Peligra la unidad europea
Esta crisis amenaza con destruir a la UE y el ¨²nico modo de salvarla es aplicar la solidaridad sobre la deuda y, en general, ceder m¨¢s soberan¨ªa. No se sabe si Francia o Alemania est¨¢n dispuestos a ello
Hace pocas semanas parec¨ªa que lo peor de la crisis financiera europea hab¨ªa quedado atr¨¢s y que se avecinaba un retorno a la estabilidad. Pero las apariencias enga?aron. Un problema que (al menos en t¨¦rminos relativos) podr¨ªa haber sido menor, el de Chipre, se combin¨® con un grado de incompetencia casi incre¨ªble de parte de la troika (la Comisi¨®n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) y se convirti¨® en una crisis de grandes proporciones.
Aunque los mercados mantuvieron la calma, la crisis chipriota dej¨® al descubierto en toda su magnitud el desastre pol¨ªtico causado por la crisis de la eurozona: la Uni¨®n Europea se est¨¢ desintegrando desde el n¨²cleo. En la actualidad, los europeos atraviesan una crisis de confianza respecto a Europa que no se puede resolver con otra inyecci¨®n de liquidez por parte del BCE y que, por tanto, es mucho m¨¢s peligrosa que una reca¨ªda de los mercados.
Europa tuvo en el pasado un orden pol¨ªtico basado en la competencia, la desconfianza, el conflicto de poderes y, en ¨²ltima instancia, la guerra entre Estados soberanos. Ese orden se vino abajo el 8 de mayo de 1945 y en su lugar surgi¨® otro sistema basado en la confianza mutua, la solidaridad, el imperio de la ley y la b¨²squeda de soluciones negociadas. Pero ahora que la crisis est¨¢ socavando los cimientos de este orden, la confianza se convierte en desconfianza, la solidaridad sucumbe ante viejos prejuicios (e, incluso, ante nuevos odios entre el sur pobre y el norte rico) y las salidas negociadas ceden paso a la imposici¨®n externa. Y una vez m¨¢s Alemania desempe?a un papel fundamental en este proceso de desintegraci¨®n.
Tarde o temprano alguno de los grandes en crisis rechazar¨¢ la austeridad impuesta desde fuera
Esto es as¨ª porque para resolver la crisis de la eurozona Alemania (que es, con mucho, la econom¨ªa m¨¢s fuerte de la UE) impuso la misma estrategia que le funcion¨® a ella a principios del milenio, pero en condiciones econ¨®micas internas y externas totalmente diferentes. Para los pa¨ªses del sur de Europa golpeados por la crisis la f¨®rmula que defiende Alemania, con su mezcla de austeridad y reformas estructurales, est¨¢ resultando mortal porque les faltan otros dos componentes fundamentales: quita de deuda y crecimiento.
Tarde o temprano, alguno de los grandes pa¨ªses europeos en crisis elegir¨¢ l¨ªderes pol¨ªticos que no acepten por m¨¢s tiempo la imposici¨®n de medidas de austeridad desde afuera. Incluso ahora, en tiempo de elecciones, los Gobiernos nacionales prometen m¨¢s o menos abiertamente proteger a sus ciudadanos de Europa porque Alemania se ha encargado de que los ingredientes principales de la receta para resolver la crisis sean: austeridad y reformas estructurales.
Los efectos de la tesis de que hab¨ªa que tratar al sur de Europa con ¡°severidad¡± por su propio bien (porque, de lo contrario, todo hubiera seguido igual) est¨¢n a la vista. Bien severo fue el tratamiento que ha provocado una veloz contracci¨®n econ¨®mica, desempleo masivo (por encima del 50% entre los j¨®venes) y deterioro continuo de la situaci¨®n fiscal por el aumento del coste de los intereses de la deuda. De hecho, en este momento todos los pa¨ªses de la eurozona experimentan crecimiento econ¨®mico insuficiente o, directamente, recesi¨®n.
?Qu¨¦ quiere Alemania? No se puede pretender que toda Europa se amolde a Alemania y la clase pol¨ªtica alemana carece de coraje y determinaci¨®n para tratar de que Alemania se amolde a Europa. La pregunta es: ?Desea Alemania mantener la uni¨®n monetaria y, con ella, la Uni¨®n Europea, o dejar¨¢ que la duda y la falta de visi¨®n aceleren la erosi¨®n de los cimientos de Europa?
En esta crisis, la decisi¨®n cedi¨® lugar a la acci¨®n (o a su ausencia). Hace poco, The International Herald Tribune cit¨® las palabras de Winston Churchill: ¡°No basta con hacer lo mejor posible; en ocasiones, hay que hacer lo que sea necesario¡±. Que es precisamente lo que urge hacer en Europa y la eurozona.
Hace mucho que se sabe qu¨¦ es necesario. El precio por la supervivencia de la uni¨®n monetaria y del proyecto europeo es ampliar la esfera comunitaria con la creaci¨®n de una uni¨®n bancaria, fiscal y pol¨ªtica. Quienes se oponen a estos cambios porque temen la responsabilidad compartida, la transferencia de recursos de los ricos a los pobres y la p¨¦rdida de soberan¨ªa nacional tendr¨¢n que aceptar la renacionalizaci¨®n de Europa y, con ella, su p¨¦rdida de protagonismo internacional. No hay ninguna alternativa (y, ciertamente, el statu quo tampoco servir¨¢ de nada).
En Europa ya todos saben que o bien la crisis actual destruye a la Uni¨®n Europea o bien produce su uni¨®n pol¨ªtica y que el ¨²nico modo de salvar al euro incluye solidaridad por las deudas ya contra¨ªdas y la mutualizaci¨®n parcial de las deudas futuras. Estas medidas implican necesariamente amplias cesiones de soberan¨ªa. ?Est¨¢ Alemania dispuesta a ello (o, para el caso, Francia)?
Los pol¨ªticos nacionales son responsables, en parte, de los fallos que achacan a Bruselas
La verdadera crisis de la Uni¨®n Europea y de la uni¨®n monetaria no es de car¨¢cter financiero sino pol¨ªtico; m¨¢s precisamente, es una crisis de liderazgo. Todas las capitales europeas adolecen de una notoria falta de visi¨®n, coraje y firmeza de prop¨®sito, pero esto se aplica especialmente a Berl¨ªn (y al Gobierno tanto como a la oposici¨®n).
Los pol¨ªticos nacionales europeos no dejan de criticar a la Uni¨®n Europea por su falta de legitimidad pol¨ªtica; pero son en parte responsables de aquello por lo que la acusan. ?O ser¨¢ que los proeurope¨ªstas ya est¨¢n tan acobardados y desalentados que prefieren ceder el mando a los populistas y nacionalistas antieuropeos? Si lo hacen, ser¨¢ un desastre, porque la crisis ya es demasiado profunda para admitir una soluci¨®n tecnocr¨¢tica.
Alemania se prepara para una elecci¨®n nacional en la que (m¨¢s o menos como ocurri¨® en Francia durante la elecci¨®n presidencial del a?o pasado) la crisis europea no figurar¨¢, o a lo sumo tendr¨¢ un papel secundario. Tanto el Gobierno como la oposici¨®n creen que lo mejor es esperar al d¨ªa siguiente a la elecci¨®n para decirle a la gente la verdad sobre la pregunta m¨¢s importante (y con cuentagotas).
Llegar a ese extremo ser¨ªa convertir la democracia en una farsa. Pero tal vez las cosas resulten muy diferentes: puede ocurrir que la din¨¢mica de la crisis europea desbarate los planes de los pol¨ªticos alemanes. Todav¨ªa puede haber alguna sorpresa desagradable y, en el punto en que estamos, tal vez esa sea la principal esperanza para Europa.
Joschka Fischer, ex ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005, fue durante casi 20 a?os uno de los l¨ªderes del Partido Verde Alem¨¢n.
Copyright: Project Syndicate/Institute for Human Sciences, 2013.
www.project-syndicate.org
Traducci¨®n: Esteban Flamini.
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