Ejecutar un asesinato

La organizaci¨®n terrorista ETA nunca asesin¨® a nadie, si seguimos su propio vocabulario (cosa que estamos lejos de hacer). Simplemente, sus v¨ªctimas eran ¡°ejecutadas¡±.

Ali Zein el Abidin Berri, presunto mat¨®n del r¨¦gimen de Bachar el Asad, fue fusilado hace un a?o en Alepo por los rebeldes sirios, y se ley¨® en los peri¨®dicos que hab¨ªa sufrido una ¡°ejecuci¨®n p¨²blica¡±. Bachar el Aji, portavoz de los fusiladores, aclar¨® que antes de la ¡°ejecuci¨®n¡± se hab¨ªa producido un ¡°juicio de campa?a¡±.

Y hace d¨ªas, el lunes 10 de junio, unos rebeldes sirios ¡°ejecutaron¡± a un adolescente de 15 a?os ¡°por haber blasfemado¡±, tambi¨¦n en Alepo. Lo hicieron en plena calle, despu¨¦s de que unos milicianos islamistas aseguraran que le hab¨ªan o¨ªdo ¡°de pasada¡± decir: ¡°Aunque descendiera el profeta Mahoma, no me convertir¨ªa en creyente¡±. No consta la versi¨®n del chaval, ni tampoco que tuviera abogado.

El verbo ¡°ejecutar¡± se incorpor¨® al Diccionario de la Real Academia en 1817, y entre sus seis acepciones figuraba esta: ¡°Quitar la vida al reo por ejecuci¨®n de justicia, ajusticiarle¡±.

Y ese segundo verbo, ¡°ajusticiar¡±, se incorpor¨® en 1726 (Diccionario de Autoridades) con esta definici¨®n: ¡°Castigar al reo con pena de muerte¡±.

La Academia ha ido simplificando luego la entrada, y actualmente ¡°ejecutar¡± se define (en cuanto a la acepci¨®n que viene al caso) con ese sin¨®nimo: ¡°Ajusticiar¡±. Y ¡°ajusticiar¡± equivale ahora a su vez a ¡°dar muerte al reo condenado a ella¡±. Muy parecido a lo que explica el Diccionario Panhisp¨¢nico de Dudas, tambi¨¦n acad¨¦mico: ¡°Ajusticiar: Aplicar la pena de muerte¡±.

Por tanto, se ajusticia o se ejecuta a alguien si ha sido condenado a la pena capital.

Pero ?condenado por qui¨¦n? ?Por un tribunal legalmente constituido que respet¨® los derechos del acusado, por un tribunal popular sin garant¨ªas, por un grupo de terroristas?

Lamentablemente, la pena capital convive con la democracia en algunos pa¨ªses. Y tambi¨¦n se aplica en otros lugares sin que medie proceso legal alguno, ni siquiera una sentencia razonada que se deba ¡°ejecutar¡±.

Las palabras llegan siempre m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites con los cuales las petrifica el ¡®Diccionario¡¯

La definici¨®n acad¨¦mica de ¡°ejecutar¡± no parece muy exigente a la hora de distinguir entre unos casos y otros, ni con las formalidades del derecho; quiz¨¢ porque las considera harina de otro costal: el costal de la ¨¦tica y el l¨¦xico del periodismo, tal vez.

Nos moveremos entonces en ese terreno.

Los peri¨®dicos informaron hace meses de otro caso sucedido en Siria: ¡°La ejecuci¨®n, sin que en ese caso mediara juicio sumario alguno, del teniente coronel Mahmud Mohamed Al¨ª¡±.

Si no hubo juicio, no hubo sentencia; y por tanto, tampoco condena ni ejecuci¨®n del fallo. Pero tal vez s¨ª se trat¨® de un ¡°ajusticiamiento¡±, con la etimolog¨ªa en la mano, pues quien decidi¨® su muerte cre¨ªa que estaba impartiendo justicia: Se ajusticiaba, se daba muerte al reo condenado a ella..., aunque sin proceso alguno.

En efecto, la palabra ¡°ajusticiar¡± nos remite a la ra¨ªz ¡°justicia¡±, que consiste a su vez en un ¡°principio moral¡±. Y por eso nos podemos preguntar en este punto: ?justicia de qui¨¦n?

La idea de justicia se relaciona con los criterios m¨¢s objetivos, pero tambi¨¦n con la mayor arbitrariedad: unos rebeldes creen administrar justicia, conforme a sus principios, cuando fusilan a un adolescente.

As¨ª pues, la definici¨®n del Diccionario ampara la aplicaci¨®n de la palabra a lo que sucedi¨® en tales fusilamientos de Siria, y qui¨¦n sabe si a los atentados de ETA, pues solo se precisaba que el pelot¨®n o el comando correspondientes estuviesen ejecutando una sentencia dictada por alg¨²n tribunal ¡ªimprovisado o no¡ª y que esta fuera adoptada por quien cre¨ªa impartir justicia, o por alguien que ejecutase su propio fallo o el de sus compinches. Alguien que se arrogara el derecho a disponer de una vida ajena.

Sin embargo, las palabras llegan siempre m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites con los cuales las petrifica el Diccionario. En sus p¨¢ginas las vemos congeladas, y no por ello dejan de ser palabras con toda su esencia individual y su significado certero all¨ª establecido. Pero en cuanto uno las saca de la nevera y las pone en el microondas, toman un olor y un calor que las transforma sin contradecirlas, igual que nos huele la sopa caliente sin dejar de ser sopa cuando est¨¢ fr¨ªa. Cada vocablo se muta al entrar en contacto con el contexto como el papel se altera al acercarse al fuego.

El verbo ¡°ejecutar¡± y el sustantivo ¡°ejecuci¨®n¡± salen del frigor¨ªfico de la Academia y adquieren enseguida connotaciones propias por el roce de sus part¨ªculas con las ondas electromagn¨¦ticas de alta frecuencia.

Y tantas veces se ha empleado la palabra ¡°ejecutar¡± en contextos de formalidad legal (ejecutar una opci¨®n de compra, ejecutar un embargo, ejecutar una multa...), que su aplicaci¨®n a casos de barbarie puede resultar inc¨®moda para cualquier persona habituada a reconstruir cada t¨¦rmino a partir de lo que conoce de ¨¦l por la costumbre de su uso.

Quiz¨¢s se pueda ¡°ejecutar¡± en la calle a un adolescente, diccionario en mano. Pero, por muy culpable que pudiera parecer un reo, la palabra ejecuci¨®n, tal como se usa en los diarios cuando alguien se toma la justicia por su cuenta, est¨¢ silenciando otra m¨¢s precisa: asesinato.