Explicar, no ocultar
La ausencia de un relato contrastado del accidente de Santiago ceba las especulaciones
Se cumplen hoy seis d¨ªas de la tragedia ferroviaria de Santiago de Compostela sin que las autoridades hayan ofrecido a¨²n las explicaciones necesarias. Un relato contrastado de los hechos es mucho m¨¢s necesario que dejar que corran las especulaciones y las conjeturas, en parte alimentadas por los comentarios informales y las medias palabras procedentes de las empresas p¨²blicas Adif y Renfe. Ana Pastor, la ministra de Fomento, se ha mostrado por fin dispuesta a comparecer en el Congreso para dar explicaciones: ya era hora. Tambi¨¦n deber¨ªa explicarse la Xunta de Galicia, que niega descoordinaci¨®n en las tareas de rescate durante las primeras horas tras la tragedia, pese a los indicios de lo contrario.
El maquinista del Alvia siniestrado ha aceptado ante el juez haberse ¡°despistado¡± al creer que estaba en otro tramo y frenar tarde. La apertura de las cajas negras del convoy debe arrojar luz sobre lo ocurrido en la cabina de pilotaje. Cualesquiera que sean las responsabilidades penales y civiles del conductor ¡ªy por ende de Renfe como empleador¡ª es sorprendente que el acceso a una curva muy cerrada no est¨¦ equipado con un sistema de frenado autom¨¢tico. No menos extra?o resulta que esa situaci¨®n sea compatible con un trazado que obliga a reducir fuertemente la velocidad (de 200 a 80 kil¨®metros por hora) en un espacio y un tiempo muy cortos. Son algunas de las dudas suscitadas y las que pueden albergarse respecto a otros puntos de la red.
M¨¢s all¨¢ de la tragedia en s¨ª y del dolor provocado por la p¨¦rdida de tantas vidas humanas, la alta velocidad ferroviaria funciona muy bien en Espa?a. Pero cabe preguntarse si las prisas pol¨ªticas son malas consejeras. Pudo ser excesiva la puesta en servicio de un tramo ferroviario como el de Ourense-A Coru?a, presentado como de alta velocidad aunque parte de su recorrido no est¨¢ construido ni aparentemente equipado como tal. Hay que deslindar las verdaderas prestaciones exigidas a un servicio que, sin ser estrictamente de AVE, ha operado como si lo fuera.
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El enorme esfuerzo inversor ha incluido la instalaci¨®n del sistema de seguridad electr¨®nica m¨¢s avanzado (ERTMS) en 1.786 kil¨®metros, un r¨¦cord, pese a lo cual solo est¨¢ disponible en algo m¨¢s de la mitad de la red de alta velocidad. Eso no quiere decir que el resto sea inseguro, sino que debe ser operado con m¨¢s precauciones. Despejar las dudas suscitadas es un ejercicio de credibilidad tan necesario como una visi¨®n realista de lo que es alta velocidad y lo que no lo es. Lo que est¨¢ en duda no es la competencia t¨¦cnica de las empresas espa?olas del sector, sino las posibilidades inversoras de este pa¨ªs para convertir en realidad todo cuanto aquellas pueden hacer tecnol¨®gicamente posible. Y eso no hay que ocultarlo, sino explicarlo. Lo absurdo es refugiarse en la sugerencia de que las explicaciones pertenecen a los arcanos de la ingenier¨ªa.
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