De fenicios y cristianos

Narran las leyendas que cuando los fenicios llegaron a esta nuestra tierra de Mar¨ªa Sant¨ªsima, solo encontraron conejos por doquier, de ah¨ª el nombre de Hispania que, traducido, resulta: ¡°tierra de conejos¡±.

Me pregunto, en estos tiempos tan dif¨ªciles que corren ¡ªpara una gran mayor¨ªa de espa?oles/as¡ª, cu¨¢l ser¨ªa el nombre que llegar¨ªan a ponerle a nuestro amado pa¨ªs aquellos mismos navegantes y comerciantes que desembarcaron hace siglos en nuestras costas, al contemplar tantos chorizos y embutidos sueltos, deambulando a sus anchas como Juan por sus vi?as.

No es extra?o y a buen seguro ¡ªante tan magna cantidad y calidad de ellos¡ª que cambiasen el vocablo y la llamasen Chorhispania o algo por el estilo.

Una vez puesta la adecuada denominaci¨®n a la Pen¨ªnsula, el problema que se les plantear¨ªa a los antiguos hijos de Cana¨¢n, ser¨ªa el de encontrar el lugar id¨®neo donde almacenar a tanto embuchado, sobre todo, hasta que soltasen y sudasen la grasa con la que engordaron a costa de los dem¨¢s conciudadanos.

Puede que, en realidad, el verdadero problema de todo estribe en que no existe tan magno almac¨¦n en esta naci¨®n ¡ªllegado el caso¡ª donde acopiarlos; m¨¢s si cabe, cuando el ¨¦xito del ladrillo se nos ha venido por los suelos, y ya nada se construye. Quiz¨¢s sea ese y no otro el motivo por el que los vemos y aparecen a manojitos ¡ªcual conejos¡ª con tan solo tirar un poquito de cualquier manta alpujarre?a.¡ª Rafael la Casa C¨¢liz. Sevilla.