Les toca a los partidos
Atajar la corrupci¨®n exige transparencia financiera y retirar de la pol¨ªtica a personas sospechosas
Las facturas de la corrupci¨®n y del fraude vencen una tras otra, acentuando la sensaci¨®n de impotencia a la hora de atajar el aprovechamiento de caudales p¨²blicos en beneficio de organizaciones pol¨ªticas o de personas concretas. La acumulaci¨®n de investigaciones produce el efecto de que la corrupci¨®n es mayor que nunca en democracia, cuando lo cierto es que la gran mayor¨ªa de los esc¨¢ndalos del presente se debe a hechos del pasado. Pero el problema es grave y es necesario luchar con rapidez en un doble terreno: las bolsas de econom¨ªa sumergida, que favorecen tanto la corrupci¨®n privada como la p¨²blica, y la renovaci¨®n interna de los partidos, a fin de restablecer una confianza razonable en que los sospechosos de una dudosa moral c¨ªvica y pol¨ªtica pierden toda palanca de poder o influencia.
Espa?a no es un pa¨ªs corrupto, pero se deslizar¨¢ por esa pendiente si permite que se consolide lo que se ha dado en llamar ¡°el desgobierno de lo p¨²blico¡±, con un bajo rendimiento de los cortafuegos institucionales y partidistas. El intento de remitirse a la justicia como ¨¢rbitro del bien y del mal se ha vuelto como un bumer¨¢n contra el prestigio de la ¨¦lite pol¨ªtica. Los mecanismos judiciales, en el marco de un sistema garantista, son demasiado lentos para instruir y juzgar a los presuntos delincuentes en tiempos compatibles con los de la pol¨ªtica. El caso G¨¹rtel lleva casi cinco a?os abierto y no hay perspectivas de finalizaci¨®n de las diligencias; del caso Palma Arena quedan m¨²ltiples flecos sin cerrar, entre ellos el que afecta al yerno del Rey; el de los ERE andaluces se acerca a los tres a?os bajo investigaci¨®n, tambi¨¦n sin juicio a la vista. La justicia debe proseguir con su trabajo, pero eso no es ¨®bice para que los partidos se disciplinen, sobre todo los que tienen o han tenido mayores cuotas de poder (PP, PSOE, CiU). Su resistencia a hacerlo multiplica la sensaci¨®n de impunidad, cuando las estrecheces causadas por la crisis econ¨®mica coinciden con la investigaci¨®n de cientos de asuntos relacionados con robo de dinero p¨²blico o tr¨¢fico de influencias.
Editoriales anteriores
Ni los pa¨ªses m¨¢s serios est¨¢n libres de casos de corrupci¨®n. Sin embargo, en otras latitudes se aplican pautas de conducta m¨¢s rigurosas. Christian Wulff dimiti¨® como presidente de Alemania en febrero de 2012, no por causa de un procesamiento ni de un juicio, sino por la simple petici¨®n de la fiscal¨ªa para investigar un pr¨¦stamo obtenido a tipos favorables y peque?os favores proporcionados por un productor de cine. Y un ministro franc¨¦s de Presupuestos, J¨¦r?me Cahuzac, renunci¨® al cargo hace tres meses, sin haber sido procesado, al descubrirse que ten¨ªa una cuenta opaca al fisco.
Lo que carece de sentido es tratar de torcer el brazo a las sospechas, como se hace en Espa?a, manteniendo a amigos y correligionarios pol¨ªticos con el argumento de ¡°la mano en el fuego¡±. Tambi¨¦n es inaceptable el empe?o de que las urnas laven los presuntos delitos o irregularidades investigados: en 2011 todav¨ªa concurrieron a la reelecci¨®n decenas de pol¨ªticos presuntamente implicados en asuntos turbios. Los procesos electorales previstos para 2014 y 2015 son una excelente oportunidad para consumar la renovaci¨®n. No se puede faltar de nuevo al respeto institucional presentando como candidatos a personas que no est¨¦n libres de toda sospecha.
El mundo pol¨ªtico tiene que dedicar menos esfuerzos a usar la corrupci¨®n como arma contra el adversario y muchos m¨¢s a combatirla. Todo est¨¢ pendiente, desde la aplicaci¨®n de controles profesionalizados a las cuentas de los partidos, d¨¢ndoles la m¨¢xima publicidad, hasta la promulgaci¨®n de una Ley de Transparencia, cuyo proyecto lleva un a?o a la espera de aprobaci¨®n parlamentaria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.