Las dos cantantes a elegir
En el bipartidismo espa?ol no se rectifica; basta esperar a ganar las pr¨®ximas elecciones
Un desahogo cada vez m¨¢s frecuente es culpar de la crisis y el paro a las organizaciones internacionales y a los economistas que las inspiran. Un primer episodio fue un par de errores de c¨¢lculo de dos profesores de Harvard en una ponencia sobre la relaci¨®n entre la deuda p¨²blica y el crecimiento que hab¨ªan presentado en un congreso, pero que ni siquiera se hab¨ªa publicado en una revista acad¨¦mica con evaluadores an¨®nimos. Por aqu¨ª se pudieron leer cosas como ¡°La austeridad se sustenta en un fallo de Excel¡±. Que la verdad no nos eche a perder un buen titular, debieron pensar. Los dos economistas mostraron sus datos, reconocieron el error, rehicieron los c¨¢lculos y rectificaron los resultados, los cuales, por supuesto, contin¨²an mostrando una relaci¨®n negativa entre deuda y crecimiento, con posible causalidad en ambas direcciones. Un segundo episodio fue una breve nota del economista en jefe del Fondo Monetario Internacional en la que mostraba que el efecto multiplicador de la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico sobre la tasa de crecimiento hab¨ªa sido mayor de lo anticipado. Para algunos cr¨ªticos locales, parec¨ªa como si el ¡°multiplicador¡±, un concepto hermen¨¦utico de origen keynesiano, fuera una pistola mataempleos. M¨¢s recientemente, se ha aireado un informe hecho p¨²bico por un grupo de empleados an¨®nimos del Fondo Monetario ¨Cque no por los directivos que toman decisiones y son responsables de ellas¡ªen el que se especula si hubiera sido mejor que el agujero negro de los bancos de Grecia no hubiera sido cubierto a costa de los contribuyentes sino de los inversores y ahorradores en los bancos. Esto ¨²ltimo es m¨¢s o menos lo que luego hizo la Uni¨®n Europea en Chipre, pero entonces el esc¨¢ndalo y la alarma de algunos de los que ahora aplauden fueron tambi¨¦n ensordecedores.
La discusi¨®n actual sobre la austeridad y el est¨ªmulo recuerda aquella historia de un emperador romano que deb¨ªa juzgar un concurso entre dos cantantes. La primera lo hizo tan mal que el emperador dio directamente el premio a la segunda, sin ni siquiera escucharla. El problema aqu¨ª es que nosotros s¨ª hemos escuchado a las dos y los gritos contra la que ahora lleva la voz cantante no tienen credibilidad. La alternativa que m¨¢s se vocifera acaba resumi¨¦ndose en afrontar los problemas de la deuda con m¨¢s endeudamiento. Ya me dir¨¢n.
Se vocifera la alternativa de resolver la deuda con m¨¢s endeudamiento
Pero m¨¢s que de econom¨ªa querr¨ªa hablar hoy de pol¨ªtica y de las dos cantantes pol¨ªticas a elegir. Cuando se dice por todas partes que la Comisi¨®n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional adolecen de ¡°d¨¦ficit democr¨¢tico¡±, uno podr¨ªa suponer que las instituciones pol¨ªticas de ¨¢mbito estatal gozan, por el contrario, de super¨¢vit o al menos de un satisfactorio balance democr¨¢tico. Pero ?alguien ha o¨ªdo alguna vez a alg¨²n dirigente del Partido Popular reconocer que, quiz¨¢ por un error de c¨¢lculo o por algo peor, el efecto multiplicador de la liberalizaci¨®n de los precios del suelo y el descontrol bancario produjo la mayor burbuja de Occidente? ?Ha o¨ªdo alguien alguna vez a alg¨²n dirigente del Partido Socialista aceptar que los d¨¦ficits disparatados provocados por sus bajadas de impuestos, regalos, devoluciones y la proliferaci¨®n de gastos improductivos son causa del desastre actual? El irascible Joseph Stiglitz dijo en una ocasi¨®n que los economistas del Banco Mundial que hab¨ªan trabajado a sus ¨®rdenes eran ¡°de tercera categor¨ªa acad¨¦mica¡±. Pero ?en qu¨¦ categor¨ªa habr¨ªa que colocar a los economistas y los pol¨ªticos que asesoraron, decidieron y ejecutaron la burbuja, el d¨¦ficit y otras irresponsables pol¨ªticas econ¨®micas espa?olas durante los ¨²ltimos quince a?os?
El problema de fondo es que hay una contradicci¨®n cada vez m¨¢s evidente entre la competencia pol¨ªtica entre partidos y la eficiencia y estabilidad de las pol¨ªticas p¨²blicas. Un modelo tradicional de competencia electoral imaginaba que la competencia entre dos partidos llevar¨ªa a una convergencia de posiciones en torno a un centro moderado (el ¡°votante mediano¡±, para ser precisos con el modelo). Pero en los principales pa¨ªses bipartidistas, como Gran Breta?a y Espa?a, no ha sido as¨ª, sino que la alternancia entre gobiernos de un solo partido ha generado inestabilidad, bandazos de pol¨ªticas y p¨¦rdida de confianza y expectativas. Solo en Estados Unidos el bipartidismo est¨¢ asociado a una alta estabilidad de las pol¨ªticas p¨²blicas, pero esta no es resultado de una convergencia de posiciones entre los dos partidos ¨Clos cuales se mantienen alejados desde hace a?os--, sino de la separaci¨®n de poderes entre la Presidencia y el Congreso, la cual obliga a muy amplios acuerdos para legislar. En Estados Unidos se aprueban muy pocas leyes, en comparaci¨®n con la mayor¨ªa de reg¨ªmenes parlamentarios, y la gran mayor¨ªa, con pocas excepciones, de las pocas que se aprueban tienen un amplio consenso. En Europa, las pol¨ªticas p¨²blicas m¨¢s sensatas y estables son resultado de sistemas multipartidistas con gobiernos de coalici¨®n que comportan alta continuidad y relativamente pocos cambios. ?ltimamente, los casos de mayor ¨¦xito incluyen gobiernos de gran coalici¨®n entre los dos partidos mayores y gabinetes con t¨¦cnicos y expertos independientes.
Se apela al cambio constitucional quiz¨¢ para no abordar los problemas
Si estas son las tendencias reales, ?para qu¨¦ queremos m¨¢s competencia pol¨ªtica y alternancias en el gobierno? ?Solo por el gusto de la variedad? Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs de Europa en el que no ha habido nunca un gobierno de coalici¨®n (ya que esta f¨®rmula se usa ahora incluso en Gran Breta?a). Cuando uno de los dos partidos pierde las elecciones, no tiene que reconocer o rectificar nada; solo tiene que esperar a que le toque otra vez el turno y vuelta a empezar. Las alternancias sucesivas han ido generando tumbos ¨Cahora mismo, otra vez en la educaci¨®n, que est¨¢ a punto de sufrir el en¨¦simo bamboleo destructivo¡ªy nos han llevado adonde estamos.
El que firma este art¨ªculo ha expuesto repetidamente un an¨¢lisis muy cr¨ªtico del sistema pol¨ªtico e institucional espa?ol. No hay duda de que el cat¨¢logo de reformas deseables es amplio. Pero ahora uno empieza a tener la impresi¨®n de que la moda creciente a favor de reformas constitucionales puede no ser m¨¢s que una v¨ªa de escape para no abordar de frente los graves problemas econ¨®micos y estructurales del pa¨ªs. El PSOE, que ya solo preside dos comunidades aut¨®nomas, propone ahora una reforma constitucional con un Senado federal. Para Convergencia Democr¨¢tica de Catalunya, la independencia nos har¨¢ m¨¢s ricos, pr¨®speros y felices. Proliferan las propuestas de listas abiertas y de fiscalizaci¨®n de las cuentas de los partidos. En cuanto el Partido Popular vea que puede perder la mitad de sus votos ¨Cquiz¨¢ en las elecciones europeas del pr¨®ximo a?o¡ªtambi¨¦n se convertir¨¢ resueltamente al reformismo institucional.
Mientras tanto, las Cortes y el Gobierno continuar¨¢n teniendo que decidir si ratifican y ejecutan las pol¨ªticas emanadas de la Comisi¨®n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Estas son, en el terreno pol¨ªtico, las dos cantantes entre las que en verdad ahora hay que elegir. Para ello es de notar que la opacidad, la rigidez y la ignorancia arrogante de los partidos, los pol¨ªticos y las instituciones dom¨¦sticas contrastan con las organizaciones internacionales y los economistas que las inspiran, los cuales dan frecuentes lecciones no solo de econom¨ªa, sino de transparencia, capacidad de autocr¨ªtica y rectificaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas cuando as¨ª lo aconsejan los resultados reales y la honestidad intelectual.
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Josep M. Colomer es miembro de la Academia Europea.
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