F¨¢bula real
Contra todo pron¨®stico, el joven rey logr¨® imponer su simpat¨ªa personal en un pa¨ªs muy complicado
Se cuenta que hace muchos a?os hubo un pr¨ªncipe rubio, muy campechano y algo torp¨®n, que no perd¨ªa ocasi¨®n de romperse un hueso contra cualquier obst¨¢culo que se le pusiera por delante. Este pr¨ªncipe guard¨® un silencio precavido mientras crec¨ªa y se formaba pol¨ªticamente a la sombra de un dictador, quien lo nombr¨® su sucesor a t¨ªtulo de rey, salt¨¢ndose el orden din¨¢stico. Contra todo pron¨®stico, el joven rey logr¨® imponer su simpat¨ªa personal en un pa¨ªs muy complicado, que estaba luchando por recuperar la libertad y la democracia despu¨¦s de una dictadura muy larga. Bien por olfato o por la fuerza del destino, el rey se puso al frente de este anhelo de la mayor¨ªa e incluso en medio de un golpe de Estado se enfrent¨® a los espadones. Desde ese momento, el rey fue respetado por bandos ideol¨®gicos adversos, querido y aclamado por el pueblo llano. As¨ª pasaron muchos a?os. Bajo su reinado el pa¨ªs atraves¨® una ¨¦poca de falso esplendor donde cualquier corrupci¨®n se hallaba ofuscada por el brillo de la riqueza. El rey tambi¨¦n fue presa de este se?uelo. Sin darse cuenta iba perdiendo la estima del pueblo a medida que sus esc¨¢ndalos y los de algunos miembros de su parentela comenzaron a quebrantar gravemente su imagen, como quebrantados aparec¨ªan sus huesos en los actos oficiales. Un d¨ªa este rey se fue de cacer¨ªa a ?frica en compa?¨ªa de una amiga rubia. La desgracia hizo que tuviera un nuevo tropiezo y se rompiera la cadera. El pueblo supo con horror que su rey mataba elefantes. Aunque pidi¨® perd¨®n p¨²blicamente no fue perdonado y dondequiera que asomara la nariz era vituperado y cada d¨ªa sal¨ªan a la calle m¨¢s banderas republicanas. Viendo que su corona estaba en peligro, para recuperar su prestigio, el rey tom¨® una extrema decisi¨®n. ¡°Volver¨¦ a ?frica¡±, dijo a los suyos, ¡°y en lugar de matar animales, dejar¨¦ que me devore un le¨®n¡±. As¨ª sucedi¨®. Al rey se lo comi¨® entero un le¨®n y con este sacrificio pas¨® a la historia hasta convertirse en leyenda, como los h¨¦roes de las novelas de Salgari. Desde entonces los juglares recitan todav¨ªa en los tablados: hubo una vez un rey de f¨¢bula, que trajo la libertad a su pa¨ªs y luego fue realmente coronado por un le¨®n que se lo hab¨ªa zampado y que hoy aparece rampante en campo de gules en el escudo nacional.
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