Como si lo entendi¨¦ramos
Esto es una hoja de contactos. Im¨¢genes que como las palabras encierran misterios. Y,?de?repente, ah¨ª recuadrada, la elegida. El asombro de reconocer la diferencia
Miren, esto es lo que se llama una hoja de contactos. Se obtiene colocando el negativo sobre el papel fotogr¨¢fico y lanzando sobre ¨¦l un haz de luz. El resultado son estas fotograf¨ªas del tama?o de un cromo. Situadas as¨ª, las unas junto a las otras, evocan la disposici¨®n de las palabras en un texto, de ah¨ª que tendamos a leerlas de arriba abajo y de derecha a izquierda, como la p¨¢gina de un libro. Se trata, claro, de un texto que no entendemos, porque si nadie nos ha ense?ado a leer una fotograf¨ªa aislada, ?c¨®mo enfrentarnos a un conjunto sint¨¢ctico de tama?a complejidad? Pese a todo, uno lo deletrea torpemente porque hay, en cada una de las peque?as im¨¢genes reci¨¦n sacadas de la c¨¢mara oscura, un misterio. Un misterio que le concierne, como si todos procedi¨¦ramos de una c¨¢mara oscura (que s¨ª).
En medio de esa torpe lectura, tropezamos de s¨²bito con una palabra (perd¨®n, con una imagen) subrayada con firmeza por el fot¨®grafo, como si dijera: ¡°La encontr¨¦¡±. Y nos detenemos ah¨ª, intentando ver la diferencia entre la imagen escogida y las que la rodean. Hay en esa b¨²squeda, y en su hallazgo, algo profundamente conmovedor, como si el artista hubiera tenido que descender, para dar con la palabra exacta (con la imagen exacta), quinientos o mil metros por las galer¨ªas oscuras de su propio yo. Pero ah¨ª est¨¢, s¨ª, una vez m¨¢s se ha cumplido el milagro. Habemus Papam. Nosotros, espectadores ingenuos, pocos dotados para la especulaci¨®n te¨®rica, nos asomamos a este material de trabajo con la misma turbaci¨®n que sentir¨ªamos si lo hubi¨¦ramos entendido.
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