XX, que lleg¨® a ser el m¨¢s sangriento de la historia de la humanidad. Si no desarrollamos nuevos m¨¦todos de resoluci¨®n de conflictos, con la fuerza suficiente para contener este nuevo desorden mundial, es posible que el siglo XXI sea m¨¢s sangriento todav¨ªa.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: Ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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