¡°Tinto de verano pael calor¡±
Sabemos que la elecci¨®n del lenguaje se parece al acto de escoger la ropa. Se trata, por tanto, de una cuesti¨®n social
La prosodia popular tiende a contraer sonidos y, por tanto, a desvirtuar algunas palabras, cuyas s¨ªlabas se apretujan como si viajaran en el metro en hora punta. Podemos o¨ªr en ¨¢mbitos coloquiales: ¡°?T¡¯anterao?¡±, o ¡°to has¡¯tao muy bien¡±, o ¡°?m¡¯alegro!¡±, o ¡°hay que ir p¡¯alante¡±. El pasado 8 de julio, por ejemplo, un exdirector de peri¨®dico hablaba en una tertulia televisiva, a las 23.37, sobre el caso del encarcelado Luis B¨¢rcenas y de ¡°el auto que le mete pa dentro¡±.
Sabemos que la elecci¨®n del lenguaje se parece al acto de escoger la ropa. Se trata, por tanto, de una cuesti¨®n social. No vamos a una boda ataviados con chanclas, ni al monte con traje de gala. Y activaremos de inmediato nuestras opiniones (tal vez, nuestros prejuicios) si observamos que alguien viene al trabajo en pijama.
De igual modo, acomodamos nuestro lenguaje a las situaciones que nos toca vivir, y no nos expresamos en una reuni¨®n de amigos como en un congreso de cirug¨ªa. Una abogada hablar¨¢ de forma coloquial en su casa, pero escoger¨¢ palabras distintas (quiz¨¢ para defender lo mismo) si se dirige a un tribunal.
Podemos pensar que tales criterios ¡ªdiferencia entre lenguaje familiar y lenguaje esmerado¡ª han de aplicarse tambi¨¦n a los periodistas y a todos aquellos profesionales que se comunican con un p¨²blico amplio. No obstante, a menudo o¨ªmos expresiones ¡ªsobre todo en el periodismo deportivo espa?ol¡ª como: ¡°Lanchufao trece segundos de ventaja¡±, ¡°el Celta ha palmao con el Sevilla¡±, o ¡°Contador est¨¢ intentando enlazar con el grupo de alante¡±.
Este ¨²ltimo uso tiene su inter¨¦s, porque aparece lo mismo en el lenguaje de personas cultas que en la expresi¨®n popular. El Diccionario panhisp¨¢nico de dudas, elaborado por todas las academias de la lengua espa?ola, incluye la entrada ¡°alante¡±, y se?ala: ¡°En el habla esmerada debe evitarse la forma 'alante¡¯, usada con frecuencia en la lengua popular e incluso entre hablantes cultos en situaciones informales¡±.
En efecto, no parece muy elegante tal palabra. Pero podemos comprender que se cuele en el lenguaje de personas cultivadas que no est¨¢n muy atentas a los t¨¦rminos que pronuncian. ?Por qu¨¦? Porque el genio del idioma es anal¨®gico, y sabe de la relaci¨®n entre ¡°detr¨¢s¡± y ¡°atr¨¢s¡±. Y si entiende una vinculaci¨®n entre ¡°detr¨¢s¡± y ¡°atr¨¢s¡±, puede tolerar que a partir de ¡°delante¡± se forme ¡°alante¡±,en vez de ¡°adelante¡±, sabiendo, adem¨¢s, que no existe ¡°adetr¨¢s¡±. As¨ª que ¡°de-lante¡± se empareja con ¡°de-tr¨¢s¡±, y ¡°a-tr¨¢s¡±, con ¡°a-lante¡±.
Acomodamos nuestro lenguaje, y no nos expresamos en una reuni¨®n de amigos como en un congreso de cirug¨ªa
En definitiva, todo lo que sucede es l¨®gico: todo sucede por algo. Tambi¨¦n en nuestro l¨¦xico.
El uso culto ha venido prefiriendo ¡°adelante¡± en vez de ¡°alante¡±; hasta el punto de que esta segunda forma apenas aparece en el lenguaje escrito (aunque ejemplos haya).
Por todo ello nos preguntamos, tras estos pre¨¢mbulos, si expresiones como ¡°?zil tiene que jugar m¨¢s alante¡± (o sea, ser m¨¢s un alantero), o ¡°el equipo falla alante¡± (es decir, en la alantera), son de recibo en el lenguaje de un medio de comunicaci¨®n. ?Se pueden aceptar en un periodismo oral por el hecho de que pretenda acercarse a su p¨²blico como si fuera de la familia?, ?las debemos evitar en la prensa escrita?
Tal vez guarden relaci¨®n estas ideas con el anuncio de la popular¨ªsima marca de bebidas Don Sim¨®n, que nos riega durante el est¨ªo con una cancioncilla encaminada a que saciemos la sed gracias a su ¡°tinto de verano¡±. Y se canta en el anuncio: ¡°Tinto de verano hay que beber, tinto de verano pael calor, fiesta Don Sim¨®n¡±.
Dejando aparte que las palabras ¡°tinto¡±, ¡°beber¡±, ¡°verano¡± y ¡°calor¡± sugieren m¨¢s siesta que fiesta (habr¨¢ quien haya entendido ¡°siesta Don Sim¨®n¡±, dado el contexto), nos hallamos de nuevo ante un uso coloquial en una comunicaci¨®n p¨²blica. Nuestro sentido pragm¨¢tico nos impedir¨¢ creer que se trata de un error de la agencia de publicidad. Como parece obvio, la expresi¨®n se incluy¨® deliberadamente. Quiz¨¢ porque as¨ª acercan el producto a sus potenciales consumidores: la gente como usted y como yo que est¨¢ dispuesta a recibir con regocijo el tinto de verano como en su d¨ªa acogi¨® el advenimiento del Seat Seiscientos.
Quienes formamos parte del populacho sabemos reconocernos de inmediato en un producto que nos va como anillo al dedo.
No imaginar¨ªamos una f¨®rmula publicitaria semejante si se tratara de anunciar Vega Sicilia
No imaginar¨ªamos, sin embargo, una f¨®rmula publicitaria semejante si se tratara de anunciar Vega Sicilia o Vi?a Tondonia, ni para vender los relojes Rolex o cualquier coche de lujo: ¡°Un descapotable pael calor¡±, por ejemplo.
El l¨¦xico y la gram¨¢tica acompa?an la imagen que transmitimos de nosotros mismos, queramos o no; y la situaci¨®n ideal consiste en que cada uno pueda determinar algo al respecto. Si decidimos desenvolvernos en zapatillas, estupendo. Y si optamos por el charol, perfecto tambi¨¦n. Eso s¨ª, siempre que acertemos con la ocasi¨®n adecuada.
El problema sobreviene cuando alguien se topa con un lenguaje vulgar en un ¨¢mbito donde esperaba un l¨¦xico esmerado, o, por el contrario, cuando quien est¨¢ diciendo algo suelta unas cuantas frases pedantes que no casan con el ambiente de desenfreno y cachondeo que le envuelve. Quiz¨¢ los que escuchen en uno y otro caso tiendan a pensar que esa persona dispone de escaso fondo de armario verbal. En un buen ropero debe guardarse lo mismo un elegante traje para una boda que una vistosa camiseta sin mangas. Pael calor, claro.
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