La intimidad real
No s¨¦ realmente c¨®mo interpretarlo, es m¨¢s ni siquiera deber¨ªa, pero lo intentar¨¦. Resulta que la infanta Cristina ha alegado que presentar sus declaraciones de renta en el proceso que se sigue en un tribunal (imparcial y que ante todo vela por su presunci¨®n de inocencia), es contrario a su derecho a la intimidad.
Velando por su derecho a una defensa y tambi¨¦n por su libertad de expresi¨®n para manifestar sus criterios, simplemente voy a proceder a una comparativa con el resto de ciudadanos.
Si una persona opta a una plaza escolar para sus hijos, ha de presentar su declaraci¨®n. Si opta a una ayuda para sus familiares dependientes, igualmente. Cuando licitase a un contrato con la Administraci¨®n p¨²blica un aut¨®nomo, lo propio, y as¨ª un sinn¨²mero de casos que podr¨ªa seguir citando. Y siempre pens¨¦, y sigo pensando, que es una norma prudente porque no ser¨ªa justo que alguien que no contribuye a lo com¨²n como deber¨ªa, adem¨¢s se lucrase u obtuviese ventaja de ello.
Por tanto, nada m¨¢s lejos de mi deseo que polemizar con nadie sobre el tema, pero al menos rogar¨ªa a los asesores legales que han optado por esta v¨ªa que hiciesen p¨²blico el concepto de intimidad. Es posible que as¨ª yo cambie el m¨ªo propio, de modo que si alg¨²n d¨ªa tengo un barco lo ense?e y d¨¦ p¨²blicos paseos en el mismo; si me compro una casa palacio la muestre; si mis hijos acuden a los mejores colegios del pa¨ªs lo haga saber, o si no tengo que hacer colas de espera para subir a los aviones que me lleven a para¨ªsos lejanos se lo relate a todo el mundo. Seguramente con el nuevo concepto no estar¨¦ siendo yo quien divulgue mis intimidades, no, eso no es airear. Y si a pesar de tales lujos un d¨ªa pido una ayuda p¨²blica, una plaza escolar p¨²blica o un juez al servicio p¨²blico me pide mis datos fiscales, podr¨¦ decir ?No, no, que eso es ¨ªntimo!¡ª Enrique Mart¨ªnez Ib¨¢?ez.
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