El Sr. Agag

Lo m¨¢s interesante del comunicado de Alejandro Agag es la iluminaci¨®n estil¨ªstica, con el protagonismo de una extra?a tercera persona llamada Sr. Agag. Alejandro nombra con una distancia reverencial, casi escalofriante, al tal Sr. Agag. Siempre pens¨¦ que hab¨ªa algo enigm¨¢tico en Alejandro Agag, en su ascensi¨®n mete¨®rica, y veo que la clave la desvela ahora ¨¦l mismo. Adem¨¢s de Alejandro y Agag existe un tercer hombre dotado de poderes extraordinarios: el Sr. Agag. Despu¨¦s de reunirse con Alejandro y Agag, el Sr. Agag ser¨¢ quien asuma la tarea de doblegar a los hechos, por tozudos que sean. As¨ª la ideolog¨ªa dominionista, tan propia de los neoconservadores, se traslada a todos los ¨¢mbitos de la realidad. El generos¨ªsimo regalo de boda a la pareja Agag & Aznar por parte de quien da nombre al gran entramado de corrupci¨®n pol¨ªtica, Correa (G¨¹rtel), no es m¨¢s que una prueba de amistad y cualquier otra interpretaci¨®n merecer¨¢ la fulminante respuesta no ya de Alejandro ni de Agag, sino del temible Sr. Agag. Casualidad o causalidad, los hechos presentan su propia resistencia al dominionismo y la realidad se rebela con voluntad ir¨®nica: lo que Correa regala para el magno acontecimiento es nada m¨¢s y nada menos que la luz. Los focos que iluminar¨¢n la larga noche festiva. Y quien regala la luz suele regalar las sombras. Es un principio cient¨ªfico que espero que el Sr. Agag no ponga en cuesti¨®n. Lo m¨¢s interesante que nos deja por ahora este episodio es la irrupci¨®n de esa tercera persona. Es el lenguaje del dominionismo. A partir de ahora, oiremos cosas como estas: ¡°Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Mariano Rajoy se han reunido en La Moncloa en un clima fraternal; a la salida, el Sr. Aznar ha advertido al Sr. Rajoy que no tolerar¨¢ ni un minuto m¨¢s la languidez de la resignaci¨®n¡±. En consecuencia, el Sr. Rajoy ha echado de la chaise longue a Mariano y a Rajoy.