Blasco, la mancha resistente
El siete veces consejero Blasco, imputado por corrupci¨®n, ha decidido echarle un pulso al presidente Fabra, y lo est¨¢ ganando.
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Parece mentira que con lo desprestigiada que est¨¢ la actividad pol¨ªtica haya tantas resistencias a dejarla; si bien es m¨¢s justo decir que son los que est¨¢n acabando con su reputaci¨®n los que m¨¢s se aferran a ella. En el Parlamento valenciano hay nada menos que nueve diputados del PP (de un total de 55) imputados por corrupci¨®n. Los nueve siguen acudiendo cada d¨ªa a las Cortes, participando en sesiones y comisiones, confiados en que la justicia sea lo suficientemente lenta o torpe como para evitarles el mal trago de tener que dedicarse a otra cosa.
Rafael Blasco ni siquiera necesitar¨ªa buscarse otra dedicaci¨®n. Con 68 a?os cumplidos, su retiro ser¨ªa un gran alivio para la Comunidad Valenciana, que tantos servicios le ha prestado, y, sobre todo, para su propio grupo pol¨ªtico. Pero no. Blasco no se va. La Abogac¨ªa del Estado de la Generalitat pidi¨® el martes para ¨¦l 11 a?os de c¨¢rcel y la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n reclama 14. Ello indica que su presunci¨®n de inocencia est¨¢ m¨¢s que en entredicho. Pero el siete veces consejero Blasco ha decidido echarle un pulso al presidente Alberto Fabra y, de momento, lo est¨¢ ganando.
Las pruebas contra Blasco son contundentes y especialmente vergonzosas. En la instrucci¨®n de los cuatro casos en los que est¨¢ incurso se habla de sobres con dinero, millones inicialmente destinados a proyectos de cooperaci¨®n dedicados a comprar pisos o viajes oficiales a Cuba aprovechando que su hijo expon¨ªa... Nada de ello parece suficiente para que Blasco y algunos compa?eros de imputaciones reconsideren su prescindible aportaci¨®n a la pol¨ªtica.
Se sabe que la corrupci¨®n pol¨ªtica en Espa?a es sist¨¦mica. Personajes como Blasco demuestran que, adem¨¢s, es una mancha viscosa dif¨ªcil de limpiar. Fabra, que tanta limpieza prometi¨®, se deja torcer el pulso. No puede arrebatarle el esca?o, pero s¨ª echarle del grupo parlamentario, lo que no ha hecho todav¨ªa. Y as¨ª las cosas, Blasco sigue ocupando su puesto y, para estupor general, habla de dignidad y aplaude al mismo jefe que sue?a con prescindir de ¨¦l. Sabe que la condena jur¨ªdica tardar¨¢ en llegar y la ciudadana, en las urnas, no se ha producido. Todav¨ªa.
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