Cuando el poder desune
La unidad de discurso del PP est¨¢ fracturada por la crisis, sus votantes y sus pol¨ªticos
En pol¨ªtica, el poder une. Al menos eso se dec¨ªa de los partidos espa?oles hasta no hace mucho. El control del Gobierno central ha funcionado tradicionalmente como un elemento de cohesi¨®n interna, tanto para el Partido Popular como para el PSOE. Nada mejor que una victoria contundente o inesperada en las elecciones generales para calmar temporalmente las aguas de la organizaci¨®n. Cuando el l¨ªder nacional consegu¨ªa para el partido el control de los recursos de la Administraci¨®n, el resto pon¨ªa sus discrepancias a hibernar a la espera de que los r¨¦ditos del poder nacional llegaran a su territorio. Eran otros tiempos: el Gobierno central controlaba amplios recursos y los barones territoriales sab¨ªan que en el mantenimiento de la unidad de discurso se jugaban el poder nacional y, por ende, su propia supervivencia electoral.
Ahora, cuando los recursos escasean y el Gobierno central solo reparte austeridad y recortes, el poder se asemeja m¨¢s a una carga que a una bendici¨®n. Buena prueba de ello es la aluminosis que parece hacer estragos en la unidad de discurso del Partido Popular en distintos frentes: la bajada del IRPF de Monago, el dise?o de la financiaci¨®n auton¨®mica, el reparto del d¨¦ficit entre los distintos territorios o la ley de educaci¨®n del ministro Wert.
Existen varias explicaciones para entender por qu¨¦ la tan vanagloriada disciplina de los populares est¨¢ en cuarentena. Las tres v¨ªas de agua en la unidad del Partido Popular se pueden identificar en la crisis econ¨®mica, en sus votantes y en sus pol¨ªticos.
La primera y m¨¢s inmediata causa de la fractura interna es la crisis. El Gobierno de Mariano Rajoy se ha convertido en una carga electoral para sus barones auton¨®micos, que solo ven en el presidente a un pol¨ªtico debilitado que pide sacrificios imposibles. Sin embargo, la p¨¦rdida de sex appeal del Gobierno central para el poder territorial comenz¨® mucho antes de la recesi¨®n, y se ha ido acumulando a medida que la Administraci¨®n central ced¨ªa competencias y recursos hacia las comunidades aut¨®nomas y la supervivencia electoral de los barones se desvinculaba de las din¨¢micas del ¨¢mbito nacional.
Cuando los recursos escasean y el Gobierno central solo reparte austeridad, el poder se asemeja m¨¢s a una carga que a una bendici¨®n
La segunda raz¨®n del deterioro de la unidad interna de los populares es que sus votantes en las distintas regiones tienen opiniones cada vez m¨¢s diferenciadas. El modelo territorial que prefieren quienes votan al PP es distinto seg¨²n la comunidad aut¨®noma donde residan, y esas diferencias no han hecho m¨¢s que aumentar (ver bar¨®metros auton¨®micos del CIS 1998-2012). Si solo observ¨¢semos la foto general pensar¨ªamos que todos los votantes populares se han vuelto m¨¢s centralistas. Sin embargo, los cambios se han producido de manera desigual entre territorios. En consecuencia, se ha ampliado la distancia entre quienes votan al PP y quieren un modelo m¨¢s centralizado (madrile?os, murcianos y aragoneses para el 2012) y los que apuestan por un modelo m¨¢s descentralizado (navarros, catalanes y canarios). La heterogeneidad se ha incrementado sobre todo a partir del 2010, por lo que, parad¨®jicamente, la polarizaci¨®n entre los votantes populares puede ser el resultado de la radicalizaci¨®n del discurso territorial del partido durante los ¨²ltimos a?os.
La tercera posible explicaci¨®n para comprender la fractura en la unidad de discurso de los populares se encuentra en las divergencias de opini¨®n que existen entre sus diputados auton¨®micos y nacionales. Un novedoso estudio sobre las ¨¦lites parlamentarias en Espa?a desarrollado por la Universidad Pablo de Olavide y el CIS muestra que los parlamentarios auton¨®micos del Partido Popular tienen opiniones significativamente distintas a los diputados nacionales en numerosas cuestiones relacionadas con el modelo territorial (techo competencial, grado de autonom¨ªa, papel del Senado o satisfacci¨®n con la financiaci¨®n). Y estas diferencias se mantienen incluso cuando se comparan diputados con id¨¦ntico sentimiento de identidad regional o ideolog¨ªa. La estructura institucional del Estado auton¨®mico parece haberse mimetizado en la manera en la que los pol¨ªticos del Partido Popular representan los intereses de los ciudadanos.
Curiosamente, esas divergencias no se dan en el PSOE, un partido donde la cohesi¨®n territorial del discurso ha sido tradicionalmente m¨¢s compleja. La heterogeneidad de opiniones entre los diputados socialistas en el tema territorial se explica, sobre todo, por la regi¨®n de la que proceden (son especialmente divergentes los socialistas catalanes y vascos) y no tanto por el nivel de gobierno al que representan (auton¨®mico o nacional).
En definitiva, son varias las v¨ªas de agua que se abren en la unidad del discurso del Partido Popular. Algunas de ellas son m¨¢s coyunturales y quiz¨¢ puedan cerrarse a medida que se supera la crisis econ¨®mica y el Gobierno central recupera cierto control sobre los r¨¦ditos asociados al poder. Sin embargo, los principales factores que explican las crecientes divergencias internas tienen una naturaleza m¨¢s estructural y, por tanto, vaticinan fracturas duraderas a lo largo del tiempo. Seguir empe?¨¢ndose en afirmar, como hac¨ªa Esperanza Aguirre tiempo atr¨¢s, que el Partido Popular dice y defiende lo mismo en todo el territorio se convierte en un acto de puro voluntarismo, que ignora que ni los votantes del Partido Popular ni sus propios diputados son ya los que eran.
Sandra Le¨®n es profesora de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de York y colaboradora de la Fundaci¨®n Alternativas.
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