No solo buenas intenciones
La voluntad de la cumbre europea de poner en marcha pol¨ªticas que generen empleo juvenil mediante cr¨¦ditos blandos no puede quedarse en nada. Si as¨ª fuera, las instituciones perder¨ªan legitimidad democr¨¢tica
Desde la reuni¨®n Merkel-Hollande de finales de mayo, y apremiada por la debilidad de la econom¨ªa francesa, la m¨²sica europea que suena en Berl¨ªn no ha cambiado de melod¨ªa, pero s¨ª de comp¨¢s. Un mayor entendimiento franco-alem¨¢n en asuntos europeos al que se han sumado Italia y Espa?a. Est¨¢n subiendo el diapas¨®n en crecimiento, empleo, competitividad y reformas, y baj¨¢ndolo en austeridad y superaci¨®n de la fragmentaci¨®n financiera en la eurozona. Aunque tarde, empiezan a comprender que tan importante como el ajuste es su tempo, y que los sonidos desentonados de los perif¨¦ricos durante el decenio que termina en 2007, no se pueden afinar en unos pocos a?os. Y, menos a¨²n, en las actuales condiciones de dislocaci¨®n financiera, pues no es la voluntad pol¨ªtica de aplicar los ajustes lo que flaquea ahora, sino la ausencia de fuerza tractora en la pol¨ªtica monetaria. Las recetas de virtuosa austeridad son autodestructivas en un contexto de credit crunch, y obligan a los mercados financieros a descontar el valor actuarial presente del flujo de los menores beneficios futuros que se obtendr¨¢n al crecer menos y con mayores dificultades de consolidaci¨®n financiera.
Por eso, el Consejo Europeo del 27-28 de junio prev¨¦ medidas de est¨ªmulo al crecimiento tales como un acceso al cr¨¦dito m¨¢s f¨¢cil para las pymes mediante l¨ªneas de cr¨¦dito del BEI, inversiones europeas con cargo a los fondos europeos, y progresos en la uni¨®n bancaria y el mercado interior. Todas estas medidas llenar¨ªan de contenido las exang¨¹es conclusiones del Consejo Europeo que hace un a?o pregonaban un Pacto para el Crecimiento y el Empleo, y preve¨ªan movilizar 120.000 millones de euros en inversiones para el crecimiento, y una ampliaci¨®n de capital del BEI de 10.000 millones de euros. El programa de hoy, apadrinado por Alemania y Francia, prev¨¦ un fondo europeo de 6.000 millones de euros que la UE pondr¨ªa a disposici¨®n del BEI para utilizarlo como garant¨ªa para conseguir hasta 60.000 millones que ir¨ªan destinados a crear empleo juvenil mediante cr¨¦ditos blandos.
?Tienen sentido las reglas de los tratados cuando no funciona la pol¨ªtica monetaria?
Espa?a aspira a obtener cerca de un tercio del total (2.000 millones) del fondo de empleo juvenil, una cifra m¨¢s que respetable. No lo es tanto, sin embargo, el anuncio de Rajoy-Hollande de considerar dichos cr¨¦ditos como gastos de inversi¨®n no computables para el c¨¢lculo del d¨¦ficit. Dicha propuesta alivia sin duda la cifra estad¨ªstica, pero viola criterios contables y somete la contabilidad nacional a la presi¨®n pol¨ªtica del momento. El remiendo que estos l¨ªderes europeos se ven obligados a zurcir en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) denota el dogmatismo ideol¨®gico que inspir¨® la concepci¨®n del PEC y su falta de rigor econ¨®mico. El PEC no deja claro qu¨¦ partidas del gasto p¨²blico constituyen inversi¨®n y, por tanto, contribuyen al crecimiento, y cu¨¢les son gasto de consumo, y, por eso mismo, deben ser recortadas para mejorar el ahorro y poder crecer. Hoy son los gastos por desempleo porque son los que m¨¢s aprietan, pero ma?ana podr¨ªan ser los del servicio de la deuda.
En cualquier caso, los 26 millones de parados de la Uni¨®n Europea, un paro juvenil del 56,4%, 39%, y 26,5% en Espa?a, Italia, y Francia, respectivamente, plantean con crudeza la cuesti¨®n de la responsabilidad. ?Nadie se hace responsable frente al ciudadano europeo de estos 26 millones de personas sin trabajo? ?Solo lo son los Gobiernos nacionales? Si es as¨ª, est¨¢ claro que destinar 60.000 millones de euros, equivalentes al 0,5% de la RNB de la UE, para financiar acciones contra el desempleo juvenil no deja de ser una burla cuando, adem¨¢s, el Consejo Europeo lo bautiza con el pomposo nombre de New Deal para j¨®venes.
Otra patata caliente de la cumbre ser¨¢ la uni¨®n bancaria, de cuya inexistencia la fragmentaci¨®n financiera de la eurozona es la consecuencia m¨¢s lacerante. Por eso, no extra?a que Mario Draghi anunciase el programa de Operaciones Monetarias de Compraventa (OMT) del BCE. Hasta la canciller Merkel y su ministro de Econom¨ªa, Wolfgang Sch?uble, se han apresurado a salir en defensa de las tesis del BCE frente a las acusaciones de tibieza monetaria formuladas por el Bundesbank ante el Tribunal Constitucional alem¨¢n. El propio Handelsblatt albergaba dudas acerca de la competencia del Tribunal para enjuiciar si el BCE se excedi¨® en su mandato al anunciar dicho programa, pues aunque sentencie su inconstitucionalidad, ello solo obligar¨ªa a cambiar la Constituci¨®n alemana para ajustarla al Derecho de la Uni¨®n cuya validez est¨¢ exclusivamente restringida al Tribunal de Justicia de la UE.
La crisis del euro est¨¢ generando una nueva conciencia ciudadana en los pa¨ªses de la UE
El hostigamiento del Bundesbank a las OMT socava la confianza de los mercados en el futuro de la eurozona, lo que se traduce en una mayor prima de riesgo para los perif¨¦ricos y, por tanto, en una mayor fragmentaci¨®n financiera ?Tienen sentido las reglas de los tratados cuando la eurozona est¨¢ fragmentada, se falsea y restringe el juego de la competencia entre entidades financieras, y no funciona la pol¨ªtica monetaria? ?No es sensato que el programa del BCE persiga reparar los da?os que provocan la fragmentaci¨®n y sus consiguientes elevaciones en la prima de riesgo, y prevenga el colapso de la uni¨®n monetaria? La advertencia lanzada hace semanas por Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, sobre los peligros de inflaci¨®n en la eurozona cuando en Espa?a estamos casi en situaci¨®n t¨¦cnica de deflaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de que constituya un ejercicio de bad economics, parece un sarcasmo, una provocaci¨®n alimentada por la nostalgia de un poder que la creaci¨®n del BCE ha clausurado. La pr¨®xima cumbre est¨¢ obligada a tomar decisiones valientes que eviten penalizar las distorsiones a la competencia entre las entidades financieras por raz¨®n de su nacionalidad, cuando lo que deber¨ªa importar es la solvencia de las mismas. De ah¨ª la necesidad, entre otras medidas, de que la capacidad de supervisi¨®n del BCE llegue a todas las instituciones financieras, incluidas las alemanas, y de que se pongan en com¨²n los recursos necesarios para permitir la quiebra ordenada de los bancos.
Parad¨®jicamente la crisis del euro est¨¢ creando una nueva conciencia ciudadana entre los europeos. La alternativa al populismo de derechas y a la soberan¨ªa de los pueblos estriba en restaurar la solidaridad rota entre pa¨ªses pobres y ricos, pero en ambas direcciones. Los espa?oles hemos sentido como propias las recientes inundaciones en Alemania y Europa Central porque, en el mundo peque?o en que vivimos, dif¨ªcil es no tener alg¨²n lazo personal con compatriotas europeos alemanes. De igual modo, el cierre de la televisi¨®n p¨²blica en Grecia nos preocupa tanto a nosotros como a los griegos, porque pone en peligro el ejercicio real de la ciudadan¨ªa europea en Grecia y, por tanto, en Europa, y porque constituye un obst¨¢culo a la solidaridad entre ciudadanos europeos que queremos hacernos responsables unos de otros.
Hasta ahora, los Gobiernos han desde?ado el m¨¦todo comunitario de construcci¨®n europea favoreciendo un enfoque intergubernamental con vistas a reforzar el papel del Consejo Europeo, algo prohibido expl¨ªcitamente por el tratado. Pero esto no basta para Berl¨ªn, que se empe?a en enfriar las expectativas sobre el pr¨®ximo Consejo Europeo, y, en cambio, publicita el encuentro del 3 de julio sobre el desempleo juvenil en Berl¨ªn ad maiorem gloriam de la canciller Merkel ante las elecciones de septiembre.
Los ciudadanos, sin embargo, no podemos permitir que los l¨ªderes europeos arruinen nuestras esperanzas ante la cumbre. Nos asiste el mismo derecho a exigirles que se ocupen de corregir los defectos de construcci¨®n institucional, con la misma determinaci¨®n y rigor inmisericorde con la que ellos nos aplican sus recetas de ajuste y reformas. Cierto es que irse con la capa al toro, no es para todos, pero tampoco deben olvidar que para torear y para casarse hay que arrimarse. El envite es serio, pero si la cumbre opta por quedarse en la querencia, dejar¨¢ a las instituciones europeas y a sus democracias nacionales, hu¨¦rfanas de cualquier atisbo de legitimidad democr¨¢tica.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia, su ¨²ltimo libro es The economics of the monetary union and the eurozone crisis (Springer, 2013).
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