Catalu?a: utop¨ªa insurreccional o federalismo
Es urgente ofrecer una hoja de ruta alternativa al proceso est¨¦ril emprendido por CiU y ERC. Hay que preparar el terreno para una reforma constitucional que regenere las instituciones en un marco federal
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En los ¨²ltimos a?os el independentismo ha dejado de ser una mera ilusi¨®n del nacionalismo catal¨¢n m¨¢s recalcitrante y se ha transformado en un ineludible fen¨®meno pol¨ªtico y sociol¨®gico que bien podr¨ªa calificarse de "utop¨ªa activa", pues no solo ha logrado una posici¨®n hegem¨®nica en el discurso p¨²blico en Catalu?a sino que se muestra convencido de que la historia est¨¢ de su lado. El proceso de elaboraci¨®n del nuevo Estatuto, muy desafortunado desde el principio hasta el final, permiti¨® fijar en la retina de muchos catalanes la tesis del fracaso del encaje en Espa?a, hasta el extremo que Artur Mas se permite ya comparar la sentencia del Tribunal Constitucional con la supresi¨®n de la autonom¨ªa por Franco en una secuencia hist¨®rica que arranca de la derrota de 1714. A este discurso, se le a?aden los sabidos argumentos econ¨®micos, principalmente la idea del expolio fiscal, que han penetrado con mucha fuerza, y que como todo populismo mezcla h¨¢bilmente verdades con exageraciones o mentiras deliberadas. La grave crisis pol¨ªtica e institucional espa?ola, junto a la hip¨®tesis de matriz neoliberal de que en la globalizaci¨®n ya no hay fronteras y que el tama?o de los Estados no importa, ha convertido la secesi¨®n en algo que promete enormes beneficios sin apenas riesgos, .
El l¨ªder de ERC, Oriol Junqueras, a menudo expresa su propuesta pol¨ªtica en t¨¦rminos de necesidad hist¨®rica, de algo casi inevitable, que con solo desearlo fuertemente ha de ser posible. Como ha sido estudiado para otros movimientos, el determinismo acrecienta la energ¨ªa y el activismo de todos aquellos que simpatizan con sus objetivos, y les lleva a creer que est¨¢n muy cerca de alcanzarlos. Sin embargo, las dificultades para alcanzar una secesi¨®n a corto plazo son tan excesivas, por razones pol¨ªticas, jur¨ªdicas y econ¨®micas, que no puede dejar de calificarse de ut¨®pico, en el sentido de ser un sue?o. No porque deba despreciarse por irracional y fuera totalmente del marco de la realidad, sino porque solo puede alcanzarse mediante una disyuntiva radical, insurreccional, en el marco de un escenario de m¨¢xima tensi¨®n, que provoque el desmoronamiento del orden constitucional. El soberanismo no piensa, claro est¨¢, en una insurrecci¨®n violenta, sino en materializar una confrontaci¨®n simb¨®lica entre legalidad y democracia. Se trata de provocar el famoso choque de legitimidades. Y aqu¨ª es donde el imperativo de celebrar una consulta, ampar¨¢ndose en el famoso derecho a decidir, juega un papel de primer orden.
El derecho a la secesi¨®n unilateral no existe en ninguna democracia del mundo
La primera victoria de los partidarios de la secesi¨®n se ha producido en el terreno del lenguaje, pues han logrado introducir en el debate catal¨¢n una ret¨®rica casi indestructible que ha acabado modificando muchas conciencias. Es sorprendente que, en medio de esta crisis socialmente tan injusta, la reivindicaci¨®n del derecho a decidir se haya transformado el no va m¨¢s de la radicalidad democr¨¢tica. Es parad¨®jico porque tal derecho, el de la secesi¨®n unilateral, no existe en ninguna democracia del mundo ni tampoco en el derecho internacional. Los refer¨¦ndums siempre citados de Qu¨¦bec y Escocia son posibles porque no existe en ambos casos un impedimento constitucional expl¨ªcito. Espa?a, pues, no es tan excepcional como a menudo se pretende, m¨¢s all¨¢ del esencialista art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n: los famosos "indivisible e indisoluble" que fueron la moneda de cambio para incorporar el sustantivo "nacionalidades".
El pacto firmado entre CiU y ERC tras las elecciones del 25 noviembre, refleja que la agenda soberanista discurre por un esquema de revuelta insurreccional en el sentido antes explicado. Por un lado se fija el 2014 como el a?o que tiene que producirse la celebraci¨®n de la consulta, cuyo atraso solo pueden acordar ambas formaciones de forma conjunta. Y, por otro, se dan los pasos para avanzar en el proceso constituyente de una nueva legalidad: la declaraci¨®n soberanista del 23 de enero, la creaci¨®n del Consejo de la Transici¨®n Nacional, el impulso a la Agencia Tributaria de Catalu?a para que pueda cobrar todos los impuestos y materializar, llegado el caso, la insumisi¨®n fiscal, y, finalmente, la ley de consultas no refrendarias, que se aprobar¨¢ dentro de unos meses. El objetivo es que a finales de este a?o est¨¦ todo listo para fijar la fecha y la pregunta.
Este es el esquema de inicio, la atrevida ruta a emprender sobre el papel. Sin embargo, poco a poco, la cruda realidad ha ido abri¨¦ndose paso, envuelta tambi¨¦n de no pocos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. Si analizamos las declaraciones m¨¢s relevantes de los dirigentes de CiU, particularmente tras los recientes viajes a Bruselas de Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida, salta a la vista que no parece muy aconsejable emprender el camino del unilateralismo. Contra lo que a menudo los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n catalanes han dado a entender, no hay nadie en Europa interesado en que Espa?a se desmembre, ni nadie va a salir en defensa de las aspiraciones soberanistas por muy democr¨¢ticas que se presenten. Tampoco el mundo econ¨®mico y financiero catal¨¢n desea una confrontaci¨®n autodestructiva, y ya hace tiempo que emite claras se?ales a favor del acuerdo entre el Estado y la Generalitat, empezando por la financiaci¨®n. Pese a lo firmado con ERC, no parece probable que el Gobierno de CiU vaya a convocar una consulta ilegal, que ser¨ªa la antesala de unas elecciones anticipadas plebiscitarias, cuyo resultado solo podr¨ªa dar lugar al fracaso definitivo del proceso o, al contrario, a hacer inevitable la declaraci¨®n unilateral con la que sue?an los republicanos.
Finalmente, un detalle no menor es que, mientras Mas estaba de viaje, la c¨²pula de CDC acord¨® que ¨¦ste volver¨ªa a ser su candidato en las pr¨®ximas elecciones. Sus compa?eros intentan evitar as¨ª que Mas abandone el barco y que su marcha traslade la imagen que se ha perpetrado una traici¨®n al proceso soberanista. Puesto que la decisi¨®n de abandonar la estrategia del pacto fiscal por la del derecho a decidir fue suya, creen que a Mas le toca desenredar este nudo tan complicado. Ahora bien, eso no significa que los convergentes sean amos y se?ores de todos sus movimientos, pues hay un potente movimiento civil que les empuja y vigila. Finalmente, no hay que olvidar que la frustraci¨®n va a ser enorme entre el electorado soberanista si Mas no es capaz de construir un imaginario que reemplace la idea de la consulta en 2014.
En Europa nadie est¨¢ interesado en que Espa?a se desmembre ni defiende el soberanismo
Llegado este punto es urgente ofrecer una hoja de ruta alternativa a un proceso est¨¦ril, y que va a generar mucha confusi¨®n. Aqu¨ª es donde el federalismo que defiende el PSC podr¨ªa jugar un papel central a condici¨®n de despejar las dudas en cuanto al orden de los factores. Es muy dif¨ªcil defender al mismo tiempo la celebraci¨®n de una consulta, legal y acordada, y la reforma de la Constituci¨®n. Dicho de otra forma: no hay otro camino democr¨¢tico que no pase, ante todo, por la reforma constitucional en cuyo marco deber¨ªa plantearse abiertamente la posibilidad de la secesi¨®n territorial en base a criterios siempre muy excepcionales y mayoritarios. Por tanto, es urgente despejar los equ¨ªvocos: hoy no existe posibilidad legal ni pol¨ªtica de consulta clara sobre la secesi¨®n.
Lo que Espa?a y Catalu?a necesitan es preparar el terreno para acometer una reforma constitucional en la pr¨®xima legislatura, en 2015, que tendr¨¢ que hacerse a partir de la nueva correlaci¨®n de fuerzas que surja, y que promete ser bastante diferente de la actual. Y que, por supuesto, deber¨¢ tener como objetivo general una regeneraci¨®n a fondo de la pol¨ªtica y de todas las instituciones en el marco de un Estado federal. En cualquier caso, tendr¨¢ que hacerse siempre desde un amplio consenso que conviene ya empezar a labrar.
Joaquim Coll es historiador.
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