Valor ornamental
No es extra?o que la alcaldesa de Madrid buscara ese calificativo para poner en su sitio a artistas que hicieron del compromiso la base sentimental de sus respectivas apuestas
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha vendido parte del patrimonio art¨ªstico del consistorio. Esas obras, por las que ha obtenido un saldo de circunstancias, eran de artistas muy importantes; entre ellos, este peri¨®dico cit¨® a los que ya son historia: Millares, T¨¤pies, Chillida, Mir¨®...
Sorprende en una persona de cultura media, y acaso alta (Ana Botella le dijo a Manuel Vicent que ella fue quien le aconsej¨® a su marido que leyera a Aza?a, y esa es una recomendaci¨®n que requiere juicio cultural), dijera que esas obras ten¨ªan ¡°valor ornamental¡±. Es cierto que la belleza, e incluso lo feo que deviene arte, tiene valor ornamental en alg¨²n momento. Si uno va m¨¢s lejos (o m¨¢s cerca) es probable que convenga en decir que todo es ornamental, pues colocado en un sitio determinado, con la armon¨ªa precisa, es ornamental un jarr¨®n chino o una pieza de Porcelanosa. De hecho, a los expresidentes del Gobierno (incluido el marido de Ana Botella) se les ha llegado a llamar (por culpa, es cierto, de Felipe Gonz¨¢lez) jarrones chinos cuya utilidad es exactamente decorativa.
Pero el arte es mucho m¨¢s que ornamento. Es arte porque permanece, cambia el esp¨ªritu, revoluciona las mentes, interroga desde la estancia aparentemente inactiva que contienen los marcos o el simple aire de las estatuas. Igual sucede con todas las artes. El compositor Luis de Pablo se enfurece cuando escucha la expresi¨®n ¡°m¨²sica de fondo¡± porque, aparte de m¨²sicas que son expresamente ornamentales, el arte de la m¨²sica es un suspiro radical del alma y merece ser expresado o escuchado en el adecuado silencio. ?Es ornamental un soneto de Eliot o un poema de Paz? ?El poeta bravo y triste que fue C¨¦sar Vallejo entrar¨ªa en el ¨¢mbito de lo ornamental? ?A qui¨¦n le tirar¨ªa un jarr¨®n en la cabeza Blas de Otero si alguien le hubiera dicho que se subiera al estrado para adornar con sus versos el sal¨®n de plenos de un Ayuntamiento? ?Era ornamental Brecht? ?Y T¨¤pies? ?Puede decirse que T¨¤pies es ornamento?
Es arte porque permanece, cambia el esp¨ªritu, revoluciona las mentes
Pues no. Pero hablemos de T¨¤pies, ya que estamos siguiendo la lista de los ornamentos de que se ha privado el Ayuntamiento de Madrid. Ahora las autoridades catalanas en pleno se han acercado a inaugurar una exposici¨®n doble (en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a y en la Fundaci¨®n T¨¤pies) que honra el esp¨ªritu m¨¢s radical del gran artista catal¨¢n. Han estado all¨ª esas autoridades, han declamado sus propios discursos para congratularse de haberlo tenido como compatriota; pero aparte de esos discursos decorativos no tuvieron ni la decencia de restituir al pintor una de sus m¨¢s atrevidas propuestas: que el Mitj¨® (el calcet¨ªn gigante que quiso que estuviera en el Museo Nacional) se ubicara como una de las propuestas de su legado. Pero no solo eso: no hace falta prestar mucha atenci¨®n para advertir que despu¨¦s del boato de las inauguraciones a las autoridades T¨¤pies (y su fundaci¨®n, por ejemplo) le importan lo que a un alcalde un jarr¨®n de porcelana.
As¨ª que no es extra?o que la alcaldesa de Madrid buscara ese calificativo para poner en su sitio a artistas que hicieron del compromiso la base sentimental de sus respectivas apuestas. Si se fijara m¨¢s la alcaldesa ver¨ªa que el adjetivo se le fue al lado equivocado del diccionario.
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