Voces laicas en el Islam
La secularizaci¨®n del Estado proteger¨ªa a los ciudadanos de las ovejas descarriadas
La activista egipcia Nawal Saadawi expone, en referencia a los islamistas radicales, que es muy dif¨ªcil entablar un di¨¢logo con quien habla en nombre de Dios, cuando una est¨¢ hablando en nombre del Hombre.
Y, efectivamente, resulta desigual hablar en nombre de los derechos humanos, de las libertades individuales, del respeto hacia las dem¨¢s creencias con unos interlocutores que se alzan como portavoces de Dios. Los defensores de la laicidad son unos pobres seres falibles. Su palabra pesa poco ante los ojos de los ap¨®stoles de la ¡°Verdad absoluta¡±, los islamistas.
Sin embargo, nadie tiene la exclusividad de la palabra divina, y todos los discursos son interpretaciones del mensaje de Dios, y cuantos m¨¢s lectores haya, m¨¢s lecturas ser¨¢n posibles y ninguna tendr¨¢ la supremac¨ªa porque todas deber¨ªan ser v¨¢lidas y viables. En el islam, solo los ulemas tienen derecho a interpretar los textos sagrados y por lo tanto las explicaciones y los comentarios se diversificar¨¢n seg¨²n el buen albedr¨ªo de cada ulema.
Cada d¨ªa nos trae su cosecha de noticias violentas sobre el islam. Los musulmanes estamos asediados por los medios de comunicaci¨®n que nos recuerdan al filo de sus cr¨®nicas que el islam es violento. ?ltimamente, hemos asistido a varias acciones de los llamados ¡°lobos solitarios¡±, el atentado de Boston, el de Londres o el perpetrado en Par¨ªs; son ejemplos de ese nuevo modus operandi. A cada atentado, los musulmanes nos sentimos agredidos: tanta irracionalidad en nombre del islam nos averg¨¹enza y nos coh¨ªbe. Los terroristas nos embisten y la opini¨®n p¨²blica occidental nos mete en el mismo saco en una visi¨®n reduccionista. Los extremistas de cualquier ideolog¨ªa o religi¨®n pueden ser violentos, no son exclusivos del islam.
Una gran parte de los marroqu¨ªes confunde laicismo con ate¨ªsmo
No obstante, como musulmana me pregunto: ?De d¨®nde sacan los islamistas radicales sus argumentos? Al indagar, descubro que en los textos sagrados hay pasto para todas las ovejas, hasta para las m¨¢s descarriadas y perturbadas.
El excelente documental de Fr¨¦d¨¦ric Brunnquell y el arabista franc¨¦s Gilles Kepel traza un esclarecedor nexo entre los Hermanos Musulmanes y los dem¨¢s movimientos islamistas: desde la revoluci¨®n iran¨ª hasta el movimiento terrorista de Al Qaeda. El tronco cardinal del pensamiento de Sayed Kutb, el ide¨®logo de los Hermanos Musulmanes, es el deber del Dyihad para todo musulm¨¢n. La obligaci¨®n de llevar la cruzada en contra de Occidente, que est¨¢ en decadencia, con el fin de purificarlo y dirigirlo hacia el camino de la verdad, es uno de sus principales preceptos.
Los Hermanos Musulmanes nacieron en Egipto al inicio del siglo XX y se propagaron por los dem¨¢s pa¨ªses ¨¢rabes e isl¨¢micos, a veces con distintas ramificaciones, pero todos pertenecientes al mismo ¨¢rbol. Sus naturales herederos son los que se apropiaron de la primavera ¨¢rabe y ganaron las elecciones en Egipto (aunque ahora un golpe de Estado ileg¨ªtimo pretende desbancarlos), en T¨²nez y m¨¢s sigilosamente en Marruecos.
Salta a la vista que estos movimientos est¨¢n en alza; cara a la galer¨ªa mantienen un discurso ¡°moderado¡± pero en confianza sueltan sus verdaderas convicciones y se internan en el laberinto de una pesadilla surrealista: hablan del Gran Califato isl¨¢mico, del pr¨®ximo dominio del islam sobre el universo, no solo sobre la tierra.
Cuando queremos alejar la sombra violenta que persigue al islam nos escudamos detr¨¢s del pensamiento suf¨ª, que numerosas familias marroqu¨ªes practican, y nos agarramos a sus mensajes de amor, de paz, de apertura hacia el otro. Pero ese islam no gusta a los paladines de los movimientos islamistas que llevan d¨¦cadas de cruzada contra el sufismo, condenando las pr¨¢cticas de las cofrad¨ªas y los preceptos de los pensadores suf¨ªes. No dudan en machacar los valores ancestrales de nuestra sociedad marroqu¨ª. Se ataca a las libertades individuales, alegando que son un lastre de la colonizaci¨®n occidental.
Los islamistas siguen su avance y los opositores musulmanes les ayudan con su ambig¨¹edad y silencio, porque piensan que criticarles es atacar los valores sagrados de nuestra sociedad y tienen miedo de convertirse en traidores. Caen en la trampa tendida por los propios radicales. Habr¨ªa que recordar a estos que Marruecos exist¨ªa antes de la llegada del islam. Durante milenios, muchas civilizaciones lo atravesaron dejando sus huellas. El pueblo amazigh, el originario del norte de ?frica, no ha estado esperando a los ¨¢rabes para fraguar su identidad. Adem¨¢s, est¨¢n los marroqu¨ªes de confesi¨®n jud¨ªa, y los marroqu¨ªes ateos, aunque estos son muy discretos a la hora de revelar sus convicciones, por temor al hacha de la apostas¨ªa.
Los extremistas de cualquier ideolog¨ªa o religi¨®n pueden ser violentos
Los radicales suelen atacar a los defensores de la laicidad arguyendo las influencias de Occidente. Sin embargo, Occidente recibi¨® con los brazos abiertos el legado de los pensadores musulmanes pioneros de la corriente racionalista, tales que Ibn Rushd o Ibn Khald¨²n. El mundo isl¨¢mico, en su gran diversidad, hab¨ªa permitido que proliferaran en su seno sabios, fil¨®sofos, cient¨ªficos y literatos partidarios de la raz¨®n hasta que la decadencia cultural, el declive y el fanatismo isl¨¢mico (en muchas fases hist¨®ricas) acab¨® gan¨¢ndoles la partida.
Los defensores de un Marruecos laico son cada d¨ªa m¨¢s numerosos aunque siguen siendo minoritarios, debido al analfabetismo de una gran franja del pueblo que confunde laicidad y ate¨ªsmo. Los movimientos laicos tienen la gran responsabilidad de disipar tal confusi¨®n que favorece la ideolog¨ªa dominante. La primera labor es pedag¨®gica: explicar al pueblo llano el verdadero significado de la secularizaci¨®n del Estado.
Hay una corriente que defiende la laicidad desde el punto de vista isl¨¢mico, como el caso del te¨®logo egipcio Ali Abderraziq, que asegura que ¡°Nada \[en el islam\] impide a los musulmanes edificar su Estado y su sistema de Gobierno sobre las ¨²ltimas creaciones de la raz¨®n humana¡±, y a?ade: ¡°Buscaremos en vano una indicaci¨®n en el Cor¨¢n, impl¨ªcita o expl¨ªcita, que pueda apoyar la tesis de los partidarios del car¨¢cter pol¨ªtico de la religi¨®n isl¨¢mica¡±.
Otro te¨®logo, m¨¢s contempor¨¢neo, el tunecino Mohamed Talbi, apoya sus argumentos por la laicidad, citando vers¨ªculos del Cor¨¢n, y demuestra que, en los tiempos del profeta, el Gobierno era laico. El islam pol¨ªtico aparece despu¨¦s del fallecimiento del profeta a ra¨ªz de las luchas por el poder entre fracciones opuestas, lo que pervirti¨® el mensaje del profeta.
Los defensores de la laicidad son fruto de sus propias sociedades. Y tampoco nada impide aprender de los dem¨¢s. ¡°Id en busca del conocimiento aunque sea en China¡±, dijo el profeta. La identidad cultural no se tambalea porque se impregna del otro, al contrario, la cristaliza y la enriquece.
La laicidad puede convertirse en un valor a?adido al islam y preservarlo de los extremistas y los violentos. La secularizaci¨®n del Estado es el baluarte que podr¨ªa amparar y proteger a todos los musulmanes y no musulmanes de las ovejas descarriadas.
Houda Louassini es hispanista y traductora marroqu¨ª.
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