Contra la actitud intimidatoria de Erdogan
Debemos apoyar a quienes defienden los mismos valores que nosotros en la plaza de Taksim en Estambul, pero no se puede esperar que Turqu¨ªa se convierta de pronto en una Francia en el Mediterr¨¢neo oriental
Otro a?o m¨¢s, otro pa¨ªs m¨¢s, otra plaza m¨¢s: despu¨¦s de la plaza de San Wenceslao en Praga, la plaza de la Independencia en Kiev, la plaza Azadi en Teher¨¢n, la plaza Roja en Mosc¨² y la plaza de Tahrir en El Cairo, ahora nos encontramos con la plaza de Taksim en Estambul. Todas ellas se muestran al mundo entero a trav¨¦s de unas im¨¢genes fotogr¨¢ficas ic¨®nicas. Aqu¨ª, es esa joven con un vestido rojo, Ceyda Sungur, profesora de la Universidad T¨¦cnica de Estambul, mientras un polic¨ªa antidisturbios le arroja gas lacrim¨®geno desde cerca. Los s¨ªmbolos nacionales, las banderas y los colores cambian ¡ªverde en Ir¨¢n, naranja en Kiev, rojo en Estambul¡ª, pero la esencia de la imagen es la misma. Una joven moderna, urbana, seguramente laica, se enfrenta al hombre armado, con casco, sin rostro. ?l representa a las fuerzas de la reacci¨®n, el autoritarismo y la dominaci¨®n, ya sea al servicio de los ayatol¨¢s, el presidente Vlad¨ªmir Putin o ese sult¨¢n frustrado que es el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.
Vemos esta iconograf¨ªa de la protesta pac¨ªfica, y sabemos de inmediato de qu¨¦ lado estamos. Estamos con ellos. Ellos son de los nuestros; nosotros somos su gente. Influidos por el poder de sugesti¨®n de las im¨¢genes visuales seleccionadas por las televisiones y los responsables de fotograf¨ªa de los peri¨®dicos, as¨ª como por las preferencias colectivas espont¨¢neas de las redes sociales, tenemos el sentimiento semiconsciente de que estamos ante una misma y larga lucha.
En cierto modo, ese sentimiento no est¨¢ del todo descaminado. Existe hoy en el mundo entero una especie de Quinta Internacional de hombres y mujeres j¨®venes, m¨¢s preparados, que en su mayor¨ªa residen en ciudades, que se reconocen y se entienden en todas partes, desde Shangh¨¢i hasta Caracas y desde Teher¨¢n hasta Mosc¨². Como la generaci¨®n de 1968, tienen algo en com¨²n, pero esta vez se extiende a todo el planeta. En parte, porque viajan mucho, viven y estudian en varios sitios. Aqu¨ª, en Berl¨ªn, acabo de ver a una estudiante turcoalemana o germanoturca que particip¨® en las protestas, llamada Ebru Dursun, explicar con calma a los teleespectadores, en un alem¨¢n impecable, qu¨¦ est¨¢ ocurriendo y a qu¨¦ aspiran los manifestantes como ella.
En otro aspecto, este sentimiento nos puede arrastrar a una deriva peligrosa. Cada una de esas plazas representa un momento distinto en un contexto muy diferente, y los resultados tambi¨¦n han sido de lo m¨¢s variado. En la plaza de Taksim, hasta que la limpiaron de forma brutal con ca?ones de agua, gas lacrim¨®geno y porrazos de la polic¨ªa, hab¨ªa tambi¨¦n gente de la minor¨ªa alev¨ª del pa¨ªs, ¡°musulmanes anticapitalistas¡±, hinchas de f¨²tbol de tres clubes rivales, suf¨ªes, anarquistas y yoguis. Todos estaban unidos en una misma causa: impedir que Erdogan sea un nuevo sult¨¢n, como suceder¨ªa si el a?o que viene logra convertirse en un presidente ejecutivo y reforzado.
El l¨ªder turco ha pasado de ser un modelo de esperanza para la regi¨®n a un s¨ªmbolo del miedo
Cuando el primer ministro regres¨® a Turqu¨ªa, despu¨¦s de un viaje al extranjero, se subi¨® a su autob¨²s de dos pisos y proclam¨® a sus partidarios: ¡°Desde aqu¨ª saludo a las ciudades hermanas de Estambul: Sarajevo, Bak¨², Beirut, El Cairo, Skopje, Bagdad, Damasco, Gaza, Ramala, La Meca y Medina¡±. Vaya lista. La mayor¨ªa de los dirigentes pol¨ªticos sucumben a la soberbia cuando llevan m¨¢s de 10 a?os en el poder. Erdogan, que siempre tuvo una personalidad autoritaria, lo ha hecho desde su reelecci¨®n en 2011, tras la cual apart¨® a sus asesores m¨¢s independientes, pero su soberbia est¨¢ adquiriendo dimensiones gigantescas. Una consecuencia es ya innegable: aunque permanezca en el poder, su reputaci¨®n internacional nunca se recobrar¨¢. Con sus diatribas sobre ¡°el fin de la tolerancia¡± y sobre los ¡°v¨¢ndalos¡±, ¡°provocadores¡± y ¡°terroristas¡±, ha pasado de ser un modelo de esperanza para la regi¨®n a un s¨ªmbolo del miedo.
Tambi¨¦n debemos dejar claro lo que no es este fen¨®meno. Una pancarta improvisada en la zona que los manifestantes llamaban ¡°Resistambul¡± dec¨ªa ¡°Ahora, Tahrir es Taksim¡±. Pero Taksim nunca ha sido Tahrir, ni mucho menos Tiananmen, porque Turqu¨ªa no es una dictadura. Es una democracia electoral. Una democracia muy imperfecta, desde luego, con un Estado de derecho debilitado, insuficientes derechos para las minor¨ªas y unos medios de masas intimidados o manipulados ¡ªTurqu¨ªa ha encarcelado a m¨¢s periodistas que China¡ª, pero una democracia. Y en las ¨²ltimas elecciones, Erdogan obtuvo el 50% del voto popular.
Otra cosa que tampoco es la protesta en Turqu¨ªa, es lo que sugiere en tono siniestro Erdogan: una especie de conspiraci¨®n occidental. Puede que los manifestantes a los que nos gusta enfocar con las c¨¢maras asuman los valores que consideramos europeos y occidentales, pero no como resultado de ninguna pol¨ªtica de Europa ni Occidente. Hace 10 a?os, cuando la gente en Turqu¨ªa cre¨ªa todav¨ªa que la Uni¨®n Europea pensaba verdaderamente cumplir su promesa de negociaciones para su entrada, habr¨ªa podido parecer que unas manifestaciones de ese tipo eran parte de un largo recorrido nacional ¡°hacia Europa¡±. Pero ahora esa fe en el atractivo de la pertenencia a la UE est¨¢ muy desva¨ªda. De modo que, si los turcos adoptan esos valores, lo hacen por los principios, no como medio para lograr ning¨²n fin geopol¨ªtico o econ¨®mico. Lo ir¨®nico es que ese cambio puede ser positivo, porque entonces lo que estamos viendo es una batalla turca por las libertades turcas, nada m¨¢s y nada menos.
Esa fe en el atractivo de la pertenencia a la Uni¨®n Europea est¨¢ ahora muy desva¨ªda
Hace unos d¨ªas pregunt¨¦ a un astuto observador pol¨ªtico turco, reci¨¦n llegado de Estambul, qu¨¦ deb¨ªan hacer los dirigentes europeos como reacci¨®n a ¡°Taksim¡±. Su respuesta fue: nada. Que sean los propios turcos. Me mostr¨¦ de acuerdo con ¨¦l, pero hoy ya no puedo estarlo. Ante la arrogancia con que Erdogan intimida a su pueblo, los l¨ªderes europeos deben alzar la voz, aunque, como le sucedi¨® al comisario de Ampliaci¨®n de la UE, Stefan F¨¹le, el aspirante a sult¨¢n se quite los auriculares de la traducci¨®n simult¨¢nea mientras est¨¢ oyendo el mensaje.
No obstante, debemos encontrar un justo medio. Tenemos que mostrar una solidaridad total con quienes est¨¢n defendiendo unos valores que compartimos, con esas j¨®venes de las fotos a las que reconocemos de manera instintiva como parte de ¡°nosotros¡±. De hecho, hay algunos que son verdaderamente ¡°nosotros¡±, en el sentido estricto de que viven al menos parte del tiempo en Europa y son ciudadanos europeos.
Ahora bien, al mismo tiempo, debemos reconocer que no son ellos quienes ganaron las ¨²ltimas elecciones ni probablemente ganar¨¢n las pr¨®ximas. Desde el punto de vista pol¨ªtico, un resultado realista es que venza el presidente actual, Abdullah G¨¹l, junto con los moderados pertenecientes a su corriente del partido en el Gobierno. Incluso en una democracia liberal m¨¢s genuina, el ¡°modelo turco¡± no ser¨ªa una especie de Rep¨²blica Francesa en el Mediterr¨¢neo Oriental. En el mejor de los casos ser¨ªa una combinaci¨®n de laicismo y democracia, con el reconocimiento del islam como religi¨®n mayoritaria. Entonces podr¨ªa volver a ser un polo de atracci¨®n para gran parte de Oriente Pr¨®ximo, adem¨¢s de candidato serio a la Uni¨®n Europa. Si Turqu¨ªa avanza en esa direcci¨®n en los pr¨®ximos a?os, en parte como consecuencia de este momento en Taksim, los manifestantes reprimidos con gas no habr¨¢n derramado sus l¨¢grimas en vano.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: Ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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