En el t¨²nel
La desafecci¨®n por la pol¨ªtica, manifestada en opiniones y en el crecimiento de partidos populistas y xen¨®fobos, indica que la democracia representativa afronta en toda Europa problemas serios
Estamos no solo ante una crisis econ¨®mica muy grave, sino ante serios retos de la democracia representativa. Estos se manifiestan en un crecimiento de partidos populistas y xen¨®fobos, situados en la extrema derecha, y tambi¨¦n en una creciente desafecci¨®n hacia las instituciones democr¨¢ticas nacionales y hacia la Uni¨®n Europea. Es necesario hoy, tanto en Espa?a como en Europa, pensar y hacer m¨¢s, no solo sobre la econom¨ªa, sino sobre la democracia.
La simple descripci¨®n es complicada. La confianza en las instituciones nacionales ha ca¨ªdo de forma dram¨¢tica en un corto espacio de tiempo. Seg¨²n datos de fines de 2012 (Eurobar¨®metro 78, diciembre de 2012), solo un 28% de los ciudadanos de los 27 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea conf¨ªa en sus Parlamentos; un 27% en sus Gobiernos. Esto significa una reducci¨®n de 15 puntos respecto de la confianza existente cinco a?os atr¨¢s. La confianza en la Uni¨®n Europea es un poco m¨¢s elevada: la mantiene un 33% de los ciudadanos. Pero su colapso ha sido m¨¢s grave: 25 puntos en esos cinco a?os.
Es cierto que esta crisis de confianza en las instituciones var¨ªa mucho en el seno de los 27 pa¨ªses. As¨ª, un 68% de los suecos conf¨ªa en su Parlamento; un 59% en su Gobierno. Los porcentajes son tambi¨¦n elevados en Finlandia, Dinamarca, Holanda o Austria. Por el contrario, en Italia o Espa?a solo un 11% y un 9%, respectivamente, conf¨ªa en sus Parlamentos; un 17% y un 11% en sus Gobiernos. En Espa?a, ante el clamor de ¡°lo llaman democracia y no lo es¡± o ¡°no nos representan¡±, la ¡°pol¨ªtica del avestruz¡± ser¨ªa irresponsable.
Cabr¨ªa tambi¨¦n pensar que los problemas de la democracia no afectan a los pa¨ªses ¡°virtuosos¡±. Si bien es verdad que sus ciudadanos son mucho m¨¢s benevolentes hacia las instituciones democr¨¢ticas, los problemas pol¨ªticos son considerables. En particular, ha sido en estos pa¨ªses donde los partidos de extrema derecha han crecido de forma m¨¢s considerable, arrojando sombras sobre el sistema pol¨ªtico.
Espa?a es hoy el pa¨ªs
de la UE con mayor desigualdad, frente
a lo que ocurr¨ªa en
los a?os ochenta
Sabemos que en Francia, el Frente Nacional tiene en estos momentos una intenci¨®n de voto de un 11% (encuesta de Le Figaro); que en Reino Unido, el UKIP (United Kingdom Independence Party) atrae un 23% de la intenci¨®n de voto (encuesta de la BBC). En Austria, un pa¨ªs que ha figurado como ejemplo de gesti¨®n de la crisis econ¨®mica, la extrema derecha en su conjunto (el Partido Liberal ¡ªFreiheitliche Partei ?sterreichs¡ª y la Uni¨®n por el Futuro ¡ªB¨¹ndnis Zukunft ?sterreich¡ª) fue respaldada por un 29% en las elecciones de 2008. Hoy el Partido Liberal por s¨ª solo tiene una intenci¨®n de voto de un 27%. En Finlandia, otro ejemplo de ¡°virtud¡±, el Partido de los Verdaderos Finlandeses (Perussuomalaiset) obtuvo un 19% de los votos en las elecciones de 2011, convirti¨¦ndose en el tercer partido del pa¨ªs.
Es cierto que en otros dos pa¨ªses ¡°virtuosos¡±, Holanda y Dinamarca, los apoyos de la extrema derecha se han reducido en las ¨²ltimas elecciones. Pero en todos los casos, el apoyo electoral a la extrema derecha es superior al que tiene en Grecia el partido neonazi Aurora Dorada, que alcanza hoy el 10% de la intenci¨®n de voto. Ni en Portugal ni en Espa?a han surgido partidos pol¨ªticos de este corte.
Esta desafecci¨®n, manifestada tanto en opiniones como en el auge de partidos racistas y antisistema, indica que la democracia representativa afronta en toda Europa problemas serios. Sin embargo, en la Uni¨®n Europea apenas se ha prestado atenci¨®n a la democracia. Y tanto sus instituciones como sus pol¨ªticas han contribuido a extender la sensaci¨®n de que ¡°no hay alternativa¡±. Si los ciudadanos entienden que tanto con el Gobierno como con la oposici¨®n la pol¨ªtica ser¨¢ la misma, concluir¨¢n que ¡°todos los pol¨ªticos son iguales¡±, que ¡°los pol¨ªticos siempre mienten¡±: ofrecer¨¢n promesas diferentes pero luego las traicionar¨¢n para hacer lo mismo. Las elecciones ser¨¢n en tal caso una pantomima: unos votos irrelevantes para las pol¨ªticas subsiguientes.
Sin embargo, este diagn¨®stico facilita que ganen malos gobernantes, da?a a la democracia y socava el apoyo a la UE. Deber¨ªa resultar obvio que la protecci¨®n de los derechos var¨ªa en sus pa¨ªses seg¨²n qui¨¦n gobierne, ya se trate de la despenalizaci¨®n del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo, de la educaci¨®n y de la sanidad p¨²blicas. Lo mismo sucede respecto de la igualdad. Hoy d¨ªa los ingresos del 20% m¨¢s rico de los espa?oles son 6,8 veces superiores a los del 20% m¨¢s pobre (Eurostat, Statistics on income and living conditions, 2013). Somos el pa¨ªs con mayor desigualdad en el seno de la UE, el doble de la existente en Suecia, Dinamarca, Austria, Holanda o B¨¦lgica. Esta desigualdad, por el contrario, se redujo sustancialmente en Espa?a a lo largo de la d¨¦cada de los ochenta. Los a?os en que ha gobernado la socialdemocracia en un pa¨ªs son una causa fundamental de que las diferencias en las condiciones de vida de los ciudadanos sean menores.
La desesperanza deriva
en buena parte de que
los pol¨ªticos no hablan de
en qu¨¦ pa¨ªs querr¨ªan vivir
Ello es compatible con la eficacia econ¨®mica en el seno de la UE. Ni la globalizaci¨®n ni la ortodoxia econ¨®mica han uniformizado las pol¨ªticas. Por poner ejemplos, Dinamarca, Suecia y Finlandia han sido los pa¨ªses que han cumplido de forma m¨¢s rigurosa la regla de estabilidad presupuestaria desde 1999. A la vez, en estos pa¨ªses el gasto p¨²blico represent¨® en 2011 m¨¢s de un 50% del PIB. Es decir, Gobiernos con econom¨ªas muy competitivas alcanzaron un equilibrio fiscal mediante un gasto p¨²blico y unos ingresos fiscales simult¨¢neamente altos.
Por el contrario, el Programa de Estabilidad que acaba de presentar Rajoy prev¨¦ que el gasto p¨²blico se reduzca hasta un 38% del PIB en 2015, y que la recaudaci¨®n fiscal sea a¨²n m¨¢s an¨¦mica. Esa es una ingente diferencia pol¨ªtica. Un Estado as¨ª no podr¨¢ cumplir con las obligaciones de atender a las necesidades de sus ciudadanos: esa atenci¨®n depender¨¢ de los medios econ¨®micos de que dispongan. Pi¨¦nsese, sin embargo, que en Espa?a el desequilibrio presupuestario no se ha debido a un gasto p¨²blico descontrolado, sino a unos ingresos fiscales an¨¦micos que se derrumbaron seis puntos del PIB en cuatro a?os y son ahora nueve puntos inferiores al promedio de la UE. Sin embargo, en vez de reducir el fraude fiscal, la amnist¨ªa decretada por el Gobierno no ha incrementado la recaudaci¨®n, simplemente ha legalizado a los defraudadores.
Si no caben en Europa devaluaciones de la moneda, ¡°devaluaciones internas¡± pueden ser inevitables para recuperar competitividad, pero esta no se consigue solo con reducciones de los costes laborales, sino con una inversi¨®n p¨²blica que incremente la productividad de los factores, en una educaci¨®n y formaci¨®n adecuadas, en I+D+I, en infraestructuras. Las diferencias en el seno de la UE son ingentes. Si para un pa¨ªs como Espa?a, tan escasa de ahorro interno, atraer inversi¨®n exterior resulta esencial, sabemos que ello depende del equilibrio macroecon¨®mico, de una fiscalidad predecible, de la estabilidad pol¨ªtica. Ello no son rasgos de la izquierda o de la derecha. S¨ª lo son los niveles y los componentes del gasto y de los ingresos p¨²blicos. No, no todos los partidos son iguales.
La desesperanza con la pol¨ªtica deriva en buena parte de que los pol¨ªticos no hablan de en qu¨¦ pa¨ªs querr¨ªan vivir al final del t¨²nel, para que se entiendan sus pol¨ªticas. Al rev¨¦s de Rajoy, Felipe Gonz¨¢lez no atribuy¨® la responsabilidad de pol¨ªticas de ajuste a la UE o al FMI, no dijo nunca que ¨¦l y los espa?oles carec¨ªan de elecci¨®n. Dijo tambi¨¦n que al final de un t¨²nel que pod¨ªa durar 10 a?os, su objetivo era un pa¨ªs que se respetara a s¨ª mismo ¡ªes decir, que protegiera a sus ancianos, atendiera a las personas necesitadas, ofreciera oportunidades a sus j¨®venes¡ª y que por ello fuera respetado internacionalmente. Hoy, por el contrario, nadie indica direcci¨®n alguna. As¨ª, con angustia y desconcierto, los ciudadanos piensan que en este sistema no hay alternativa y no saben qu¨¦ les espera. Pero la necesaria desconfianza no puede derivar en ceguera.
Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, soci¨®logo y pol¨ªtico, fue ministro de Educaci¨®n y Ciencia (1982-1988) en los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez. Acaba de publicar Las promesas pol¨ªticas (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores).
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