Abordaje en alta mar
Guardias d¨ªa y noche, camarader¨ªa y un asalto a un velero sospechoso ¡®El Pa¨ªs Semanal¡¯ embarca durante 48 horas con el cuerpo de operaciones especiales del Servicio de Vigilancia Aduanera. Dos d¨ªas de caza al narco
"Ya est¨¢n en el radar¡±. Armando Sarasola, gallego, de 56 a?os, capit¨¢n del Fulmar, se?ala el objetivo en una de las pantallas del puente de mando a bordo de este buque de operaciones especiales del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Dos peque?as manchas informes asoman varias millas al oeste de la isla de Albor¨¢n y a unas diez de nuestra posici¨®n. Las dos manchas son dos veleros de menos de quince metros procedentes del norte de ?frica. En uno de ellos, tres pobres diablos navegan pl¨¢cidamente con viento de popa y rumbo hacia la costa andaluza sin saber lo que se les viene encima.
Lo que est¨¢ a punto de ven¨ªrseles encima, dando pantocazos a cuarenta nudos de velocidad sobre el Mediterr¨¢neo convertido en una balsa a media ma?ana de un viernes de primeros de mayo, es la proa de una de las dos lanchas ultrarr¨¢pidas del Fulmar lanzadas al agua con varios marineros de operaciones especiales del SVA dispuestos para el asalto. En la parte delantera van sentados, comiendo el salitre que arrecia con cada golpe de mar, tres tipos vestidos de negro con mono, guantes y casco de faena. Antonio Fern¨¢ndez, gallego, de 46 a?os y 24 de experiencia en el SVA, pistola HK al cinto cargada con munici¨®n de 9 mil¨ªmetros, explica a gritos entre el rugido de la turbolancha el estado de la cuesti¨®n. Escuchan sus palabras Ram¨®n de la Cuesta, de 47 a?os y armado con subfusil, y Jes¨²s Garc¨ªa de Le¨¢niz, un bigardo de 34 a?os que mide casi dos metros de altura y luce barba y melena rubias que le otorgan aspecto de vikingo.
¨CAparecer¨¢n por nuestra proa en unos minutos. El velero a por el que vamos no mide m¨¢s de quince metros. A bordo van tres tripulantes, uno de ellos con antecedentes por narcotr¨¢fico.
¨C?Actitud? ¨Cpregunta Jes¨²s.
¨CEn principio, no les engrilletamos. Subimos r¨¢pido, t¨² vas hacia proa a inspeccionar mientras Ram¨®n y yo nos quedamos control¨¢ndolos en cubierta.
El aviso lleg¨® cifrado hasta la sala de comunicaciones del Fulmar a primera hora de la ma?ana. El avi¨®n de Aduanas que sobrevuela la zona del estrecho de Gibraltar y las costas atl¨¢ntica y mediterr¨¢nea ha localizado dos veleros sospechosos con rumbo hacia la Pen¨ªnsula que hab¨ªan zarpado unas horas antes del puerto deportivo de Melilla. En la sede madrile?a de la Direcci¨®n General de Aduanas, los agentes del SVA certifican que una de las embarcaciones es sospechosa y en ella viaja un tripulante con antecedentes por tr¨¢fico de drogas. Tardan poco en mandar una orden de asalto hasta el Fulmar. D¨ªas m¨¢s tarde, en la sede de la Direcci¨®n de Aduanas, el jefe de operaciones navales del SVA, Fernando Mu?oz, explicar¨¢ uno de los factores que caracterizan a este cuerpo de ¨¦lite acostumbrado a actuar con el factor sorpresa como principal aliado: ¡°Tenemos la capacidad de tomar decisiones de este tipo de manera casi inmediata. Sin apenas burocracia ni escala de mandos. Eso nos diferencia de otros cuerpos policiales¡±.
La voz de alarma salta por primera vez veinticuatro horas despu¨¦s de que El Pa¨ªs Semanal embarcase en el Fulmar, tras una noche de guardia en la que no apareci¨® nada raro por los radares ni en el objetivo de la c¨¢mara t¨¦rmica. A las diez de la ma?ana, una fotograf¨ªa digital de la embarcaci¨®n sospechosa llega desde Madrid hasta la mesa de cartas del puente de mando. Mir¨¢ndola de reojo, el capit¨¢n calcula en una carta del Estrecho y el mar de Albor¨¢n la distancia que nos separa del objetivo. ¡°Nos han dado la orden de abordar a este velero de 44 pies, que viaja junto a otro de parecida eslora. Est¨¢n a unas 30 millas de Espa?a y 52 de Marruecos. Cuando lleguemos a unas 10 millas de ellos, vamos a arriar las dos lanchas para llevar a cabo el asalto. El fot¨®grafo y t¨² pod¨¦is ir con ellos¡±.
Hacia las once, el puente de mando del Fulmar se convierte en un vivero de adrenalina. Los marineros de operaciones especiales con turno de guardia ma?anera terminan de ajustarse aqu¨ª el equipamiento de asalto, los chalecos antibalas, las balizas de emergencia. Comprueban las conexiones de los walkie talkies. Los elementos de seguridad y comunicaciones prevalecen sobre el armamento entre estas filas. Sus actuaciones suelen transcurrir de madrugada en aguas turbulentas y no resulta nada pr¨¢ctico pegar un salto a las embarcaciones de los adversarios pertrechado hasta los dientes. Grilletes, porras y hachas suelen resultar para ellos m¨¢s pr¨¢cticos que el armamento de fuego. Mientras prosigue a bordo el ritual preparatorio, Ram¨®n de la Cuesta asoma su nariz aguile?a por la escotilla derecha con el subfusil HK colgando del hombro. ¡°?Vienen del moro, no?¡±, pregunta. El capit¨¢n termina de dar las ¨²ltimas indicaciones. Salvador Cervantes, oficial del Fulmar, de 57 a?os, sale del armero situado junto al puente de mando ajust¨¢ndose el chaleco salvavidas. ¡°Yo desmoralizo¡±, suelta medio en broma, medio en serio. ¡°Voy para desmoralizar a los malos¡±.
El factor sorpresa es su principal aliado. "Tomamos decisiones de asalto de manera casi inmediata"
Salvador tambi¨¦n es el encargado de ponerse a los mandos de la lancha que espera en la cubierta del Fulmar a ser catapultada del buque con el pescante en menos que canta un gallo. A popa de la planeadora, junto a Salvador, suben Enrique Outeiral, marinero especializado en mec¨¢nica, de 54 a?os, y Alfredo Fern¨¢ndez, oficial de puente, de 40. Antonio, Ram¨®n y Jes¨²s, espaldas anchas como un armario, toman asiento en las morcillas acolchadas de proa e invitan al poliz¨®n a situarse junto a ellos. El mismo n¨²mero de tripulantes embarca frente a nosotros en la otra lancha auxiliar del buque. En cuesti¨®n de segundos, las gr¨²as lanzan las planeadoras al agua y empezamos a cabalgar sobre el Mediterr¨¢neo.
Ocho millas despu¨¦s, la voz grave de Antonio rompe el silencio del mediod¨ªa en este rinc¨®n cercano a la isla de Albor¨¢n. Su dedo ¨ªndice se?ala el objetivo que asoma a un par de millas de nosotros. ¡°?Est¨¢n a la una!¡±. Ram¨®n vuelve su rostro duro como una lija hacia el poliz¨®n y entorna una sonrisa p¨ªcara. ¡°?Qu¨¦? ?C¨®mo vamos de nervios?¡±. Volamos sobre el agua confundi¨¦ndonos con el azul del mar mientras la otra lancha de operaciones especiales del Fulmar sigue nuestra estela. A lo lejos se divisa el palo del velero que estamos a punto de asaltar. Parece un buen d¨ªa de caza.
A eso se dedican estos tipos. A cazar narcotraficantes. Son la punta de lanza en las incursiones espa?olas en alta mar contra el contrabando. Ochenta y seis agentes, hombres casi en su totalidad, conforman la ¨¦lite de operaciones especiales del Servicio de Vigilancia Aduanera, el cuerpo policial de la Agencia Tributaria dedicado a combatir el contrabando, el blanqueo de capitales y el fraude fiscal. El equivalente a la Guarda di Finanza italiana, los franceses del cuerpo de Douanes et Droits Indirects o los temibles alemanes del ZKA. Considerados fuera de Espa?a por sus hom¨®logos y por ej¨¦rcitos de otros pa¨ªses con los que han colaborado en decenas de ocasiones como uno de los m¨¢s prestigiosos organismos antidroga del mundo, son, sin embargo, grandes desconocidos dentro de nuestras fronteras. El SVA opera en todo el territorio espa?ol, su espacio a¨¦reo y aguas jurisdiccionales. Cuando se trata de operaciones en alta mar, los elegidos son estos mismos agentes especiales junto a los que navegamos. Adiestrados para saltar de una patrullera a oscuras, de madrugada, con olas de cinco metros, y abordar un mercante sin miramientos con el objetivo de trincar la mercanc¨ªa ilegal de sus bodegas. Pueden actuar contra cualquier embarcaci¨®n con bandera espa?ola en aguas internacionales. Colaboran con los GEO y con otros organismos policiales y de la Guardia Civil. Sin que por ello obvien la consabida competencia latente por ¡°ganar la partida a los malos¡±.
Los malos, como ellos llaman a sus adversarios, los conocen bien. Las haza?as sobre sus ataques al narco corren por el mundillo del contrabando desde la r¨ªa de Arosa hasta el estrecho de Gibraltar. Mentar nombres como los del capit¨¢n Caparr¨®s o el oficial Fontela es algo parecido a hablar de los Messi y Ronaldo del cuerpo de operaciones especiales del SVA. Tambi¨¦n es el caso de Javier Collado, el audaz piloto del helic¨®ptero de Aduanas que sobrevuela cada noche implacable las aguas del Estrecho, inmortalizado por Arturo P¨¦rez-Reverte en La Reina del Sur (Alfaguara) con las palabras que el periodista del Diario de C¨¢diz ?scar Lobato emple¨® para describirle durante un encuentro entre los tres: ¡°Piloto del helic¨®ptero de Aduanas. Cazador nato. De C¨¢ceres. No le invites a un cigarrillo ni a alcohol porque solo bebe zumos y no fuma. Lleva 15 a?os en esto y conoce el Estrecho como la palma de su mano. Serio, pero buena gente. Y cuando est¨¢ ah¨ª arriba, fr¨ªo como la madre que lo pari¨®¡±.
Haza?as al margen, todos forman parte del mismo SVA que ostenta uno de los pabellones con m¨¢s solera de Espa?a y cuyo origen se remonta hasta hace cinco siglos con el auge del negocio tabaquero que floreci¨® con el Descubrimiento de Am¨¦rica e impuls¨® la organizaci¨®n paramilitar del primer Resguardo, dedicada a proteger el monopolio fiscal del Estado sobre el tabaco. Dependiente del Ministerio de Hacienda desde mediados del siglo pasado, integraron sus filas funcionarios tanto civiles como militares hasta que en 1982 se reestructur¨® la organizaci¨®n, adscrita diez a?os m¨¢s tarde al Departamento de Aduanas y Servicios Especiales de la Agencia. ¡°En tres palabras, somos una polic¨ªa aduanera y fiscal¡±, sintetizar¨¢ d¨ªas despu¨¦s en la Direcci¨®n de Aduanas de Madrid Manuel Montesinos, jefe de operaciones del SVA.
No se trata de polic¨ªas a los que haya que ense?ar a navegar, sino de marineros que se hicieron polic¨ªas"
De los casi 2.000 agentes a cargo de Montesinos, 900 pertenecen al Servicio Mar¨ªtimo. Entre estos ¨²ltimos, 86 componen la fuerza de operaciones especiales que navegan en los buques Fulmar y Petrel. ¡°La mayor¨ªa son hombres, es cierto. Para las oposiciones se exige experiencia marinera, un mundo predominantemente masculino. No se trata de polic¨ªas a los que hubo que ense?arles a navegar. La mayor¨ªa son marinos que se convirtieron en polic¨ªas. La especializaci¨®n y el entrenamiento son fundamentales para ellos a la hora de evitar accidentes. En alta mar, los narcos se encuentran m¨¢s relajados que cuando llegan a la costa a soltar el alijo. A mil millas de Cabo Verde, lo que menos se esperan es que unos t¨ªos los aborden de madrugada para pedirles los papeles. La mayor¨ªa de las veces no llevan ni armas y no suelen responder al asalto. Hay reacciones m¨¢s violentas con el tema del hach¨ªs ya en la costa, donde s¨ª que nos han pegado alg¨²n tiro o nos han apedreado, como pas¨® recientemente en Sanl¨²car de Barrameda [C¨¢diz] cuando varios vecinos asaltaron el helic¨®ptero de Aduanas mientras intentaba interceptar un alijo¡±.
Entre los objetivos del SVA, prosigue Montesinos, ¡°los estupefacientes son un g¨¦nero m¨¢s del contrabando¡± contra el que combaten, adem¨¢s de contra el fraude aduanero y fiscal. ¡°En el Servicio Mar¨ªtimo tiene prevalencia el narcotr¨¢fico. En los noventa era el tabaco, y en los ¨²ltimos a?os hemos detectado un repunte de esta actividad con cargamentos procedentes de Gibraltar, Andorra, Canarias, China, Emiratos ?rabes¡ De un par de a?os para ac¨¢ ha aumentado el trasvase de cigarrillos no falsificados para consumo en territorio nacional. Con las incautaciones del a?o pasado de tabaco se evit¨® un perjuicio a la Hacienda p¨²blica en torno a 30 millones de euros. Tambi¨¦n se ha producido una evoluci¨®n del tr¨¢fico de coca¨ªna desde el transporte mar¨ªtimo por la v¨ªa de las Azores hacia Espa?a a favor de los contenedores que entran por muchos otros pa¨ªses europeos. En cuanto al tr¨¢fico de hach¨ªs, la costa gaditana es la zona espa?ola de mayor preocupaci¨®n. Al SIVE [Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, gestionado por la Guardia Civil] no le llama la atenci¨®n un pesquerito o un velero, y por eso gran parte de este tr¨¢fico ha mutado hacia esas embarcaciones en lugar de las planeadoras¡±.
Impactamos violentamente contra la embarcaci¨®n sospechosa por el costado de estribor. "?Qui¨¦n est¨¢ al mando aqu¨ª?"
C¨¢diz, la provincia espa?ola donde se intercepta m¨¢s droga (m¨¢s de un centenar de toneladas de hach¨ªs incautadas el a?o pasado y cerca de cuatro toneladas en aprehensiones de coca¨ªna), cuenta con un punto al rojo vivo en la lucha contra el narco en la desembocadura del Guadalquivir por Sanl¨²car de Barrameda y ser¨¢ uno de los nuevos emplazamientos fijos del Fulmar. Bestia negra del narcotr¨¢fico en alta mar junto al Petrel, ambos buques de operaciones especiales del SVA son auxiliares de la Armada espa?ola. Con 61 metros de eslora y 10 de manga, helipuerto, lanchas semirr¨ªgidas de asalto izadas con gr¨²as ultrarr¨¢pidas, calabozos y armamento pesado (ametralladoras Browning del calibre 12,7), el Fulmar naci¨® en 2006 como la versi¨®n mejorada del emblem¨¢tico Petrel que opera desde 1995 con una espectacular hoja de servicio: 49 operaciones, m¨¢s de 80 toneladas de coca¨ªna incautadas, otras 24 de hach¨ªs y 723.950 cajetillas de tabaco intervenidas. El historial de aprehensiones del Fulmar asciende a 10 toneladas de coca¨ªna y 13 de hach¨ªs incautadas desde su botadura. La silueta azul que lo convierte en un ave nocturna al caer el sol apareci¨® ante nosotros por primera vez junto a la bocana del puerto de Algeciras.
A punto de partir hacia una operaci¨®n de refuerzo de vigilancia costera en la zona de Albor¨¢n, coordinada desde Madrid con las unidades aeronavales regionales, El Pa¨ªs Semanal embarc¨® veinticuatro horas antes de que las dos manchas sospechosas aparecieran en el radar del Fulmar. Los cerca de 30 tripulantes a bordo llevaban ya diez d¨ªas de marea y ven¨ªan de desarrollar otra incursi¨®n en el Atl¨¢ntico contra un pesquero sospechoso de llevar en sus bodegas carga de contrabando. Ahora estaban de nuevo dispuestos para una nueva cacer¨ªa.
La semirr¨ªgida auxiliar del Fulmar zumba proa al velero sobre el que ha reca¨ªdo la orden de asalto esta ma?ana de mayo. Nos aproximamos por el costado de estribor a toda velocidad hasta impactar violentamente contra el casco de la embarcaci¨®n, que aprovechaba una suave brisa para navegar a tres nudos con viento portante y las velas mayor y g¨¦nova desplegadas como orejas de burro. Los tres tripulantes, uno de ellos con antecedentes por narcotr¨¢fico, nos ven llegar por popa con los rostros desencajados. Tras el choque de embarcaciones, Antonio sube de un salto al velero en d¨¦cimas de segundo. Le sigue Ram¨®n, atento al subfusil, y Jes¨²s, el bigardo de casi dos metros que corre hacia proa para abrir el tambucho del ancla sin mediar palabra. Los ocupantes del velero contemplan en silencio la invasi¨®n desde la ba?era de popa mientras el resto del pasaje de la semirr¨ªgida culmina el abordaje.
Alfredo, oficial del Fulmar, pregunta qui¨¦n est¨¢ al mando de la nave. Un hombre de cuarenta y tantos se presenta como patr¨®n del velero con unos papeles en la mano. Viste un polo rojo, ba?ador y se calza unos n¨¢uticos. Tiene barba de varios d¨ªas y cara de pocos amigos. Alfredo y Enrique, especialista en mec¨¢nica, bajan con ¨¦l a la cabina y le obligan a abrir el compartimento del motor. En cubierta permanecen en silencio los otros dos tripulantes, ambos rondando la cincuentena y con cara de p¨®quer. Antonio y Ram¨®n los vigilan de cerca sin enca?onarlos, dado que no han opuesto resistencia. A bordo de la lancha de Aduanas solo queda Salvador, manteni¨¦ndose pegado al velero. Desde all¨ª les pregunta de d¨®nde vienen y entabla una breve conversaci¨®n con el m¨¢s maduro de los dos tipos que permanecen en cubierta mientras se lleva a cabo un registro en el interior del velero.
¨CVenimos de Melilla.
¨CYa. De la boca del lobo.
¨C?Por qu¨¦?
¨CPor nada, hombre, por nada.
El registro transcurre durante media hora hasta donde permite la ley sin que exista auto judicial que facilite una inspecci¨®n de ciertas zonas del barco m¨¢s a fondo en tierra. Cumpliendo estos l¨ªmites, los agentes de Aduanas no han encontrado fardo alguno a bordo del velero. Firma de papeles. Vuelta a la lancha. Todos, marineros del SVA e inspeccionados, mantienen la misma cara de p¨®quer hasta el final. ¡°Si llevan droga, la tienen muy bien escondida¡±, susurra el oficial Alfredo Fern¨¢ndez mientras saltamos de nuevo a la lancha. La otra avanzadilla ha registrado el otro velero junto al que viajaba esta embarcaci¨®n sospechosa y tampoco ha encontrado nada. Es hora de volver al Fulmar.
El buque 'Fulmar' de Aduanas se ha incautado de 10 toneladas de coca¨ªna y 13 de hach¨ªs desde su botadura
De nuevo en el buque, todos vuelan en busca de una ducha de agua caliente a la espera de reponer fuerzas con una deliciosa paella. De camino a los camarotes, Ram¨®n de la Cuesta, m¨¢s de dos decenios de servicio, admite que hoy no han tenido suerte: ¡°Cada aprehensi¨®n es diferente. Vas al l¨ª??mite y la adrenalina siempre est¨¢ ah¨ª. Entre mis mejores recuerdos est¨¢ el asalto en 2009 al Do?a Fortuna, un pesquero cargado con cinco toneladas de coca¨ªna. Hoy tengo 47 y a los 65 no nos podemos jubilar, as¨ª que seguiremos dando guerra¡±.
M¨¢s all¨¢ del asunto de la jubilaci¨®n seguir¨¢n en esto porque les gusta su oficio. Y hay quienes, como Jes¨²s Garc¨ªa, el vigu¨¦s con aspecto de vikingo, lo llevan en la sangre. Jes¨²s es hijo del m¨ªtico capit¨¢n Caparr¨®s del SVA. Estudi¨® Biblioteconom¨ªa, pero acab¨® present¨¢ndose a las oposiciones del cuerpo de operaciones especiales. Hoy tiene 34 a?os, sueldo de funcionario de carrera en la categor¨ªa C-1 y desde que ha sido padre nota c¨®mo le empieza a pesar lo que hace. ¡°Pero siempre he pensado que hay tres tipos de hombres: los vivos, los muertos y los hombres del mar. Yo soy de estos ¨²ltimos. Cuando sales ah¨ª fuera, controlas en todo momento el uso de la fuerza. Pero llegado el momento, pa que llore mi madre, que llore la suya¡±.
Son mitad corsarios y mitad agentes de la ley. "Nuestro mayor h¨¢ndicap no es el adversario, sino el estado de la mar"
Remedios Mu?iz, de 40 a?os, soltera, sin hijos y desde 2004 en el SVA, es una de las poqu¨ªsimas mujeres que integran el cuerpo de operaciones especiales. ¡°Me met¨ª en esto por ejercer en este barco, en actuaciones de alta mar. Cuando patrullamos soy una m¨¢s. A la hora de regresar al buque es cuando se nota que esta es una embarcaci¨®n donde predominan los hombres. No me veo mucho m¨¢s tiempo haciendo esto sobre todo por las lesiones. Con los a?os, la espalda se resiente y los golpes durante los asaltos son frecuentes¡±. Como explica Pablo Pi?eiro, de 48 a?os, primer oficial del Fulmar que muestra como un tesoro el retrato de su esposa, Mili, que guarda en su camarote, ¡°el mayor h¨¢ndicap para nosotros no es el adversario, sino el estado de la mar¡±.
El segundo d¨ªa a bordo tras el asalto transcurre entre guardias en el puente de mando, vigilando los radares y la c¨¢mara t¨¦rmica en busca de una nueva presa, e incontables recuerdos de singladuras gloriosas. Pedro, Javier, Lute, Totana¡ Salvador, Alejandro, Alfredo, Julio, Pablo, el capit¨¢n Armando¡ Todos tienen sus razones para seguir protagonizando la caza del narco que se libra en aguas internacionales. Aqu¨ª operan las reglas que establecen estos marineros, que son mitad corsarios y mitad agentes de la ley. Los tres pobres diablos de esta ma?ana han tenido suerte.
Al d¨ªa siguiente, de camino a desembarcar en el puerto de M¨¢laga, Ram¨®n comenta que cuando trincan un buen alijo lo celebran como si metieran un gol por la escuadra. Hay abrazos y gritos. La ¨²ltima diana en la que particip¨® el Fulmar data del pasado 6 de diciembre. Con apoyo del patrullero Alcaud¨®n II y la participaci¨®n del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil, intervinieron 25 millas al sur de Marbella el yate Star Uno, cargado con 1.380 ki??los de hach¨ªs. ¡°Sobre las operaciones m¨¢s recientes, como esta en la que os hab¨¦is enrolado, usando un s¨ªmil futbol¨ªstico podr¨ªa decirse que hemos tenido una mala racha de resultados¡±, admitir¨¢ Manuel Montesinos d¨ªas despu¨¦s en la Direcci¨®n de Aduanas de Madrid. ¡°Pero te aseguro que estos t¨ªos vuelven a dar en el blanco m¨¢s pronto que tarde¡±.
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