?Pierde Estados Unidos a Latinoam¨¦rica?
El poderoso vecino del norte no deber¨ªa ceder su posici¨®n, dej¨¢ndosela a Rusia, China o Ir¨¢n
Es un mantra que se escucha cada vez m¨¢s en todo el mundo. El poder de Estados Unidos est¨¢ decayendo. Y en Am¨¦rica Latina esto se constata m¨¢s que en ning¨²n otro lugar. La regi¨®n ya no es considerada el ¡°patio trasero¡± de Estados Unidos, al contrario, presumiblemente el continente nunca ha estado ni tan unido ni tan independiente. Sin embargo, este punto de vista no refleja la verdadera naturaleza de la influencia estadounidense en Am¨¦rica Latina y en otros lugares.
Es cierto que la atenci¨®n de Estados Unidos hacia Am¨¦rica Latina ha disminuido en a?os recientes. El presidente George W. Bush estaba m¨¢s concentrado en su ¡°guerra global contra el terrorismo¡±. Su sucesor, Barack Obama, tuvo al parecer poco inter¨¦s en la regi¨®n, al menos en su primer mandato.
En efecto, en la Cumbre de las Am¨¦ricas, que tuvo lugar en Cartagena en 2012, los dirigentes latinoamericanos se sintieron lo suficientemente seguros y unidos como para desafiar las prioridades estadounidenses en la regi¨®n. Exigieron a Estados Unidos levantar el embargo a Cuba, con el argumento de que hab¨ªa da?ado las relaciones con el resto del continente, y hacer m¨¢s para combatir el uso de drogas en su propio mercado mediante educaci¨®n y trabajo social, en lugar de suministrar armas para luchar contra los capos de la droga en Am¨¦rica Latina ¡ªbatalla que todos piensan ha sido un total fracaso¡ª.
Tambi¨¦n es cierto que los pa¨ªses latinoamericanos han diversificado enormemente las relaciones econ¨®micas m¨¢s all¨¢ de la influencia estadounidense. China es ahora el segundo socio comercial m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina y r¨¢pidamente est¨¢ alcanzando a Estados Unidos. India est¨¢ mostrando un fuerte inter¨¦s en la industria energ¨¦tica de la regi¨®n y ha concluido acuerdos de exportaci¨®n en el sector de defensa. Ir¨¢n ha fortalecido sus v¨ªnculos econ¨®micos y militares, en especial con Venezuela.
Asimismo, en el a?o 2008, el entonces presidente ruso, Dmitri Medv¨¦dev, vio la guerra estadounidense contra el terrorismo como una oportunidad de crear acuerdos estrat¨¦gicos con potencias emergentes como Brasil o el ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra Am¨¦rica, un bloque ideado por Venezuela opuesto a los proyectos estadounidenses en la regi¨®n. El gigante energ¨¦tico, Gazprom y las industrias militares del pa¨ªs han encabezado los esfuerzos del Kremlin por demostrar la capacidad de influencia rusa en los pa¨ªses vecinos de Estados Unidos ¡ªuna respuesta directa a la percepci¨®n de una intromisi¨®n estadounidense en el propio ¡°vecindario inmediato¡± ruso, en particular en Georgia y Ucrania¡ª.
Una potencia emergente como
Brasil quiere m¨¢s respeto
en la escena mundial
Con todo, ser¨ªa un error considerar la diversificaci¨®n de las relaciones internacionales de Am¨¦rica Latina como el evento que marca el fin de la supremac¨ªa de Estados Unidos. A diferencia de la era pasada de superpotencias y naciones cautivas, la influencia estadounidense ya no puede seguir defini¨¦ndose como el poder de colocar y deponer dirigentes desde la Embajada estadounidense. Pensar as¨ª es ignorar c¨®mo ha cambiado la pol¨ªtica internacional en el ¨²ltimo cuarto de siglo.
Un continente que en otros tiempos sufri¨® golpes militares ha implantando lenta, pero firmemente democracias estables. La gesti¨®n econ¨®mica responsable, los programas de lucha contra la pobreza, las reformas estructurales y una mayor apertura a la inversi¨®n extranjera han contribuido en conjunto a generar a?os de crecimiento con baja inflaci¨®n. En consecuencia, la regi¨®n pudo resistir los estragos de la crisis financiera global.
Estados Unidos no solo foment¨® estos cambios, sino que se benefici¨® enormemente de ellos. Ahora m¨¢s del 40% de las exportaciones estadounidenses van a M¨¦xico, Sudam¨¦rica y Am¨¦rica Central, su destino de m¨¢s r¨¢pido crecimiento. M¨¦xico es el segundo mercado extranjero m¨¢s grande de Estados Unidos (con un valor estimado de 215.000 millones de d¨®lares en 2012). En los ¨²ltimos seis a?os, las exportaciones de Estados Unidos hacia Am¨¦rica Central han aumentado un 94% y las importaciones procedentes de la regi¨®n han crecido un 87%. Asimismo, la inversi¨®n extranjera m¨¢s importante en el continente sigue siendo la de Estados Unidos. Es claro que los intereses estadounidenses se favorecen al tener vecinos democr¨¢ticos estables y cada vez m¨¢s pr¨®speros.
Esta nueva realidad tambi¨¦n exige un estilo diferente de diplomacia ¡ªuno que reconozca la diversidad de intereses en el continente¡ª. Por ejemplo, una potencia emergente como Brasil quiere m¨¢s respeto en la escena mundial. Obama se equivoc¨® cuando en 2010 descart¨® un acuerdo sobre el programa nuclear de Ir¨¢n mediado por Brasil y Turqu¨ªa (a pesar de que anteriormente hab¨ªa respaldado estas negociaciones). Otros pa¨ªses podr¨ªan verse favorecidos por los esfuerzos estadounidenses para promover la democracia y las relaciones socioecon¨®micas, como muestran las giras recientes de Obama a M¨¦xico y Costa Rica.
Las relaciones comerciales representan otro instrumento importante. El presidente chileno, Sebasti¨¢n Pi?era, visit¨® la Casa Blanca hace poco para tratar, entre otros, el tema del acuerdo de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (TPP, por sus siglas en ingl¨¦s), acuerdo ambicioso de libre comercio que podr¨ªa abarcar Nueva Zelanda, Singapur, Australia, M¨¦xico, Canad¨¢ y Jap¨®n. Tambi¨¦n visit¨® la Casa Blanca el presidente peruano, Ollanta Humala, mientras que el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, tiene programado visitar Am¨¦rica Latina pronto.
La lengua y cultura tambi¨¦n importan. Dado el extraordinario crecimiento de la influencia latina en Estados Unidos, es casi inconcebible que dicho pa¨ªs pueda perder su estatus ¨²nico en la regi¨®n a favor de China, Rusia y ya no se diga de Ir¨¢n.
Ya pasaron los d¨ªas en que el poder militar y la pol¨ªtica de subversi¨®n pod¨ªan garantizar la influencia estadounidense ¡ªen Am¨¦rica Latina o en otros lugares¡ª. Actualmente, una potencia mundial es una que puede combinar el dinamismo econ¨®mico y una cultura popular con un alcance mundial basado en intereses compartidos. Estados Unidos est¨¢ mejor posicionado que cualquier otra potencia en este sentido, en particular cuando se trata de aplicar estas ventajas en su vecindario inmediato.
Shlomo ben Ami, exministro de Relaciones Exteriores de Israel, es vicepresidente del Centro Internacional Toledo para la Paz (Toledo International Center for Peace) y autor de Scars of War, Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy.
Traducci¨®n de Kena Nequiz.
? Project Syndicate, 2013.
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