La inmigraci¨®n y el lenguaje
Cr¨ªticas al uso de t¨¦rminos inadecuados para referirse a este colectivo, particularmente cuando se se?ala como inmigrantes a personas con la nacionalidad espa?ola
El diario combate la xenofobia y defiende los derechos humanos de las personas inmigrantes. Sin embargo, mensajes de los lectores reprochan el empleo de t¨¦rminos que consideran inadecuados para definir a este colectivo, particularmente cuando han adquirido la nacionalidad o han nacido en Espa?a. Sin caer en par¨¢frasis ilegibles para cumplir con postulados pol¨ªticamente correctos que nunca reciben un consenso claro por quienes postulan distintas alternativas l¨¦xicas, s¨ª resulta necesario reflexionar sobre el empleo de determinadas expresiones como ¡°inmigrantes de segunda generaci¨®n¡±, ¡°sin papeles¡±, ¡°extranjeros con doble nacionalidad¡±¡
No se trata de un debate nuevo. En abril, la agencia AP correg¨ªa su Gu¨ªa de estilo y prohib¨ªa la expresi¨®n ¡°inmigrante ilegal¡±. Ilegal, argumentaba su responsable, es una acci¨®n, jam¨¢s una persona. Tampoco se aceptaba como sustituto ¡°indocumentado¡±. El diario Los ?ngeles Times tambi¨¦n introduc¨ªa correcciones en su manual de estilo en mayo para insistir en que no debe usarse la expresi¨®n ¡°inmigrantes ilegales¡± y que la alternativa sugerida en 1995 de ¡°inmigrantes indocumentados¡± se consideraba ahora imprecisa porque muchos de ellos tienen alg¨²n tipo de documento, aunque carezcan de visado. USA Today segu¨ªa la senda de AP y notificaba a la redacci¨®n en abril la prohibici¨®n del citado t¨¦rmino, pero, a diferencia de la citada agencia, aceptaba el empleo de ¡°inmigrante indocumentado¡±. En este baile de terminolog¨ªa faltaba The New York Times. Su defensora del lector, el a?o pasado, apoy¨® el uso del t¨¦rmino ¡°inmigrante ilegal¡± porque lo encontraba claro, preciso y f¨¢cil de entender. A finales de abril de este a?o y tras recibir una petici¨®n firmada por 70.000 personas para que cambiara de criterio, el diario persisti¨® con matices en su posici¨®n. En un comunicado explicaba que continuar¨ªa permitiendo la citada expresi¨®n para definir a quien entre, viva o trabaje en EE UU sin autorizaci¨®n legal, aunque animaba a los redactores a considerar alternativas cuando se tratara de explicar las espec¨ªficas circunstancias de una persona. En el mensaje editorial, el diario afirmaba que los defensores de una posici¨®n en este debate reclaman a las organizaciones period¨ªsticas ¡°¨²nicamente emplear los t¨¦rminos que ellos prefieren¡± y aseguraba que ¡°no es tarea nuestra tomar partido¡±. El Libro de estilo de EL PA?S hace a?os que proscribi¨® el uso de ¡°inmigrante ilegal¡± y propone ¡°inmigrantes indocumentados¡± o ¡°en situaci¨®n ilegal¡±. De hecho se han instalado otras f¨®rmulas como la expresi¨®n ¡°sin papeles¡± que, cuando se emplea sin sujeto, algunos lectores consideran despectiva. El Libro de estilo de Canal Sur, por ejemplo, aconseja no incorporar como rutina esta expresi¨®n. Con todo, se trata de una manera aceptable de eludir la connotaci¨®n delictiva que va asociada a t¨¦rminos como ¡°ilegal¡±, primando una circunstancia administrativa.
Uno de los conceptos criticados es el de ¡°inmigrante de segunda generaci¨®n¡±. Lo hace, por ejemplo, Nur Farah. ¡°La propia expresi¨®n es incorrecta: los hijos y nietos de inmigrantes no son inmigrantes de segunda generaci¨®n o tercera generaci¨®n. No han inmigrado desde ninguna parte¡±. Su comentario, a prop¨®sito de una cr¨®nica, llegaba poco despu¨¦s de que el diario publicara un trabajo sociol¨®gico cuyo t¨ªtulo es Estudio longitudinal de la segunda generaci¨®n y que se resumi¨® en el titular como ¡°El 50% de inmigrantes de segunda generaci¨®n se siente espa?ol¡±. Rosa Aparicio, soci¨®loga del Instituto Universitario de Investigaci¨®n Ortega y Gasset y una de las autoras de la encuesta, afirma que personalmente nunca emplea esta expresi¨®n para referirse a hijos de inmigrantes nacidos o llegados al pa¨ªs en edad muy temprana. ¡°Prefiero la expresi¨®n ¡°hijos de inmigrantes¡±, aunque para distinguir a los que se han socializado en el pa¨ªs donde han nacido o llegaron de ni?os y se han socializado en ¨¦l me parece tambi¨¦n adecuado utilizar ¡°j¨®venes de segunda generaci¨®n¡± o, simplemente, ¡°segunda generaci¨®n¡±. La expresi¨®n sobre la que me pregunta implica un estigma porque mantiene su condici¨®n de inmigrantes y no es la idea que transmite ¡°segunda generaci¨®n¡±, que se usa seg¨²n el concepto orteguiano de generaci¨®n, en el sentido de cambio¡±. Con respecto a otras expresiones, Aparicio admite que se pueden discutir. ¡°Las expresiones ¡°sin papeles¡± o ¡°irregulares¡± no son despectivas y precisamente se han adoptado para evitar otros t¨¦rminos como el de ¡°ilegal¡± que s¨ª resulta despectivo y que adem¨¢s es impreciso. El t¨¦rmino ¡°sin papeles¡± tambi¨¦n es una imprecisi¨®n, pero es tolerable porque, si no, al final, no habr¨ªa forma de nombrar. Est¨¢ claro que no es lo mismo irregular que ilegal. ¡°Sin papeles¡± es m¨¢s amplio porque puede abarcar a los refugiados que, jur¨ªdicamente, es una figura distinta¡±.
Javier de Lucas, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho e investigador del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia, es partidario de evitar incluso el concepto de segunda generaci¨®n, aunque admite que es dif¨ªcil oponerse a una descripci¨®n sociol¨®gica que se refiere a hijos de inmigrantes e intenta explicar sus problemas. ¡°El concepto de inmigrante es un constructo. La ¨²nica par¨¢frasis admisible es ¡°hijo de inmigrante¡± para evitar el riesgo que conlleva hablar de segunda generaci¨®n. Todos en alguna generaci¨®n somos inmigrantes. Inmigrante es quien se desplaza y llega¡±. Igualmente encuentra inadmisible la expresi¨®n ¡°extranjero con doble nacionalidad¡±, cuyo uso han criticado algunos lectores, porque, obviamente, si tiene la nacionalidad espa?ola no es un extranjero. ¡°Usar este t¨¦rmino es una manera de mantenerlo separado, sin reconocer su integraci¨®n plenamente. Se trata de personas con doble ciudadan¨ªa o nacionalidad¡±. Un problema distinto plantean, a juicio de Javier de Lucas, otros t¨¦rminos para los que, en varios casos, admite, no tiene una soluci¨®n definitiva. Como alternativa a ¡°ilegal¡± existe, a su juicio, la expresi¨®n ¡°en situaci¨®n ilegal¡±, ¡°es menos incorrecta porque una persona no es ilegal, lo es su situaci¨®n¡±, pero las personas leen inmediatamente ¡°ilegal¡±. Aun reconociendo problemas prefiero la expresi¨®n ¡°irregular¡± que evita connotar al inmigrante como un delincuente, aunque tambi¨¦n molesta a mucha gente. Un problema distinto es el de ¡°sin papeles¡±, a la que achaca una falta de finura porque ¨²nicamente cubre los supuestos de indocumentados absolutos. ¡°Quien, por ejemplo, ha perdido su trabajo y le han retirado el permiso de residencia, en sentido estricto, no es un ¡®sin papeles¡¯, aunque en el colmo del retorcimiento del derecho puede ser que su ¨²nico papel sea la orden de expulsi¨®n¡±.
"Nadie piensa en el futbolista Neymar como en un inmigrante"
Para Javier de Lucas este tipo de debates no deben confundirse con rodeos buscando lo pol¨ªticamente correcto. ¡°Lo significativo no es alcanzar la neutralidad del lenguaje sino procurar utilizar t¨¦rminos que describan con precisi¨®n situaciones jur¨ªdicas y sociales. No se trata de alimentar el maquillaje ling¨¹¨ªstico. Integraci¨®n y asimilaci¨®n, por ejemplo, son dos conceptos distintos¡±. Y para explicar la dificultad de evitar cualquier contaminaci¨®n sem¨¢ntica, subraya c¨®mo el propio t¨¦rmino de ¡°inmigrante¡± se aplica popularmente a quien, adem¨¢s de serlo, carece de recursos econ¨®micos. Un alto ejecutivo que ha venido a trabajar a Espa?a nunca ser¨¢ visto como inmigrante, ¡°como tampoco piensa nadie en el futbolista Neymar como en un inmigrante¡±.
Conceptos como inmigrantes de segunda generaci¨®n o extranjeros con doble nacionalidad no son, pues, aceptables porque resultan excluyentes, resaltando falsamente su no pertenencia a una comunidad. Como plante¨® el soci¨®logo I?aki Garc¨ªa: ¡°?Cu¨¢nto tiempo ha de residirse en un pa¨ªs para dejar de ser visto como un inmigrante? (¡) Seguir llamando ¡°inmigrantes¡± a personas territorialmente asentadas resulta abusivo, pues supone definir su condici¨®n social a partir de una acci¨®n, la de inmigrar, que puede haber sucedido hace a?os¡± y supone atribuir una identidad socialmente estigmatizada.
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