?rase un hombre a un tel¨¦fono pegado
El m¨®vil gana la partida: es f¨¢cil de llevar, es agenda, linterna, GPS, c¨¢mara de fotos... Un 'aut¨¦ntico amigo' que a veces nos a¨ªsla de la gente real
La pesadilla recurrente de este siglo: uno est¨¢ a punto de coger un avi¨®n y, de repente, nota que le falta algo. Al fin, la profec¨ªa autocumplida: te han robado el tel¨¦fono. Uno se lo ha imaginado muchas veces, ha rebuscado otras tantas en el bolso deseando que no hubiera pasado. Aun en sue?os, uno se culpa por haber atra¨ªdo con malos pensamientos un grave trastorno.
Variaciones de esta historia suelen estropear el descanso de Antonio Merino, consultor financiero independiente, pero tambi¨¦n el de Laura G. Mench¨®n, entrando como una tromba en la adolescencia. A Cristina Mart¨ªn (35 a?os) hay que perdonarle el sue?o obsesivo: dos veces le han quitado el tel¨¦fono de las manos; primero, en un bar, y cuatro meses m¨¢s tarde, en la parada del autob¨²s. Lo que se dice tener mala suerte. Seg¨²n un estudio de la compa?¨ªa estadounidense de investigaci¨®n tecnol¨®gica Unisys, una persona tarda como promedio 26 horas en denunciar el robo de una cartera, pero si el objeto perdido es un tel¨¦fono, la denuncia se produce a los 68 minutos.
Perder el m¨®vil supone quedarse fuera de una parte importante de la realidad: lo que sucede en Internet. Tambi¨¦n significa que no se estar¨¢ disponible, que no se le podr¨¢ encontrar por las v¨ªas ordinarias. L¨¦ase, llamada, mensaje, e-mail, WhatsApp. Hay quien asume la desconexi¨®n como un reto o como una excentricidad, pero hay muchos que no se lo pueden permitir; otros que, como dir¨ªa Bartleby el escribiente, en el relato de Herman Melville, preferir¨ªan no hacerlo, y unos pocos que viven la p¨¦rdida de la conectividad con angustia. Son los que cargan a todas partes con una bater¨ªa de repuesto y los cables de conexi¨®n; los que monopolizan el enchufe m¨¢s cercano del sitio en el que acaban de entrar, y solo entonces se sienten tranquilos, porque les da pavor quedarse desconectados.
La ¡®nomofobia¡¯, o miedo a no estar en contacto por el m¨®vil, podr¨ªa manifestarse al perder la bater¨ªa
En una encuesta realizada en Reino Unido, los participantes equipararon el hecho de ¡°no estar en el m¨®vil¡± con suce??sos estresantes de la vida como un divorcio o una mudanza. Cuando uno est¨¢ desen??chufado imagina que est¨¢n sucediendo muchas cosas. A saber: mientras la bater¨ªa se carga se ha producido esa llamada de trabajo importante, ha pasado algo grave en la familia y nadie ha podido avisarle, el ¨²nico e-mail del d¨ªa que no pod¨ªa esperar yace en el buz¨®n sin que ni siquiera se pueda leer el asunto. Luego, cuando se recupera la conexi¨®n (y el aliento) se comprueba que todo sigue igual.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, unos expertos anglosajones, concretamente brit¨¢nicos, acu?aron en 2008 la nomofobia (acr¨®nimo de no mobile phobia) y la describieron como el miedo a no estar en contacto por el m¨®vil, un sentimiento que, seg¨²n sus estimaciones, podr¨ªan estar incubando el 53% de los usuarios de este servicio de telefon¨ªa de Reino Unido. En su opini¨®n, la ¡®nomofobia¡¯ podr¨ªa manifestarse cuando nos quedamos sin cobertura o sin bater¨ªa, o cuando perdemos el tel¨¦fono.
Lo que est¨¢ bastante claro es que se ha creado una nueva necesidad: estar conectados las 24 horas y los 7 d¨ªas de la semana. ¡°La naturaleza absorbente del dispositivo y la informaci¨®n en tiempo real arrastran a los usuarios, la intermitencia y la respuesta constante del otro lado refuerzan esa sensaci¨®n. Adem¨¢s, hay que contar con la presi¨®n de vivir en un mundo en el que para muchas personas ¡°inmediatamente¡± significa literalmente ¡°inmediatamente¡±. Todo esto provoca que la gente viva extasiada en sus tel¨¦fonos e ignore la vida que pasa por delante¡±, explica Robert Sutton, profesor de la Universidad de Stanford y autor del libro Good boss, bad boss (2010) (Jefe bueno, jefe malo). Algunos estudios en Estados Unidos estiman que, mientras estamos despiertos, el tiempo promedio que pasamos sin mirar el m¨®vil es de unos diez minutos. Y precisamente, la capacidad de abstraernos de la realidad circundante es uno de los grandes atractivos del tel¨¦fono. El informe del Pew Research Center de 2012 que califica a este cacharro como ¡°la nueva herramienta ubicua¡± indica que un 13% de los usuarios fingen usarlo para evitar interactuar con la gente que tiene alrededor, y otro abrumador 43% de ellos se entretienen con el tel¨¦fono porque lo que tienen cerca les parece aburrido.
La prensa estadounidense ha frivolizado, diciendo que el smartphone es tambi¨¦n el nuevo cigarro de despu¨¦s
A estas alturas, la relaci¨®n con su tel¨¦??fono es emocional, y en caso de que se lo roben el disgusto ser¨¢ m¨¢ximo. Habr¨¢ perdido mucho m¨¢s que un tel¨¦fono con su agenda de contactos. Se habr¨¢ quedado sin sus fotos, su despertador, su br¨²jula, sus mapas, su GPS, su linterna, su espejo, sus juegos, su hombre del tiempo, su compa?ero en los interminables viajes de metro, sus playlists para correr, su m¨²sica, su tel¨¦fono inteligente m¨¢s inteligente que usted¡ ha perdido un amigo. Parece casi normal que en una encuesta realizada en 2012 por el Canal Spike TV, el 80% de los hombres dijeran que ¡°amaban¡± su tel¨¦fono porque ¡°le daba seguridad y les hac¨ªa la vida m¨¢s f¨¢cil¡±. En el mismo a?o, el 68% de los brit¨¢nicos contestaron a otra encuesta de la compa?¨ªa YouGov, afirmando que renunciar¨ªan a la cerveza, al vino, los chocolates, los zapatos, la televisi¨®n y hasta al coche durante un mes, a cambio de quedarse con el m¨®vil. El 22% de ellos aseguraron que ¡°el tel¨¦fono m¨®vil es lo m¨¢s importante que se llevan cada noche a la cama¡±. Curiosamente, solo el 11% de las mujeres entrevistadas fue tan lejos en sus afirmaciones.
A pesar de la llegada de las tabletas y los liger¨ªsimos ordenadores port¨¢tiles, el tel¨¦fono sigue siendo imbatible. La encuesta de medios que realiza cada a?o la consultora Nielsen revel¨® que en 2012 el 46% de la actividad social online tuvo lugar desde los m¨®viles (las tabletas, de momento, acapararon el 16%). Estas cifras se disparaban en los j¨®venes de entre 18 y 24 a?os. Para los analistas de Nielsen, la portabilidad convierte al tel¨¦fono en el gadget ubicuo por excelencia. ¡°Lo puedes llevar a cualquier parte en el bolsillo. Lo puedes usar para todo, y, de vez en vez, hablar por tel¨¦fono¡±.
El don de la omnipresencia del que los tel¨¦fonos m¨®viles han dotado a los humanos ha tra¨ªdo como consecuencia la invasi¨®n de espacios que hasta hace una d¨¦cada estaban m¨¢s o menos definidos. ¡°Es un hecho que la casa ha invadido el trabajo y el trabajo ha invadido la casa, y no parece que los l¨ªmites puedan volver a ser restaurados¡±, ilustra Lee Rainie, director del centro de investigaciones Pew Research Center. Este experto explica que el fen¨®meno empez¨® con el ¨¦xito de BlackBerry y se ha disparado con la democratizaci¨®n de los tel¨¦fonos inteligentes y las tabletas. Espa?a es el segundo pa¨ªs del mundo con mayor penetraci¨®n de smartphones, superado solo por Reino Unido (informe Our mobile planet: global smartphone user). ¡°Las personas usan sus dispositivos para acceder al correo electr¨®nico corporativo all¨¢ donde est¨¦n: en casa, cenando con amigos o de vacaciones al otro lado del mundo¡±. La llegada de la crisis econ¨®mica solo ha acentuado esta tendencia. ¡°Incluso, profesionales con una carrera muy s¨®lida temen ser reemplazados por alguien presto a estar disponible y conectado las 24 horas¡±, explica Rainie. John Lilly, el ex CEO de Mozilla que anunci¨® en su blog que comenzaba un ejercicio de desconexi¨®n temporal con el que solo ha conseguido hasta ahora ¡°no sentir la necesidad de mirar su e-mail y su Twitter cada cinco minutos¡±, resume muy bien el estado de la cuesti¨®n: ¡°Lo bueno de la tecnolog¨ªa es que te puedes ir a cualquier lugar del mundo y seguir trabajando, lo malo es que donde quiera que est¨¦s tendr¨¢s que trabajar¡±. Para el profesor Sutton, tanta conectividad no es buena. En su libro explica: ¡°Gracias a los dispositivos electr¨®nicos, sobre todo al m¨®vil, nadie parece estar prestando total atenci¨®n a casi nada, todos est¨¢n rindiendo peor porque est¨¢n haciendo muchas cosas a la vez¡±.
¡°La casa ha invadido el trabajo y el trabajo ha invadido la casa, y no parece que los l¨ªmites puedan volver a ser restaurados¡±, dice Lee Rainie, director del centro de investigaciones Pew Research Center
Tambi¨¦n nos relajamos con varias cosas a la vez. Vemos la televisi¨®n con un ojo puesto en el tel¨¦fono, y aunque en Espa?a no acaba de arrancar la compra online desde el m¨®vil, el estudio Mobile Life de TNS s¨ª ha detectado que cuando vamos de compras preferimos consultar con el tel¨¦fono o whatsappear con amigos a preguntar a la dependienta de la tienda. Adem¨¢s, un 63% de los consumidores espa?oles hacen showrooming, una pr¨¢ctica que consiste en fichar un art¨ªculo por Internet, ir a la tienda, prob¨¢rselo, asegurarse de la talla correcta y luego comprarlo en otro lugar, probablemente en alguna web.
El m¨®vil no solo duerme con nosotros cada noche ¨Cen el caso de los adolescentes, debajo de la almohada y en modo vibrador¨C, tambi¨¦n lo consultamos en medio de la madrugada si nos despertamos, y si vamos al ba?o va con nosotros. En realidad, lo que dice la encuesta Harris Interactive realizada entre 2.000 due?os de tel¨¦fonos inteligentes en Estados Unidos, es que a cualquier hora del d¨ªa solemos irnos con el m¨®vil al servicio. Este mismo informe apunta que el tel¨¦fono se mira de reojo hasta en la iglesia.
Pero para calibrar la intimidad que hemos alcanzado con el tel¨¦fono basta un dato de esta misma encuesta. Uno de cada cinco estadounidenses confiesa que lo primero que hace despu¨¦s del sexo es mirar el m¨®vil. No tenemos datos de Espa?a, pero no suena muy descabellada la estad¨ªstica. Si as¨ª fuera, estar¨ªamos ante un acto de amor rom¨¢ntico, por m¨¢s que la prensa estadounidense haya frivolizado con la estad¨ªstica diciendo que el smartphone es tambi¨¦n el nuevo cigarro de despu¨¦s.
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