Optimismo y cautela
El primer acuerdo entre el Gobierno de Colombia y las FARC es un paso adelante
El acuerdo alcanzado por el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sobre el primero de los seis puntos en negociaci¨®n es un paso adelante y llega en el momento oportuno: seis meses despu¨¦s de comenzado el di¨¢logo de paz, y cuando la opini¨®n p¨²blica colombiana ya empezaba a dar muestras de desapego. Se trata tambi¨¦n de un bal¨®n de ox¨ªgeno para el presidente Santos, antes de emprender la carrera hacia su reelecci¨®n en los comicios del pr¨®ximo a?o. De ah¨ª la euforia en los c¨ªrculos oficiales, donde se califica de hist¨®rico el pacto sobre tierras anunciado el domingo en La Habana.
Es cierto que la cuesti¨®n agraria es la gran asignatura pendiente de Colombia, que por lo dem¨¢s ha experimentado un asombroso despegue econ¨®mico en los ¨²ltimos a?os, con un crecimiento medio anual del 6%. Y lo es precisamente porque 60 a?os de conflicto armado han impedido el desarrollo de amplias zonas rurales del pa¨ªs. Colombia solo utiliza una cuarta parte de su extensi¨®n agraria. Un catastro desactualizado y el despojo sufrido por cuatro millones de campesinos a manos de los grupos armados han creado una aut¨¦ntica mara?a sobre los derechos de propiedad. Por eso no cabe sino congratularse de que el Ejecutivo y la guerrilla hayan acercado posiciones en temas como la distribuci¨®n de tierras y los programas de desarrollo.
Sin embargo, no sobran las cautelas, y no solo por la larga tradici¨®n de conversaciones fallidas con las FARC. Poco se sabe del contenido del acuerdo, m¨¢s all¨¢ de titulares gen¨¦ricos. Los propios jefes de la guerrilla advierten que quedan puntos sin resolver, detalles por negociar y desacuerdos por limar. Nada sorprendente si se tiene en cuenta que sobre la mesa se contrapone un modelo que mira al siglo XXI y la globalizaci¨®n, y otro anclado en el siglo XIX y las reservas campesinas.
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Es comprensible, tambi¨¦n, que en una sociedad tan castigada por el terrorismo y el narcotr¨¢fico como es la colombiana se cuestione la legitimidad de las FARC para negociar la agenda del pa¨ªs, aunque luego todo pase por un refer¨¦ndum. Hay recelos, sin duda. Pero el presidente Santos cuenta con un equipo negociador s¨®lido y nada estar¨¢ definitivamente acordado hasta que no haya un consenso sobre todos los puntos que est¨¢n en la mesa. Saben con qui¨¦n se la juegan.
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