Blanca Portillo: ¡°?Call¨¦monos y a trabajar!¡±
Carne y esp¨ªritu de teatro, empez¨® su carrera en?la?ni?ez, inventando historias junto a sus siete hermanos Cumplidos ya los?50 a?os, le llegan mayor¨ªa de?papeles dram¨¢ticos, aunque la actriz afirma llevar ri¨¦ndose toda su vida
R¨ªe a carcajadas Blanca Portillo. Por eso cuando se queda seria se parece como una gota a otra a la mujer que aparece siendo monja o libertina u hombre en la pantalla grande, en la pantalla chica o en el teatro. De d¨®nde viene la hondura de ese rostro, esa mirada como de espada cayendo sobre una mano que hiere. Luego se recupera y r¨ªe otra vez. Cuando me despidi¨® en la puerta de su oficina (¡°que es como mi casa¡±), cerca de la Puerta del Sol, volvi¨® a soltar una carcajada n¨ªtida, de alegr¨ªa, porque record¨® que ella se llama a s¨ª misma, por su pasi¨®n por el Atl¨¦tico de Madrid, Rojiblanca Portillo. Y ri¨® al abrir esa puerta pesada que la a¨ªsla del sonido de la ciudad en la que naci¨®. Pero de pronto se acord¨® del teatro, se fue hacia la mesa limpia en la que ahora piensa (¡°ahora voy a pensar, y luego ya se ver¨¢; hay mil proyectos aqu¨ª dentro¡±) y empez¨® a hablar de ¨¦l. Seriamente. Su obsesi¨®n y su vida. El juguete mayor de su soledad. Lo que la mantiene con los pies en la tierra.
El teatro es la medida de la vida. Es una met¨¢fora de la verdad del tiempo, dice. ¡°Lo representas y ya est¨¢. Y ya no est¨¢ m¨¢s. Como la vida¡±. Lo pens¨®, otra vez, mientras velaba con sus compa?eros el cad¨¢ver de Miguel Narros, un maestro. ¡°Lo que ¨¦l hizo por el teatro subsiste en la memoria porque nos lo vamos contando. Estaba la hija de Ana Bel¨¦n. Su madre se lo habr¨¢ contado, y luego ella lo contar¨¢. La memoria prolonga la leyenda de los espect¨¢culos, pero estos son fugitivos. Esa es su magia, lo que lo hace irrepetible¡±. Tiene que ser en directo. ¡°Aunque he visto una representaci¨®n de Yerma, de N¨²ria Espert, y me dej¨® muerta¡±. Claro, ella era una cr¨ªa, y en aquel momento, esa antecesora suya en el cetro del teatro estaba haciendo historia. ¡°Imagino que verla en directo debi¨® de ser la bomba. El teatro tambi¨¦n depende de circunstancias hist¨®ricas y sociales del momento. No es lo mismo un espect¨¢culo hecho en 1975 que una representaci¨®n de ahora mismo¡±.
Es un pacto: el p¨²blico que se sienta en la butaca sabe que lo van a trasladar a otro tiempo, a otros hechos, ¡°y como somos de carne y hueso los que estamos arriba, el pacto funciona, la gente se centra en lo que ve creyendo que es verdad. Y nosotros cumplimos: tambi¨¦n lo hacemos como si fu¨¦ramos de verdad los personajes¡±. Ella es carne y esp¨ªritu de teatro. Es un juego. En ingl¨¦s dicen play por actuar, y as¨ª se dice tambi¨¦n jugar. ¡°De ni?os jug¨¢bamos a hacer de esto o de lo otro. Un superh¨¦roe, un pr¨ªncipe. Pues de mayor no hago otra cosa¡±.
Empez¨® sobre las tablas de una forma muy rara, eso dice. Ocho hermanos de una madre que era hija ¨²nica de una mujer que tuvo 10 hermanos. Vivir con tanta gente era muy divertido, tambi¨¦n por las carencias que deb¨ªan afrontar. Eso curte, te hace inventar. Y ella inventaba historias; desde ni?a ten¨ªa personajes y vidas que no eran las suyas, las que creaba con sus hermanos, riendo. ¡°De repente, yo era una chica millonaria y mi hermano era un banquero. Y jug¨¢bamos. ?Mi hermana era una gran directora de escena, ja ja ja!¡±.
Me sorprende cuando la gente me recuerda mi edad, cuando me dicen: ¡®La se?ora del teatro¡±
Mucha gente junta. Hasta que un d¨ªa ella se fue a vivir sola; ese es su espacio, la soledad. Cuando cumpli¨® 50 a?os se juntaron todos. Una compa?¨ªa entera. Hablaron de cualquier cosa, ¡°?y segu¨ªamos haciendo los personajes que interpret¨¢bamos de peque?os!¡±. A ella la edad le sienta bien, no le resta risa. ¡°?Cincuenta a?os! No me he dado ni cuenta¡±. Su vida ¡°con conciencia¡± empieza a los veinte, ¡°lo de atr¨¢s me parece todo un jaleo¡±. Y treinta a?os despu¨¦s, el cuerpo le sigue obedeciendo como cuando era una cr¨ªa; sigue usando la misma talla ¡°y no siento que el tiempo me haya destrozado¡±.
Claro que est¨¢n las fotograf¨ªas para demostrarle que ese espejo se ha ido rompiendo por las puntas. Ja ja ja. A ella le da igual. ¡°Me sorprende cuando la gente me recuerda la edad, cuando me llaman de usted, cuando me dicen: ¡®?La se?ora del teatro!¡¯¡ Nada que ver con lo que yo siento. Por eso me llevo bien con el tiempo. Pero tambi¨¦n digo: ?Joder, ya tengo cincuenta! Me quedan por delante los que llevo detr¨¢s, qu¨¦ putada, ?pero que no se me acabe!¡±.
El jaleo. Los padres se separaron cuando ella ten¨ªa seis a?os. Emilio era contable en una empresa, y Teresa cuidaba de los ocho. Una parte de la ni?ez la pas¨® con Emilio, con la abuela paterna, en realidad, y luego, con Teresa. ¡°Nos ense?¨® a sacarnos las casta?as del fuego¡±. La madre se gan¨® la vida en una cafeter¨ªa, limpiando, ¡°en lo que hiciera falta¡±. Nunca tuvo que ocultarle novios, ni deseos, ni ganas de hacer cosas. ¡°?ramos ocho, no pod¨ªa andar con remilgos, as¨ª que nos dio responsabilidad¡±.
Y siempre fue Blanca tan alegre; ¡°mi hermana mayor dec¨ªa que yo era un tabardillo que estaba todo el d¨ªa haciendo cosas y riendo. De lo que recuerdo, s¨ª, es cierto, me llevo riendo toda la vida¡±.
No me gusta el orden, soy m¨¢s feliz en el caos. El mejor camino para conocerme es ser otros¡±
¨C?Y qu¨¦ pasa que le proponen tantos papeles dram¨¢ticos?
¨C?No lo entiendo! Supongo que tiene que ver con que cuando entro en un personaje me meto a fondo.
En la ¨¦poca del jaleo quiso hacer de todo, desde azafata hasta administrativa; trabaj¨® en una librer¨ªa en la que vend¨ªa los libros que a ella le gustaban, y finalmente lleg¨® a las cercan¨ªas de un profesor que ten¨ªa un grupo de teatro. Ah¨ª le prendi¨® el veneno que aparece en sus ojos cuando habla de mundo de la escena. Resplandece, esta es su vida. Ten¨ªa 17 a?os y nunca hab¨ªa ido a ver una obra. Lo primero que tuvo que hacer fue un drama de Lorca, y ah¨ª interpretaba, por primera vez en su historia, a un hombre y a una mujer. Las tablas le ense?aron a entender que ten¨ªa varias personalidades dentro, ¡°y tambi¨¦n me descubri¨® que no me gusta el orden, que soy m¨¢s feliz en el caos, que no me gusta lo previsible y que el mejor camino para conocerme es ser otras personas y tener la valent¨ªa de asumir cosas que en principio crees que no te pertenecen¡±.
Le ha servido ¡°para ser m¨¢s comprensiva con los dem¨¢s y consigo misma¡±. Y le ense?¨® que el espect¨¢culo y la vida se parecen much¨ªsimo, que aquello que te parece realidad es otra cosa. El teatro, pues, la ha construido, la ha ense?ado a tolerar, ¡°porque tienes que ponerte en la piel de personajes que detestar¨ªas en la vida cotidiana¡±. ?Y si tiene que salir a escena y por dentro todo conspira para que no salga? ¡°El teatro te salva de la melancol¨ªa propia, de la pena; perd¨ª a alguien de mi familia hace poco, fui a hacer la funci¨®n y eso fue lo ¨²nico que me ayud¨® a llevarlo con cierta calma¡±.
La madre fue a verla por primera vez en una funci¨®n de Valle Incl¨¢n. Hac¨ªa de mujer ciega, ten¨ªa 19 a?os. ¡°Le encant¨®¡ Mi abuela y ella hab¨ªan dicho que yo no val¨ªa para eso. Ahora, mi madre es mi fan. Da codazos en el teatro: ?Ve? Esa es mi hija. Fan¡ Mi padre no me vio nunca¡±. ?Eso es un hueco? ¡°S¨ª, pienso en ello muchas veces. Cuando hice Hamlet lo tuve muy presente, por esa relaci¨®n con el fantasma del padre. Yo creo que ¨¦l vino a verme de vez en cuando a las Naves del Matadero cuando hice la funci¨®n, me pareci¨® sentirlo. Durante a?os me alegr¨¦ de que no me viera ah¨ª arriba, porque si hubiera vivido no habr¨ªa querido que me dedicara a eso. Pero despu¨¦s de su muerte s¨ª he pensado mucho en ¨¦l, en que me hubiera gustado verlo ah¨ª¡±.
En el cine y en el teatro ha tenido directores muy potentes, de personalidades sobresalientes. ¡°Pilar Mir¨® fue una experiencia corta e intensa; era fascinante, inquietante, una de esas personas de las que te apetece saber m¨¢s, pero que no te dejaba; pero si se abr¨ªa un poco ya era impresionante¡±. ?Y Almod¨®var? ¡°Es lo m¨¢s grande que hay en el mundo¡ La gente que hace bien su trabajo tiene chicha detr¨¢s¡±.
Es una activa lectora de F¨¦lix Grande. Este verso, La renuncia y los a?os dar¨¢n todo en la ruina, lo tiene grabado a fuego, como un emblema. ¡°S¨¦ que los a?os pueden traer la ruina, pero no quiero renunciar a nada para no caer en la ruina¡±. Por ejemplo, no quiere renunciar a la soledad. ¡°Por eso no me he casado ni tengo hijos. Y noto que se me invade con mucha facilidad; cualquier cosa me hace sentir invadida, y necesito la soledad como el agua y el aire. Me gusta compartir momentos, situaciones, pero no la vida. ?Si estamos m¨¢s solos que la una, adem¨¢s!¡±.
Ha dicho (a Rosana Torres, en este peri¨®dico) que nos estamos olvidando de nosotros mismos, siempre responsabilizamos a otros de los problemas y ¡°nos consentimos mucho, nos perdonamos todo¡±. ¡°As¨ª es. As¨ª no haremos nada nunca. Se tiende a pensar que cuando algo va mal es por culpa de otro. ?Y una mierda! ?Qu¨¦ haces t¨² para que las cosas no est¨¦n como te gustan y cu¨¢nto hay de lucha tuya y cu¨¢nto de dejarte llevar? Es lo que hay que pensar, cu¨¢l es nuestra responsabilidad en el desastre¡±.
Por ah¨ª se llega al descr¨¦dito de la pol¨ªtica. Se enciende Blanca Portillo. ¡°Estoy un poco harta de palabras, de gen??te que dice en vez de hacer. Si no nos gustan estos pol¨ªticos que hemos pues??to nosotros, votemos para que se va??yan. Segismundo dice: ¡®No te hablo porque quiero que hablen por m¨ª mis obras¡¯. ?Call¨¦monos todos y pong¨¢monos a trabajar! Estoy cansada de an¨¢lisis, de words, words, words¡¡±. Qu¨¦ buen in??gl¨¦s. ¡°?Hombre, es que fui azafata! ?Ja ja ja!¡±.
Ahora piensa y va al teatro, ve a j¨®venes que ¡°act¨²an y llenan, est¨¢n contra el puto IVA, pero va a durar menos que ellos, y el teatro sobrevivir¨¢ porque nos salva. A m¨ª me sigue salvando¡±.
Ten¨ªa una curiosidad. C¨®mo se siente cuando interpreta a un hombre. Igual que si interpretara a una mujer, ¡°te lo juro por mi madre¡±. ¡°Me apasiona el personaje, no su sexo. Lo interesante est¨¢ de cintura para arriba, de cintura para abajo todo es bastante caprichoso. Me interesan m¨¢s las cosas que tenemos en com¨²n que lo que nos diferencia. Tenemos distinta educaci¨®n y distinto rol social, que nos han metido a machamartillo. Pero de coraz¨®n no creo que haya muchas diferencias¡±.
¨C?Y ahora qu¨¦ hace?, le pregunto.
¨CDescanso.
¨C?Usted, descansando?
Entonces, r¨ªe otra vez, y sigue riendo hasta que en la puerta recuerda su pasi¨®n por el f¨²tbol, y entonces esta Santa Blanca Portillo (as¨ª la llam¨® Marcos Ord¨®?ez) se llama a s¨ª misma Rojiblanca Portillo, y r¨ªe como si en su boca habitara el verano.
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