Bardem como pretexto
En este pa¨ªs se pierde el respeto por los nombres, por las personas, por la historia
Pa¨ªs terrible que pedalea atolondradamente sobre los nombres propios. Estaba pensando en los Bardem, por ejemplo, c¨®mo se han ensa?ado con ellos, con cu¨¢nta impunidad han dicho ese apellido en vano, para arrojar insultos, e incluso para quitarle a la madre Bardem una calle en Sevilla. Insultar para da?ar.
Estaba pensando en eso, como por casualidad, por esos vaivenes que tienen los d¨ªas y las noches, y pens¨¦ en ellos, en esa familia que proviene de la ¨¦poca republicana y que asienta ahora, en democracia, su libertad de vivir y de pensar como les da la gana. Y c¨®mo se han ensa?ado con ellos. En eso pensaba como si no viniera a cuento cuando escuch¨¦ en la radio, hablando con Gemma Nierga en la SER a un trasterrado de Telde (Gran Canaria) que vive en Washington y que responde al nombre de Juan Verde. Un espa?ol de la di¨¢spora.
Verde ha escrito un libro, So?ar es poder (Aguilar), en el que cuenta c¨®mo hizo para llegar a ser ahora asesor del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. De Telde a Washington, de un salto, gracias al sue?o, dijo en la radio y dice en su libro. Le pregunt¨® Nierga por lo que le pasa a este pa¨ªs, Espa?a, que es el sue?o (compartido con Estados Unidos, ¡°donde logr¨¦ alcanzar lo que quise¡±) interrumpido del joven Verde. Este teldense explic¨® que nosotros, los espa?oles, estamos pasando por una situaci¨®n de des¨¢nimo, pero que alg¨²n d¨ªa recuperar¨ªamos la fe en nuestra prote¨ªna. Qu¨¦ prote¨ªna. ?l lo dijo: por ejemplo, los mejores actores del mundo son ahora espa?oles.
Claro, ¨¦l estaba pensando en uno de los Bardem, en Javier, que es uno de los nombres principales de la cartelera espa?ola fuera de nuestras fronteras, con Antonio Banderas, con Maribel Verd¨², con Pedro Almod¨®var, que es un indiscutido cabeza de cartel. Pens¨¦ en eso, en la fe que Verde ten¨ªa en esos nombres propios y en lo que representan para la marca que este pa¨ªs quiere difundir o vender. Y cu¨¢nto se les vitupera aqu¨ª: a Bardem, a Verd¨², a Almod¨®var los han perseguido en portadas ignominiosas, acusados de ser de la ceja o de lo que se les antojara a los creadores de estas portadas imaginativas.
Mientras acababa ese pensamiento en el que Bardem volv¨ªa a ser pretexto alguien me par¨® por la calle y me cont¨® lo que acababa de pasar en Sos del Rey Cat¨®lico, Arag¨®n. Hace tres a?os el alcalde de la localidad hab¨ªa colocado en la ciudad sillas de bronce conmemorativas de las sillas m¨¢s fr¨¢giles que tuvo all¨ª el equipo que rod¨®, a las ¨®rdenes de Berlanga, La vaquilla, el c¨¦lebre filme que narra la guerra civil a la manera del maestro ya fallecido. Con ese monumento singular y disperso el pueblo conmemoraba el cuarto de siglo del famoso rodaje. Pues el alcalde actual consider¨® que ese monumento no le apetec¨ªa as¨ª o ah¨ª, se lio la manta a la cabeza y desplaz¨® las sillas (se dijo que para fundir el bronce), incluida la que correspond¨ªa a Alfredo Landa, que ten¨ªa flores; no se encomend¨® a nadie, cre¨ªa que su monte era or¨¦gano, y dispuso de ese patrimonio como si el arte que contiene fuera de quita y pon. Pens¨¦ en eso, en el respeto que en este pa¨ªs se pierde por los nombres, por las personas, por la historia, y record¨¦ otra vez ese apellido, Bardem. Y aqu¨ª lo dejo, con el debido respeto.
jcruz@elpais.es
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