Educaci¨®n sobre ruedas

Como peat¨®n he tenido que soportar en ocasiones la prepotencia de algunos automovilistas, propiciada por un urbanismo m¨¢s af¨ªn a los neum¨¢ticos que a los pies de los ciudadanos. Siempre he visto, pues, con simpat¨ªa las reivindicaciones de los ciclistas, sometidos a parecidos abusos por parte del autom¨®vil.

Mi simpat¨ªa comienza a desvanecerse. No es ya que, mayormente, los carriles-bici se hayan construido a expensas no de las calzadas, sino de las aceras, ni que estas ¡ªy los parques urbanos¡ª se vean cada vez m¨¢s utilizadas por ciclistas: podemos compartir, dentro de unos l¨ªmites, esos espacios.

Lo irritante es que los peatones nos enfrentemos a un foco adicional de inseguridad y molestias por la actitud, cada vez m¨¢s frecuente, de los ciclistas: obstaculizar las aceras, demandar paso sin ninguna cortes¨ªa u obtenerlo mediante la intimidaci¨®n del mayor volumen y velocidad de su veh¨ªculo¡­ Quiz¨¢ usar la bicicleta se est¨¢ convirtiendo en una moda y sus nuevos adeptos carecen de los c¨®digos que, quiz¨¢ tambi¨¦n, defin¨ªan a los antiguos ciclistas. Sea como fuere, deber¨ªan recapacitar. No solo tienen la obligaci¨®n de comportarse adecuadamente mientras circulan, es que de no hacerlo van a perder a los peatones como aliados en sus demandas; incluso pueden ganarlos como adversarios.¡ª Enrique Murgui P¨¦rez.