Valor y honor y orgullo y esperanza y compasi¨®n y caridad y sacrificio
Dino Buzzati fue un escritor popular en Italia pero, tal vez por eso, en vida nunca se le consider¨® un escritor mayor
Las vueltas que da todo. Ahora nos burlamos de los festejos con que se conmemoran los aniversarios de los grandes artistas, de su inutilidad y de su pompa, pero, seg¨²n cuenta Francisco Rico en Tiempos del Quijote, en 1868 Gald¨®s lamentaba que, mientras en todos los pa¨ªses civilizados se honraba a los grandes hombres en los aniversarios de su natalicio o su muerte, ¡°aqu¨ª no se hacen manifestaciones p¨²blicas ni ceremonias oficiales que digan a la generaci¨®n presente las virtudes de aquellos varones ilustres¡±. Si conmemorar un aniversario sirviese todav¨ªa para algo, a m¨ª me habr¨ªa gustado conmemorar el a?o pasado un aniversario que, hasta donde alcanzo, nadie conmemor¨®: el de los 40 a?os de la muerte de Dino Buzzati.
Buzzati naci¨® en 1906. A lo largo de casi medio siglo fue en Italia un escritor popular, pero, tal vez por eso, en vida nunca se le consider¨® un escritor mayor; tras su muerte, me temo, tampoco. Aunque durante a?os public¨® cr¨®nicas formidables en Corriere della Sera, se le recuerda sobre todo por El desierto de los t¨¢rtaros; me parece justo, porque El desierto de los t¨¢rtaros es una de las grandes novelas del siglo XX. De todos modos, Buzzati tambi¨¦n escribi¨® un buen pu?ado de relatos que est¨¢n a la altura de esa novela (si no por encima de ella). Reiteradamente se le compar¨® con Kafka, y no sin motivo; de hecho, podr¨ªa definirse a Buzzati como un Kafka sin desesperaci¨®n. ?Acaso Kafka no tiene esperanza? ¡°Hay una infinita cantidad de esperanza¡±, declar¨® el escritor checo. ¡°S¨®lo que no para nosotros¡±. Con Buzzati hay esperanza incluso para nosotros. Quiero decir que en sus historias existe siempre una creencia indestructible en la dignidad del ser humano, una fe sin resquicios en las viejas verdades del coraz¨®n que Faulkner evoc¨® en su discurso de aceptaci¨®n del Nobel, cuando aseguraba que el deber del escritor consiste en ¡°aligerar el coraz¨®n del hombre para ayudarlo a resistir, al recordarle el valor y honor y orgullo y esperanza y compasi¨®n y caridad y sacrificio que han sido la gloria de su pasado¡±. Tomemos el mejor libro para iniciarse en Buzzati: Sesenta relatos; tomemos cualquiera de los relatos recogidos en ¨¦l, por ejemplo La noticia, que empieza as¨ª: ¡°El maestro Arturo Saracino, de 37 a?os, ya en el fulgor de la fama, estaba dirigiendo en el teatro Argentina la imaginaria Octava sinfon¨ªa en la mayor, op. 137, de Brahms y acababa de atacar el ¨²ltimo tiempo, el glorioso allegro apassionato¡±. De golpe, en pleno torbellino de j¨²bilo musical, Saracino advierte que el p¨²blico empieza a abandonar la sala.
Los escritores cuentan por la necesidad que tenemos de ellos
?Qu¨¦ pasa?, se pregunta. No puede ser por mi culpa, se dice, angustiado, entre un runr¨²n de desbandada. Entonces adivina. Ha llegado una noticia atroz a la sala: una guerra; una invasi¨®n; el anuncio de un ataque at¨®mico. La angustia de Saracino se dispara: ?ad¨®nde mandar¨¢ a los suyos? ?Qu¨¦ har¨¢ con su madre, ya anciana? Y ¨¦l ?debe huir al extranjero? Mientras el p¨²blico se deja llevar por el p¨¢nico, Saracino siente que todo se est¨¢ desmoronando, dentro y fuera de ¨¦l; tambi¨¦n siente ¨Cjusto al llegar el punto decisivo de la sinfon¨ªa¨C la liberaci¨®n, la gran sacudida- asco y verg¨¹enza. Y en ese momento comprende. Comprende que ¡°la ¨²nica salvaci¨®n, la ¨²nica salida, la ¨²nica escapatoria ¨²til y digna para ¨¦l y para todos los dem¨¢s, era quedarse quieto, no dejarse arrastrar, seguir con su trabajo hasta el final¡±. Y entonces Saracino lanza su orquesta al galope hacia el remate de la sinfon¨ªa mientras el rumor de la sala se apaga y todos quedan paralizados, ¡°no ya de miedo, sino de verg¨¹enza¡±. As¨ª, armado solo con su batuta, min¨²sculo, furioso y sin miedo, Saracino se salva en medio del Apocalipsis. Y al salvarse ¨¦l, de alg¨²n modo nos salva a todos.
Antes insinu¨¦ que, para muchos, Buzzati no pasa de ser un escritor menor; puede que lo sea: depende de con qui¨¦n se lo compare (comparado con Kafka, casi cualquier escritor es un escritor menor). ¡°?Qui¨¦n es su poeta favorito?¡±, le preguntaron una vez a Robert Graves, que contest¨®: ¡°El suyo, si lo necesito¡±. Los escritores no cuentan por el incierto lugar que ocupan en el Olimpo, sino por la necesidad que tenemos de ellos. A m¨ª me parece que cada d¨ªa necesitamos m¨¢s a Buzzati.
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