Una m¨ªnima lealtad
Artur Mas asegura que quiere una consulta pero est¨¢ ya en campa?a en favor de la secesi¨®n
El argumentario proindependentista del nuevo servicio diplom¨¢tico catal¨¢n enviado a las oficinas de la Generalitat y a cuantos centros de opini¨®n se tercien resulta bastante disparatado. Generaliza como globales las opiniones partidistas de un solo sector social; confunde en un solo sujeto (de acoso y derribo) a Espa?a, al Estado espa?ol y a su Gobierno de turno; y pretende herir a todos los rivales, incluidos los discrepantes del interior.
Son estos defectos muy t¨ªpicos de un organismo aficionado ¡ªcomo lo calific¨® en su nacimiento el hoy consejero de la Presidencia¡ª y nutrido por aficionados, aunque el servicio, pomposamente denominado Consejo de la Diplomacia P¨²blica de Catalu?a (Diplocat) sea un departamento oficial, jer¨¢rquica y presupuestariamente, del Gobierno de la Generalitat.
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Si se tratase solo de defectos de interpretaci¨®n, exageraciones y simplezas, el asunto no merecer¨ªa m¨¢s atenci¨®n que el olvido. Pero es un texto que presenta la parte ¡ªlos hechos que agravian al catalanismo¡ª como un todo alternativo: la imperiosidad de la secesi¨®n, que sostiene solo una parte de los catalanistas. Exhibe, pues, una deslealtad b¨¢sica.
Es una deslealtad no ya solo al Estado, al Gobierno de la Naci¨®n o a los usos y costumbres de la diplomacia profesional sino, sobre todo, a los ciudadanos. Por supuesto, a los ciudadanos espa?oles en general. Pero muy espec¨ªficamente a los catalanes, que en una inmensa mayor¨ªa ¡ªen el entorno del 70%¡ª vienen sosteniendo la compatibilidad de identidades superpuestas, catalana y espa?ola, pero tambi¨¦n europea y local.
El precario y ralo texto propagand¨ªstico de los diplom¨¢ticos aficionados al servicio de Artur Mas podr¨ªa quiz¨¢ ignorarse por ser una mera impertinencia carente de talento. Pero su minimalismo intelectual viene avalado por una instituci¨®n, la Generalitat, que es parte del Estado espa?ol, y es el Estado espa?ol en su forma m¨¢s visible en Catalu?a. Y el Estado, como cualquier sujeto jur¨ªdico, no debe ir contra sus propios actos y naturaleza.
Este chusco episodio enlaza adem¨¢s con una declaraci¨®n de independencia que confronta la legalidad constitucional; la reivindicaci¨®n de un refer¨¦ndum sea legal o ilegal; la creaci¨®n de ¡°estructuras de Estado¡± como una Agencia tributaria que absorba la existente; y un Consejo de la Transici¨®n de cuya mera composici¨®n se infiere que su actividad no ser¨¢ el an¨¢lisis imparcial sobre el que los ciudadanos fijen su criterio, sino puros consejos y propaganda para la separaci¨®n.
Todo ello se adscribe a la lamentable t¨¦cnica de colocar ante los ciudadanos hechos consumados en el borde de la legalidad. Ni siquiera esto es lo peor. Lo peor es que estos hechos consumados configuran un fraude descarado: el Gobierno de Artur Mas dice querer un refer¨¦ndum ¡°sobre¡± la independencia, cuando todos sus actos se pautan ¡°para¡± la independencia. Propone como primer escal¨®n el ¨²ltimo de la escalera.
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