Las ventanas hablan (adem¨¢s de dejar ver)
Las ventanas de tres de las fachadas de este edificio de Herzog & de Meuron en Basilea m¨¢s que hablar avisan: en su interior, los forjados no son equidistantes. Esas aperturas no permiten ver, pero s¨ª dejan claro que las fachadas que agujerean encierran un mundo distinto.
Distinto y diverso. El inmueble de fachada plateada cercano a la estaci¨®n de la ciudad contiene un programa relacionado pero plural. De un lado acoge oficinas (en las cuatro plantas bajas con vistas al sur). De otro, contiene 100 apartamentos para ancianos (nueve plantas encaradas en una torre que trepa por el noreste). El inmueble comprende tambi¨¦n un asilo de ancianos (con restaurante y cafeter¨ªa) y un z¨®calo de comercios que relaciona el edificio con la zona c¨¦ntrica de la ciudad donde se ubica. Sin embargo, la clave est¨¢ en lo que ni se ve ni se intuye tras tres de sus asim¨¦tricas fachadas. En el interior, todo gira en torno a un jard¨ªn, un patio para uso de los ancianos. Todos los servicios tienen vistas a ese espacio. Y la conexi¨®n, y desconexi¨®n, entre los diversos usos del complejo es lo que genera un patr¨®n irregular de ventanas que ilumina sus plantas cambiantes (a veces de una ¨²nica altura (en la zona de los apartamentos) y a veces de varias alturas y con circulaciones at¨ªpicas (en la zona de asilo, oficinas y restaurante).
En el interior, la disposici¨®n de los huecos de la fachada, que parece seguir el orden caprichoso de un tetris, cobra sentido y revela un eco en los usos interiores de esas ventanas -como galer¨ªas soleadas en los apartamentos o como bancos cuando el alf¨¦izar y las jambas est¨¢n forrados de roble tambi¨¦n en los apartamentos y en el asilo de ancianos.
As¨ª, el desorden aparente de los vanos permite no solo ampliar los usos de las diversas tipolog¨ªas que encierra el edificio, tambi¨¦n mejora la iluminaci¨®n de las plantas at¨ªpicas y de los pasillos que conectan las oficinas o los servicios del asilo.
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