Un cosmos en la cabeza
Esa pulpa fea y arrugada que todos llevamos dentro es el objeto m¨¢s complejo del que tenemos noticia en el universo
La mayor parte de los cient¨ªficos coinciden en identificar la gran cuesti¨®n no resuelta que tiene planteada la biolog¨ªa contempor¨¢nea: el cerebro humano. El problema no son sus componentes: al fin y al cabo es un trozo de cuerpo. Y como el resto, est¨¢ hecho enteramente de c¨¦lulas y se construye durante el desarrollo seg¨²n los mismos principios generales que la biolog¨ªa del desarrollo ha descubierto para la generaci¨®n de los tejidos y ¨®rganos del cuerpo. El problema con el cerebro son sus n¨²meros c¨®smicos. Con sus 100.000 millones de neuronas ¡ªuna cifra comparable a las estrellas de una galaxia¡ª y las cerca de 1.000 conexiones, o sinapsis, que cada una de ellas puede formar con las dem¨¢s, esa pulpa fea y arrugada que todos llevamos dentro de la cabeza puede calificarse como el objeto m¨¢s complejo del que tenemos noticia en el universo.
El modelo digitalizado del cerebro en tres dimensiones y una resoluci¨®n casi celular que han dado a conocer hace dos d¨ªas cient¨ªficos alemanes y canadienses no supone a¨²n el entendimiento de ese problema monumental, pero es un paso esencial. Es el primer mapa completo de los peque?os circuitos que subyacen a nuestra actividad mental. Los cient¨ªficos no saben todav¨ªa leer esta informaci¨®n, pero es probable que nunca lleguen a ese logro sin ella. La historia de la biolog¨ªa muestra que la estructura precede a la comprensi¨®n de la funci¨®n.
El mapa o modelo en 3D, al que los investigadores han llamado BigBrain con cierta pretenciosidad c¨®mica, se puede considerar copia exacta de un cerebro real, el de una mujer fallecida a los 65 a?os que no ten¨ªa historial neurol¨®gico o psiqui¨¢trico. Los neurocient¨ªficos ya pueden acceder a ese tesoro de forma libre y gratuita.
Nadie espera que la estructura de BigBrain sea exactamente la misma que la de los dem¨¢s cerebros humanos que pueblan el planeta. Para cartografiar esa variaci¨®n, sin embargo, ser¨¢ imprescindible comparar cada cerebro individual con un cerebro de referencia, y el de la mujer fallecida tiene todas las papeletas para convertirse en la pauta. Cabe preguntarse por cu¨¢nto tiempo seguir¨¢ su identidad siendo secreta en estos tiempos donde resulta casi imposible esconder algo.
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