La era de Saturno
Los j¨®venes tienen claro que ha habido una generaci¨®n tap¨®n que les ha impedido el paso. Es la generaci¨®n de los padres oscuros, inoperantes e irresponsables que solo saben mirarse el ombligo
Europa, la cultura que lleva tras ella siglos de humanismo, ha decidido, a trav¨¦s de sus grandes familias y sus corporaciones m¨¢s homicidas, aniquilar en primer lugar a la clase media (garante de la democracia y la libertad salvo cuando la desesperaci¨®n la tuerce), y en segundo lugar a sus j¨®venes.
Ahora mismo la consigna es acabar con el pasado, desarticulando la memoria y destruyendo de un plumazo la industria del libro (Fahrenheith 451), adem¨¢s de acabar con el futuro cerr¨¢ndole todas las puertas a los j¨®venes: queda el presente, reducido a su m¨ªnima esencia ante la apuesta por una econom¨ªa salvaje que nos retrotrae a las peores fases del capitalismo del siglo XIX, cuando los ni?os y los caballos se quedaban ciegos en las minas de Gales, a fuerza de no ver la luz del d¨ªa. ?Y creen los ingenuos que esto se va a resolver sin conflagraciones que bien podr¨ªan estar dirigidas por las ideolog¨ªas m¨¢s extremas?
Se suele decir que nuestra Guerra Civil la provocaron los extremos, pero conviene preguntarse qui¨¦n los gener¨® y por qu¨¦ aparecieron. Si uno mira el pasado y el presente con un poco de atenci¨®n, observar¨¢ que los extremismos, lejos de surgir en las calles, suelen empezar en la c¨²spide del poder, por eso en Bruselas llevan bastante tiempo actuando como una organizaci¨®n mucho m¨¢s extrema y radical que los que gritan en las calles de casi todas las capitales de Europa.
Y mientras tanto los j¨®venes, ?qu¨¦? De momento, adem¨¢s de indignarse santamente, hablan entre ellos y comentan la situaci¨®n en bares y tabernas que antes despreciaban y a los que ahora acuden con los bolsillos casi vac¨ªos mendigando un vino o una tapa. Resulta inquietante escuchar su discurso: tienen la certeza de que todo se va a ir al carajo: la industria de la cultura, la ense?anza p¨²blica, la seguridad social, los valores en los que se ha asentado la cultura occidental, el arte, las relaciones amorosas y sociales, y todos los pilares que han sostenido nuestra siempre dudosa e hipot¨¦tica libertad de acci¨®n y de opini¨®n. Adem¨¢s tienen muy claro que ha habido una generaci¨®n tap¨®n que tanto en la pol¨ªtica, como en las finanzas y la cultura les ha impedido sistem¨¢ticamente el paso. ?Est¨¢n los j¨®venes ante una generaci¨®n de padres saturninos y devoradores de hijos?
Recuerdo cuando en mi ¨¦poca juvenil esper¨¢bamos danzando en las playas de Formentera el advenimiento de la era Acuario, que lo iba a fundir todo en un arrebato de amor universal. No sab¨ªamos que lo que en realidad estaba a punto de llegar era la era de Saturno, la era de los padres oscuros, inoperantes e irresponsables que solo saben mirarse el propio ombligo.
Crearon la burbuja inmobiliaria y la televisi¨®n basura, y han querido prolongar la adolescencia hasta los 50
?Hay una generaci¨®n que lleva cuarenta a?os desnortada, que ha descuidado inmensamente las responsabilidades sociales y el amor a los hijos, y que ha educado a sus chavales en la ignorancia de la realidad? ?Una generaci¨®n que se empe?a en aniquilar el futuro y reducir a los j¨®venes, llenos de ideas y de fiebre creadora, a la angustia y a la indignaci¨®n? Curiosamente, estas preguntas se las hacen tanto los j¨®venes de izquierdas como los de derechas: los he escuchado a todos y s¨¦ de qu¨¦ hablo.
?Las ¨²ltimas generaciones occidentales est¨¢n encarnando el mito fundacional del universo transmitido por Hes¨ªodo? Es sabido que Urano, el Cielo, escondi¨® a sus hijos en el T¨¢rtaro para que no vieran la luz y no pudieran usurparle el poder. Ante semejante actitud negadora del futuro, su esposa Gea (la Tierra) ayud¨® a su hijo Cronos (Saturno en la cultura romana) para que castrara a Urano con una hoz. Ya en el poder, Cronos adopt¨® curiosamente la misma conducta homicida de su padre, y devoraba a sus propios hijos cuando nac¨ªan, hasta que una vez m¨¢s la divinidad femenina Rea (esposa de Cronos) tuvo que ayudar a su hijo Zeus para doblegar al padre can¨ªbal, y sustituirlo en el poder.
Los representantes de la generaci¨®n tap¨®n tuvieron que doblegar a sus padres (a menudo con la complicidad de la madre) para poder respirar, siguiendo el ejemplo de Cronos, pero m¨¢s tarde esa misma generaci¨®n empez¨® a cerrarles las puertas a sus sucesores, llegando a la situaci¨®n presente. ?Tendr¨¢ que ser una vez m¨¢s la alianza de madres e hijos la encargada de sacarnos de la era de Saturno?
El Tiempo (Saturno) no puede sabotearse a s¨ª mismo, aniquilando la posibilidad de su propia sucesi¨®n, devorando su propio porvenir y conduci¨¦ndolo a las oscuridades del T¨¢rtaro. El Tiempo no puede aniquilar al Tiempo. Si es verdad que el cristianismo ha sido la religi¨®n del hijo por encima de la religi¨®n del padre, y los occidentales, cristianos o no, tenemos ese mito y otros bien incrustados en nuestras cabezas, quiz¨¢ est¨¢ a punto de llegar el momento en que las mujeres y los j¨®venes le planten cara a Saturno y nos libren de su sombr¨ªo poder, que solo conduce a la angustia general.
La alianza entre madres e hijos, tan presente en los mitos griegos, podr¨ªa ser la ¨²nica soluci¨®n al marasmo
Los griegos ya nos avisaron desde sus mitos fundacionales, pero pongamos las cosas en su lugar. ?Qui¨¦nes, de esa presunta generaci¨®n obstructora, est¨¢n cerrando el paso a los j¨®venes y a los dem¨¢s? ?Todos? En cierto modo s¨ª, al menos esa es mi opini¨®n, si bien se podr¨ªa recurrir a explicaciones m¨¢s relativas. Hace casi 25 a?os, Eduardo Haro Tecglen public¨® en este mismo peri¨®dico un c¨¦lebre art¨ªculo titulado La generaci¨®n b¨ªfida, que comenzaba as¨ª: ¡°La punta de la generaci¨®n de quienes est¨¢n por los cuarenta a?os ¡ªalgo m¨¢s, algo menos¡ª se bifurca. Unos llegan al poder, otros a la muerte¡±. M¨¢s adelante dice que la diferencia entre unos y otros es demasiado grande, y que mientras unos usan Visa Oro otros vagan por los centros sanitarios pidiendo ayuda. Como en aquel momento yo rondaba la cuarentena puedo suponer que estaba hablando de mi generaci¨®n, y su f¨®rmula sigue v¨¢lida, pero solo hasta cierto punto, porque veamos, ?aqu¨ª solo son deleznables los de la Visa Oro?
Es evidente que tanto los que enga?aron y mandaron como los que se dejaron enga?ar y obedecieron tienen su responsabilidad: la famosa complicidad entre la v¨ªctima y el verdugo. Y es que esa generaci¨®n b¨ªfida, desde hace tiempo en el poder, es la que cre¨® la burbuja inmobiliaria y el sistema de hipotecas, en la que unos estafaron y otros se dejaron estafar; la que cre¨® la televisi¨®n basura y muchas otras basuras; la que ha querido prolongar su adolescencia hasta los cincuenta a?os; la que ha bloqueado el futuro; y la generaci¨®n tambi¨¦n de las madres pluriempleadas y los padres impresentables, siempre a la busca de mujeres m¨¢s j¨®venes por miedo a mirarse a s¨ª mismos. Es como si en vez de buscar mujeres sin m¨¢s buscasen enfermeras. Tendr¨ªan que releer El s¨ª de las ni?as todos los que tan f¨¢cilmente renuncian a los hijos de las primeras nupcias como hac¨ªan los antiguos macedonios, que ten¨ªan por costumbre asesinar a los v¨¢stagos del primer matrimonio. Tal iba a ser el destino de Alejandro Magno, hijo del primer matrimonio de Filipo. ?C¨®mo resolvieron el problema Alejandro y su madre Olimpia? Pues pasando a la acci¨®n y adelant¨¢ndose a sus enemigos. La alianza entre madre e hijo fue tambi¨¦n muy com¨²n en Roma. Ya lo dec¨ªan los antrop¨®logos de finales del XIX: el amor paterno siempre ha sido tan dudoso como hipot¨¦tico.
Ay, Zeus m¨ªo, quiz¨¢ la era de Saturno comenz¨® hace bastante tiempo y ahora estamos en su apoteosis. Que no se duerman los j¨®venes, y sobre todo que no se duerman sus madres. La alianza de ambos, tan presente en los mitos griegos, podr¨ªa ser la ¨²nica soluci¨®n al marasmo. La mitolog¨ªa griega as¨ª lo supo ver desde el principio, y hay verdades que tienen todo el aire de ser eternas.
Jes¨²s Ferrero es escritor.
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