Espionaje y libertades
La vigilancia masiva y secreta de las comunicaciones en EEUU socava la democracia
Acosado por la alarmante discrepancia entre sus mensajes y los hechos que avala desde su cargo, Barack Obama ha salido a la palestra para defender lo indefendible: los masivos y secretos programas de vigilancia de las comunicaciones en los que su Gobierno lleva a?os embarcado. Hu¨¦rfano de argumentos convincentes para justificar esa intromisi¨®n orwelliana en los aspectos m¨¢s personales de las vidas ciudadanas, el presidente de Estados Unidos recurre al efectismo f¨¢cil al afirmar que no se puede pretender a la vez el cien por cien de seguridad y de privacidad, como si los hechos no hubieran probado hasta la saciedad, tambi¨¦n en EEUU, que el secuestro de la ¨²ltima no hace menos ilusoria la primera.
Las revelaciones de que las autoridades federales, en nombre de la seguridad nacional, bucean rutinariamente en las comunicaciones telef¨®nicas y por Internet de millones de personas son especialmente graves por lo que tienen de allanamiento de los principios democr¨¢ticos. Ser¨ªa ingenuo pensar en un control judicial efectivo de semejante leviat¨¢n. Y bordean lo tenebroso al conocerse que esa intromisi¨®n se ejecuta mediante ¨®rdenes y tribunales secretos o programas a¨²n m¨¢s secretos cuya existencia dicen desconocer los propios gigantes de la red cuyos servidores son escudri?ados.
Resulta un sarcasmo que este espionaje indiscriminado ¡ªpor m¨¢s legales que algunos de sus aspectos puedan resultar a la luz de la funesta Ley Patri¨®tica, aprobada sin un escrutinio parlamentario digno de tal nombre en el hurac¨¢n emocional que sigui¨® en EEUU a los atentados del 11-S¡ª haya permanecido secreto con el consentimiento de un Obama que lleg¨® a la Casa Blanca prometiendo precisamente combatir los excesos autoritarios de su predecesor. Un Obama cuya credibilidad se desploma y que nunca habr¨ªa informado a sus compatriotas de no verse forzado por revelaciones period¨ªsticas.
Lo conocido se?ala no solo una erosi¨®n profunda de las libertades civiles en un pa¨ªs que se proclama adalid en su defensa. Una vigilancia tan masiva y sostenida como la que ha salido a la luz en EEUU, cuyo alcance e implicaciones potenciales estremecen, solo es posible como resultado de un cierto sentido de inmunidad por parte de los poderes que la condonan. El mantenimiento de la seguridad y la democracia no exige una intromisi¨®n a ultranza e indiscriminada en la vida de las personas.
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