Cap¨ªtulo 4: ?Qui¨¦n me mand¨® meterme en esto?

Cuarta y ¨²ltimaentrada dela saga de la cooperanteMariona Garc¨ªa, situada en un pa¨ªs de Am¨¦rica Latina.

Nota de los editores:

Debido a la pol¨¦mica que se ha desatado con relaci¨®n a la tercera entrada de Mariona, publicada la semana pasada, queremos aclarar varios puntos: En primer lugar, aunque Mariona ha estudiado y trabajado en Madrid, no es espa?ola; ni siquiera es europea, es latinoamericana, y m¨¢s concretamente caribe?a. Es llamativo que a nadie se le haya ocurrido antes de dar su opini¨®n. En segundo lugar, con estas entradas solo pretendemos dar un espacio a una persona para que cuente su vivencia sabiendo que se trata de una perspectiva ¨²nica, personal e intransferible; contada en primera persona y con una sinceridad que puede resultar chocante. La experiencia de muchos cooperantes es exactamente esta, con sus virtudes y sus miserias. Esperamos que estas aclaraciones hagan reflexionar a aquellos que han seguido esta saga, que solo pretend¨ªa ser una historia sin ¨¦pica de fin de semana.

As¨ª que eso, dejo mi piso compartido en el centro de Madrid, separo mis cosas, las que me traigo las meto en dos maletas, las que dejo, en cajas en el trastero de mi familia, y me vengo al conf¨ªn del mundo. A un conf¨ªn algo c¨¢lido, h¨²medo, a trabajar con personas que se encuentran en los umbrales de pobreza m¨¢s bajos, en un pueblo donde no hay m¨¢s opciones de ocio que alguna cancha deportiva, restaurantes donde no te servir¨¢n una verdura, con discotecas y mucho licor. Y a este lugar me he trasplantado a m¨ª misma, no lo ha hecho nadie por m¨ª.

Aun as¨ª sigo creyendo que hice bien en despedirme de Madrid y sus oportunidades de salir a perderte en la ciudad, a caminar sin rumbo, acabar en una cafeter¨ªa, librer¨ªa, cine, parque, museo, bar, restaurante¡­. Extra?o esas cosas aunque lo que m¨¢s extra?o es a las personas, a la familia, los amigos, con los que adem¨¢s hablar es muy complicado porque a) no tengo internet en casa, as¨ª que hay que arregl¨¢rselas con la ¨²nica cafeter¨ªa del pueblo que tiene wifi para poder acceder en horarios fuera del trabajo, b) he sido siempre tan cabezota, que tengo un Smartphone tan poco Smart, que no me deja descargar el Skype. Al menos me queda el WhatsApp y el Facebook ?que iba a hacer yo sin ellos!

La primera vez que estuve volv¨ª la capital de este caluroso pa¨ªs a pasar los d¨ªas del fin de semana y pude de ella de una ciudad, de la posibilidad de caminar por las aceras sin miedo a que te atropellen, de conseguir a precio de oro algo de jam¨®n, de conectarte a internet ?con banda ancha! y poder hablar con mis sobrinos y descubrir que el peque?o ya tiene casi todos sus dientes, que el mayor (5 a?os) le ha pedido a mi hermana ver alguna pel¨ªcula de la selva (para ver c¨®mo es que vive la t¨ªa), sent¨ª que hab¨ªa recuperado una parte de m¨ª misma. Maravillosa ciudadesa misma ciudad que al llegar de Madrid, me pareci¨® tan sucia, ca¨®tica y poco amable.

Necesitaba un poco de aire.

O un mucho de aire, la verdad, porque ya os he dicho que esto dista mucho de parecerse a Madrid, y acostumbrarse al ritmo de trabajo est¨¢ cost¨¢ndome. Hay qui¨¦n me ha llamado snob, pija, pero¡­ objetivamente (voy a preguntarlo alrededor a ver si esto se sostiene), por m¨¢s sencillo que sea tu estilo de vida en Espa?a dista mucho de poderse llevar acabo en un sitio como este en el que me encuentro. Salir de aqu¨ª, ver las cosas en perspectiva, reflexionar fr¨ªamente sobre ellas, ayuda a decir "?vale! si podemos seguir adelante en esto, la gente para la que mi organizaci¨®n y yo trabajamos vale mucho m¨¢s que unas diferencias laborales".

Eso s¨ª, saldr¨¦ en cuanto pueda a la gran ciudad nuevamente a tomar a aire, contaminado, como el de todas las grandes ciudades latinoamericanas, pero un aire diferente al que respiro cada d¨ªa. Creedme, estos d¨ªas de descanso, que forman parte del protocolo de algunas organizaciones, son vitales para la salud mental y la capacidad de trabajo de quienes estamos un poco m¨¢s cerca del frente.