Seguridad cuestionada
Restablecer la confianza en la red ferroviaria exige una investigaci¨®n a fondo del accidente de Santiago
La tragedia ocurrida en las cercan¨ªas de Santiago de Compostela exige una investigaci¨®n que aclare las causas del peor trauma ferroviario sufrido en Espa?a desde hace 40 a?os. La emocionante respuesta de los vecinos, la entrega de los equipos de rescate y la generosidad de los ciudadanos que donan sangre son otras tantas muestras del alto nivel de solidaridad de que es capaz el pueblo espa?ol. Pero al lado de esos reconocimientos hay que requerir firmemente a las autoridades para que investiguen las causas, con rigor y transparencia. Se lo debemos a las familias de las v¨ªctimas y a los futuros usuarios de un medio de transporte considerado muy seguro y que, por ello, tiene que clarificar por qu¨¦ no lo fue el 24 de julio en el acceso a Santiago.
Lo peor que podr¨ªa ocurrirnos es que, tras los primeros d¨ªas de dolor y luto, el accidente entrara en una v¨ªa similar a la del descarrilamiento de un convoy del metro de Valencia, siete a?os atr¨¢s: 43 muertos y ninguna responsabilidad. Todos los esfuerzos de la Generalitat valenciana, en la ¨¦poca en que estaba presidida por Francisco Camps, se orientaron a la tesis del hecho fortuito y a cegar las indagaciones sobre la falta de medios de seguridad. Restablecer la confianza en la red ferroviaria es importante para millones de usuarios y tambi¨¦n para reparar el da?o de imagen sufrido por lo que, al fin y al cabo, es uno de nuestros productos punteros de exportaci¨®n. Nada de eso puede compensar la terrible p¨¦rdida de vidas humanas que hemos sufrido, pero s¨ª ayudar a que no se produzcan m¨¢s en el futuro.
Las primeras hip¨®tesis apuntan al exceso de velocidad. Un tren que acaba de recorrer 80 kil¨®metros en l¨ªnea casi recta por la v¨ªa de alta velocidad gallega, a m¨¢s de 200 kil¨®metros por hora, tiene que reducir su velocidad a 80 por hora al encontrarse con un primer giro muy cerrado. El Alvia no lo hizo: entr¨® en la curva a 190 kil¨®metros por hora, m¨¢s del doble de la velocidad permitida en ese punto, sea por fallo humano, t¨¦cnico o por causas concatenadas. El hecho de que el conductor sea un veterano (30 a?os en Renfe), experimentado en esa l¨ªnea, no excluye indagar con detalles qu¨¦ controles pasan los maquinistas encargados de estos servicios que, aunque no sean AVE, ofrecen elevadas prestaciones ferroviarias.
Hay que llegar tambi¨¦n a un alto grado de certeza sobre el trazado y las medidas de seguridad. Solo una parte del tramo Ourense-A Coru?a es de nueva construcci¨®n; para el resto se aprovechan las v¨ªas antiguas, aunque mejoradas, y ah¨ª se produjo la tragedia. Ese tramo no cuenta con el sistema europeo ERTMS, capaz de controlar el tren autom¨¢ticamente en caso de exceso de velocidad, cuya instalaci¨®n se interrumpe pocos kil¨®metros antes del lugar del accidente. El Sindicato de Maquinistas (Semaf) asegura que el siniestro se habr¨ªa evitado de haber funcionado ese sistema. Adif, el gestor de infraestructuras ferroviarias, apunta que no est¨¢ instalado en los accesos a las estaciones porque ya existe el ASFA, adecuado para entornos urbanos. Los expertos y el Gobierno tienen la palabra y los ciudadanos est¨¢n necesitados de escucharles.
La investigaci¨®n pendiente exige tambi¨¦n un chequeo de toda la red, para aclarar si los equipos de seguridad instalados se encuentran realmente operativos en todos los tramos y si faltan en otros. Las inversiones realizadas en la alta velocidad, que permiten el lucimiento de los pol¨ªticos en agradables viajes inaugurales, no pueden estrellarse contra el recorte de recursos en materia de seguridad. La crisis econ¨®mica no puede ser, de ninguna de las maneras, un argumento v¨¢lido para escatimar en este aspecto tan esencial.
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