Motos de alta costura
Modificar motocicletas para que sean ¨²nicas, bellas y armoniosas es un arte, y tambi¨¦n un negocio en auge Conocemos a algunos de los fabricantes de motos que ser¨¢n protagonistas del pr¨®ximo Festival de Tendencias Urbanas Mulafest
En un taller rugen los Guns n¡¯ Roses con su eterno Sweet child of mine; en otro suena la voz atronadora de Johnny Cash en I walk the line; un tercer garaje se inunda con las guitarras de Metallica, y en Las Rozas, en el pol¨ªgono industrial Eur¨®polis, Luis Garc¨ªa, Jos¨¦ Luna y Pedro Guisado, de Aoroshd, trabajan en la transformaci¨®n de varias Harley-Davidson al ritmo de This life, la melod¨ªa que acompa?a a la serie de televisi¨®n Sons of anarchy (Hijos de la anarqu¨ªa), el relato de un club ilegal de moteros en Estados Unidos. Inevitablemente, la m¨²sica nos traslada a esas im¨¢genes protot¨ªpicas que muchos podemos tener en nuestras cabezas, pero Jos¨¦ enseguida se apresura a desmontar los t¨®picos: ¡°Yo llevo barba, es cierto, pero las barbas gigantes, las barrigotas, las chupas de cuero, los parches enormes, fumar como carreteros¡ es un poco una imagen del pasado. Entre nuestros clientes, muy pocos tienen ese perfil¡±, asegura con una sonrisa.
Sin embargo, en otro taller de Madrid, la imaginaci¨®n vuelve a dispararse cuando vemos el cartel de la pel¨ªcula Easy rider (1969). Qui¨¦n no recuerda a Peter Fonda y Dennis Hopper cabalgando a lomos de Captain America y de Billy Bike, las dos choppers m¨¢s famosas del celuloide, dos Harley legendarias, de horquillas infinitas. El filme no hizo sino popularizar un concepto de motocicleta que, como tantas otras cuestiones nacidas en los a?os sesenta, hoy todav¨ªa perdura. Un s¨ªmbolo m¨¢s del American way of life, motos est¨¦ticamente exageradas, con piezas cromadas, manillares elevados, asientos con respaldos largu¨ªsimos e incluso chasis que se hab¨ªan cortado y soldado de nuevo para permitir suspensiones fuera de lo normal.
El concepto chopper era consecuencia del bobber, ambos con id¨¦ntica filosof¨ªa en com¨²n, la de retirar a las motos lo superfluo, aliger¨¢ndolas. Los verbos to chop y to bob significan cortar y quitar, respectivamente, y de ah¨ª vinieron los t¨¦rminos. Tras la II Guerra Mundial, en los a?os cuarenta y cincuenta, algunos soldados estadounidenses que hab¨ªan participado en la batalla en motocicletas del ej¨¦rcito decidieron modificar esas motos pesadas americanas inspir¨¢ndose en las m¨¢s manejables europeas que hab¨ªan visto, y en algunos casos pilotado, durante la contienda. Suprimieron guardabarros, indicadores e incluso frenos delanteros con tal de que la moto fuera m¨¢s liviana, eficiente y distinta. Nac¨ªan as¨ª las motos custom, tambi¨¦n en paralelo en Reino Unido, donde hab¨ªan aparecido, dentro del movimiento rocker, las llamadas cafe racer. Un t¨¦rmino que traducido al espa?ol significa ¡°corredores de caf¨¦¡±, y que viene de una ¨¦poca en la que muchos j¨®venes iban de bar en bar de carretera, a toda velocidad, compitiendo ilegalmente.
De toda esa amalgama de estilos, lo que ha llegado hasta nuestros d¨ªas es el placer por construirse una moto exclusiva. En Espa?a ha habido un boom. ¡°Si lo comparas con la ¨²ltima d¨¦cada, hemos pasado de 6 o 7 constructores a m¨¢s de 120. Actualmente somos el pa¨ªs con mayor cantidad de talleres que participan en el campeonato del mundo¡±, explica Roberto R¨²a, director del ¨¢rea de motor del Mulafest, el Festival de Tendencias Urbanas, que se celebra en Madrid del 27 al 30 de junio. ¡°En Espa?a no es reciente el fen¨®meno de las Harley-Davidson. Pero lo que s¨ª es novedoso es la tendencia de modificar motos muy econ¨®micas, japonesas y europeas de los a?os setenta y ochenta, motocicletas sencillas de customizar. Comenz¨® hace tres o cuatro a?os, importado de otras partes del mundo como, por ejemplo, Australia, pero tambi¨¦n por culpa de la crisis econ¨®mica, que empuja a esos estilos mucho m¨¢s baratos¡±, a?ade R¨²a.
Los protagonistas de este reportaje participar¨¢n en el Mulafest. Desde constructores que tienen talleres muy grandes y profesionalizados hasta otros que todav¨ªa no venden sus creaciones; desde artistas del ensamblaje de piezas de cat¨¢logo hasta otros que dise?an y construyen las motocicletas desde cero. Al estilo chopper, cafe ?racer, dragster¡ De todo tipo. ¡°La moda Harley est¨¢ un poco pasada¡±, comenta R¨²a. Sin embargo, Nacho Alfaro, de Bonneville, una tienda-taller de motocicletas en Madrid, matiza: ¡°Modificar una moto para que sea muy exclusiva no est¨¢ tan saturado¡±.
Nos ense?a varias, alguna digna de museo, como el modelo por ellos bautizado como Cashmir, valorada en unos 35.000 euros y que estuvo expuesta en la ¨²ltima Feria de Arte Contempor¨¢neo (Arco). ¡°La hicimos a mano, es una moto sin concesiones, para ponerla en el sal¨®n y mirarla, como si fuera un cuadro. Es un ejercicio de estilo libre: no tiene luces, no tiene asiento, el manillar es como de bici¡ Es una moto que arranca, pero que no est¨¢ concebida para circular¡±, explica Nacho mientras saca a paso lento la m¨¢quina de la tienda y muchos transe¨²ntes se le quedan mirando.
Modificar una moto para que sea ¨²nica es un mercado que no est¨¢ nada saturado¡±
Una moto modificada requiere de una homologaci¨®n ante el Ministerio de Industria y la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico. ¡°Conseguir los permisos para una motocicleta de estas caracter¨ªsticas es f¨¢cil, pero es injusto. Mientras que en Europa las homologaciones son r¨¢pidas y baratas, en Espa?a es diferente. Una pieza que fuera de nuestro pa¨ªs te cuesta homologar unos 50 o 60 euros¡ aqu¨ª se te puede disparar a 500 euros¡±, explica Nacho. Una moto se puede encarecer 4.000 o 5.000 euros si lleva mucho trabajo de modificaciones detr¨¢s. Otro compa?ero de profesi¨®n, Mario Palacios, de Arizona Custom Bike, en Alcal¨¢ de Henares, y que tambi¨¦n modifica Harley, dice: ¡°Hay motos que tardas un a?o en homologar. Solo nos ponen pegas y trabas. No s¨¦ a qui¨¦n beneficia esto, yo creo que a nadie. Suelen ser tonter¨ªas injustificadas, como, por ejemplo, la prohibici¨®n de poner la matr¨ªcula lateral¡±.
Las homologaciones y el dinero que conllevan no es impedimento para algunas personas, que cuando se meten en este mundo lo hacen a fondo. ¡°He perdido algunos clientes por la crisis, pero en cuanto pase este mal momento volver¨¢n. Afortunadamente, sigo teniendo otros. Ahora acabo de vender una moto de 30.000 euros¡±, explica Mario. Porque es arte, pero tambi¨¦n un negocio, incluso ahora, en tiempos de dificultades econ¨®micas. ¡°Tardamos entre cuatro y seis meses en cada modificaci¨®n. Funcionamos sobre la base de una preexistente o sobre un chasis modificado¡±, explica Nacho. A partir de ah¨ª entran en juego la creatividad y el presupuesto: ¡°A medida que vas trabajando, van saliendo ideas. Yo solo puedo crear una desnud¨¢ndola entera, viendo c¨®mo es el esqueleto. La cantidad de modificaciones es muy amplia. Puede haber un cliente que solo quiera cambiar un manillar y una aleta, y otros que quieran que sea nueva de arriba abajo¡±. El precio, por tanto, puede dispararse hasta casi cualquier cifra. Nacho cuenta que la customizaci¨®n m¨¢s cara que ha hecho ronda los 20.000 euros, moto aparte.
Pero ?c¨®mo se cambia una moto? Se hace, por ejemplo, a partir de miles de piezas que vienen en cat¨¢logos de un tama?o tan grande que algunos los llaman ¡°las p¨¢ginas amarillas¡±. Por ejemplo, en Aoroshd tienen 14 libros distintos con 40.000 referencias cada uno, por lo que la combinaci¨®n de opciones es casi infinita. Solo con gusto, armon¨ªa y tiempo se puede conseguir un gran resultado. Y con la participaci¨®n del cliente, que as¨ª tambi¨¦n contribuye en el proceso creativo de su moto: ¡°A mis clientes les pongo deberes. Porque muchos vienen y realmente no saben lo que quieren. Nosotros tratamos de orientarles. En funci¨®n de lo que cuentan, les recomendamos una serie de webs en Internet. Generalmente, a partir de ah¨ª ven la luz¡±, explica Luis Garc¨ªa.
?l era gerente de gimnasios. Su socio, Jos¨¦ Luna, abogado. Su hobby pas¨® a oportunidad de negocio. ¡°Estaba cansado de los objetivos, de las ventas, de estar pendiente del m¨®vil¡±, explica Luis. Para su compa?ero Jos¨¦, el paso de una profesi¨®n a otra fue gradual: ¡°Empec¨¦ comprando piezas en EE UU, dando servicio de aduanas e incluso instal¨¢ndolas a la gente que me lo ped¨ªa. Poco a poco la profesi¨®n de abogado se desvirtu¨®¡±.
Una Harley aparece rugiendo sus motores conducida por un cliente. Su novia tambi¨¦n va montada en la moto, pero ella de paquete, el rol habitual de las mujeres en este mundo. Susana se quita el casco y lo reconoce: ¡°Estuvimos el otro d¨ªa en la Castellana ¨Cdonde se reunieron unas 1.500 Harley¨C y creo que solo me encontr¨¦ con dos mujeres conduciendo¡±. Pero ella, que justo el d¨ªa anterior se hab¨ªa sacado el carn¨¦, llega al taller dispuesta a romper t¨®picos y a recoger su moto, adaptada a su estatura, entre otras modificaciones.
Pocas mujeres entran en los garajes. Nos lo cuenta Federico Ruiz, de Caf¨¦ Racer Obsession (CRO), otros constructores. ¡°De momento, solo hemos hecho una moto para una chica, para Merche, que tiene una tienda de longboards. Le hicimos un modelo muy loco, medio cafe racer, medio skater, con el chasis en color fl¨²or, una bater¨ªa de litio que parec¨ªa dinamita¡ ?Dimos la nota!¡±, explica. Y es que ellos, aunque tratan de llevar el mando en todo lo que hacen ¨C¡°si no, no firmamos la moto¡±¨C, suelen adaptar el trabajo a la personalidad del cliente.
Lo que una f¨¢brica har¨ªa para una serie, nosotros lo hacemos para una sola moto¡±
Las motos de CRO, de estilo cafe racer, son adem¨¢s m¨¢s baratas que las Harley modificadas. ¡°Un proyecto peque?o pueden ser 3.000 o 4.000 euros, y uno grande, unos 10.000 euros. Son especiales y relativamente accesibles. Para m¨ª es una ventaja. Por el precio de un esc¨²ter de dos y medio tienes una motocicleta que adem¨¢s es indestructible¡±, explica Fede, que parte de motos cl¨¢sicas como, por ejemplo, la ¨²ltima, una antigua Sanglas de la Guardia Civil, o de otras marcas: Suzuki, Ducati, Yamaha, Derbi, Honda¡ Sus modelos los pinta Antonio Merinero, conocido artista pl¨¢stico, por ejemplo, de carteles de pel¨ªculas de Bollywood, y apasionado de las motos: ¡°La mayor complicaci¨®n es que se trabaja en volumen y no en plano. Para m¨ª es divertido y novedoso, y Fede me hace sentir muy libre¡±.
Pero la libertad se paga. ?lvaro Abad, soldador de CRO, lo explica: ¡°Se sufre muchas veces. Adaptar el dep¨®sito es costoso. Tienes que cortar, pensarlo mucho, luego soldarlo¡ Cuando echas gasolina es f¨¢cil que tenga alg¨²n porito. Entonces tienes que vaciar el tanque, esperar un tiempo para que salgan los gases, volver a soldar¡¡±.
Dise?ar las piezas de una motocicleta suele requerir de conocimientos t¨¦cnicos. Algunos trabajan con Autocad, un software de dibujo en dos y tres dimensiones, como Mario Palacios, de Arizona Custom Bike. ¡°Yo antes era delineante, dibujaba planos de piezas para la construcci¨®n¡±, explica. ¡°Ahora constantemente tengo que construir piezas. Las dise?o y trabajo con un tornero que me las hace¡±, a?ade. En un pol¨ªgono de Vallecas (Madrid) nos encontramos con otro maestro del custom llamado Jhomba, due?o de Malicia Ind¨ªgena. Para este colombiano de Pereira, la experiencia en su pa¨ªs en una empresa subsidiaria de Yamaha le sirvi¨® para abrir el negocio en Espa?a: ¡°Soy dise?ador industrial. Pienso y dibujo los planos de muchas piezas de las motos que ves aqu¨ª¡±. Una de ellas, de color rojo, con los radios de las ruedas forrados de tibur¨®n, es de las m¨¢s representativas, aunque tambi¨¦n tunean coches, como un Ford Capri que tienen desmontado entero en el taller y cuyo ensamblaje formar¨¢ parte de un programa de televisi¨®n.
En una hoja de papel tirada en el suelo y manchada vemos el dise?o de una de las motos de los hermanos Carlos y Pablo Delgado, tambi¨¦n conocidos como Valtor¨®n, nombre art¨ªstico tomado del r¨ªo que pasa por Valdetorres de Jarama y que bautiza al pol¨ªgono en el que tienen su taller de fundici¨®n art¨ªstica de escultura. ¡°Nosotros no hacemos nada de Autocad, ni de planos ni nada¡±, r¨ªe Carlos. El suyo es un proceso absolutamente artesanal, que realizan en su tiempo libre, aplicando ¡°el oficio de la escultura a las motos¡±. Sobre una motocicleta cl¨¢sica destripada moldean las piezas en arcilla, con las manos. De ah¨ª fabrican moldes en escayola; despu¨¦s, un positivo de escayola; de ah¨ª un molde de fundici¨®n realizado con arena y un catalizador que la deja s¨®lida¡ y luego funden el aluminio para crear carrocer¨ªas, dep¨®sitos, guardabarros¡
Nos ense?an la parte final del proceso, la m¨¢s espectacular, que tambi¨¦n recrear¨¢n en el Mulafest, igual que hicieron en 2012, con mucho ¨¦xito de p¨²blico. Del interior del horno sacan el crisol, una vasija incandescente en la que han derretido varios lingotes de aluminio a 650 grados cent¨ªgrados. El l¨ªquido penetra en los moldes, y 10 minutos despu¨¦s ya tienen un guardabarros y un sill¨ªn. ¡°El proceso es una locura, porque lo que una f¨¢brica har¨ªa para construir una serie, nosotros lo hacemos para una sola moto¡±, explican. De momento, dicen, no han vendido ninguna: ¡°Nunca hemos tenido una intenci¨®n comercial. Hemos fabricado para nosotros. S¨ª nos gustar¨ªa vender. Lo que pasa es que son productos muy especiales y habr¨ªa que hacerlos por encargo¡±. En su taller tienen varias terminadas, como una Honda CB 900 Bold¡¯Or rebautizada como Calafat 900 o como la Kawasaki KZ 400 llamada por ellos La Latina 400. Dos m¨¢quinas que cumplen su meta: son exclusivas.
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