El freno de Merkel
Europa no debe desentenderse de Turqu¨ªa, pese a la represi¨®n desencadenada por Erdogan
Entre lo mucho que pone en peligro la escalada de la represi¨®n en Turqu¨ªa a cargo del primer ministro, Erdogan, figuran las moribundas relaciones de Ankara con la Uni¨®n Europea. Si hasta hace unas semanas el relato dominante concern¨ªa a los logros del jefe de Gobierno turco en la modernizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica de su pa¨ªs o su audacia al impulsar un proceso de reconciliaci¨®n con la minor¨ªa kurda, los acontecimientos iniciados en la plaza de Taksim han roto el encanto. La imagen de Turqu¨ªa como poder reformista regional se tambalea a la vez que su siempre precaria relaci¨®n con una UE que parece incapaz de asumirla culturalmente.
El bloqueo por Alemania de las conversaciones sobre el acceso de Turqu¨ªa a la UE, en el limbo desde hace tres a?os y previstas la semana entrante, va m¨¢s all¨¢ del forcejeo diplom¨¢tico escenificado ayer por ambos lados y de las veladas amenazas de Ankara de dar por canceladas sus aspiraciones comunitarias. Las negociaciones no han sido desconvocadas, pero todo sugiere que el rechazo de Berl¨ªn, al que se une Holanda, es lo suficientemente firme como para devolver al dique seco un acercamiento iniciado hace ocho a?os.
A diferencia de otros dirigentes europeos, Angela Merkel ha sido siempre una convencida opositora al ingreso de Turqu¨ªa en la UE. El manifiesto de su partido dem¨®crata-cristiano para las elecciones de septiembre consagra ese rechazo. La violencia sin contemplaciones ordenada por Erdogan contra los manifestantes, el progresivo caudillismo de sus actos y declaraciones y la manifiesta agenda islamista de su partido Justicia y Desarrollo han facilitado las cosas a la canciller.
Editoriales anteriores
La dividida Uni¨®n Europea, sin embargo, debe hilar fino en su nuevo valladar a una relaci¨®n que se considera vital para las dos partes por motivos econ¨®micos y geopol¨ªticos. En juego no solo est¨¢n los lazos con un Gobierno intolerante, que entiende la democracia como mera mayor¨ªa electoral mientras busca el copo de todo espacio pol¨ªtico y social. Si Europa se desentiende de Turqu¨ªa, lo har¨¢ tambi¨¦n de esa presi¨®n ben¨¦fica para su democratizaci¨®n a la que en buena medida se deben muchos de los logros de Erdogan; abandona en parte a su suerte a quienes se lanzan a las calles para defender de hecho valores que Europa proclama. El estallido c¨ªvico y la vitalidad democr¨¢tica que estos d¨ªas expresan muchas ciudades turcas merece la m¨¢s seria consideraci¨®n de la UE.
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