Es el poder de la gente
Este art¨ªculo ha sido escrito por Duncan Pruett, experto en Derecho a la Tierra de Oxfam Internacional.
Foto: momento en queElmer L¨®pez, se compromete a buscar una soluci¨®n para las familias del Polochic
El pasado s¨¢bado 20 de abril nos alegrabamos de una serie de compromisos que el Banco Mundial ha adquirido para ayudar a parar el acaparamiento de tierras.
Es lunes, despu¨¦s de desayunar r¨¢pidamente, me uno a una manifestaci¨®n ante el palacio presidencial para protestar por un desalojo. Estoy hombro con hombro con representantes de las 769 familias expulsadas de sus casas y tierras hace dos a?os para dejar sitio a una plantaci¨®n de ca?a de az¨²car en el Valle del Polochic en Guatemala. Unas cincuenta personas: activistas, artistas, m¨²sicos. Discursos en la plaza y una performance que muestra c¨®mo el gobierno se niega a escuchar. Con mucho ruido nos acercamos a la entrada principal del palacio.
Desde la plaza pensaba en cu¨¢ntas veces le hemos pedido al Banco Mundial que cambie las pol¨ªticas que afectan al derecho a la tierra de las personas. La semana pasada su presidente, Jim Kim, hizo unas declaraciones p¨²blicas que re¨²nen un conjunto de compromisos que nos gust¨® escuchar: inclu¨ªa el compromiso de reforzar las reglas para asegurar que el Banco Mundial no causa perjuicios a trav¨¦s de sus inversiones, y tambi¨¦n el de eliminar algunas ambig¨¹edades que permiten que se produzca el acaparamiento. Jim Kim promet¨ªa hacer m¨¢s para evitar que las personas pobres pierdan sus tierras, y parece que las cosas pueden empezar a cambiar. Hemos tenido muchos meses de discusiones y de campa?a para llegar a este punto. Hemos lanzado acciones imaginativas en las que pon¨ªamos el cartel de ¡°vendido¡± en edificios como el Big Ben o la Sagrada Familia, y lanzamos un video junto con Coldplay. Finalmente hace unos d¨ªas en Washington rodeamos con un cami¨®n el Banco Mundial durante dos d¨ªas con el mensaje de 50 mil personas. Es el poder de la gente.
Pero ahora estamos en Ciudad de Guatemala, en la protesta del lunes 22 de abril.
De forma inesperada, subitamente, llega la invitaci¨®n para entrar en el Palacio Presidencial. Despu¨¦s de una r¨¢pida negociaci¨®n, me piden que sea uno de los observadores internacionales que acompa?ar¨¢n a los representantes de las familias y sus aliados.
?Por qu¨¦ nos abren la puerta? ?Por el ruido que estamos haciendo en la plaza o por el hecho de traer con nosotros una petici¨®n de m¨¢s de cien mil personas en 55 pa¨ªses, que han urgido al Presidente de Guatemala a dar tierra a los campesinos de Polochic, y corregir los errores de este acaparamiento? Quiz¨¢ los dos.
Entramos, nos reunimos con el Ministro de Agricultura y otras personas durante una hora, y salimos con unos cuantos compromisos bajo el brazo. El Ministro sale con nosotros, y dice a las familias del Polochic presentes que el Presidente le ha pedido acelerar el proceso para resolver su problema. Explica con detalle los acuerdos, y acepta un cheque que representa la petici¨®n de las familias del Polochic.
Es un momento m¨¢gico. Desde 2011 hemos ayudado a denunciar el caso de estas familias, y ahora, tras 18 meses de campa?a en muchos pa¨ªses, hay un acuerdo firmado. De nuevo el poder de la gente.
?Qu¨¦ hace falta entonces para acabar efectivamente con el acaparamiento? ?Vale m¨¢s ayudar en la lucha para que un grupo de personas recupere la tierra en un pa¨ªs? ?O hay que ponerse a trabajar con un banco multilateral de desarrollo para que cambie sus est¨¢ndares para que las inversiones no produzcan acaparamientos?
No creo que logremos cambios si no actuamos sobre las reglas globales que rigen las pr¨¢cticas de los inversores. Y no creo que cambiar las reglas globales consiga lograr cambios significativos si los gobiernos de los pa¨ªses afectados no se ven obligados a rendir cuentas. Idealmente, necesitamos unir estos esfuerzos. El apoyo global y local de todo el mundo ha sido realmente el impulso de la acci¨®n en Guatemala.
?Y deber¨ªamos influir calladamente en los gobiernos y las instituciones globales para que cambien su forma de actuar? ?O deber¨ªamos hacer tanto ruido como podamos? ?Trabajar desde dentro o desde fuera? Hay un tiempo para la incidencia silenciosa. Y hay momentos en los que hace falta gritar. En los casos de Guatemala y del Banco Mundial hemos hecho las dos cosas al mismo tiempo, y con un efecto bien sonoro. Ahora llega el momento de ver c¨®mo se cumplen las promesas.
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