Una alianza constructiva
Marruecos y Espa?a afianzan su relaci¨®n a pesar de los problemas pendientes
Tras haberse enmarcado en un ambiente de tensiones y crispaci¨®n durante a?os, las relaciones entre Marruecos y Espa?a parecen conocer hoy d¨ªa un vuelco positivo y prometedor. Desde la asunci¨®n de sus funciones, el Gobierno de Mariano Rajoy no ha dudado en hacer de Marruecos una de las piedras angulares de su pol¨ªtica exterior en el mundo ¨¢rabe.
M¨¢s recientemente, la visita del rey de Espa?a a Marruecos a la cabeza de una potente delegaci¨®n espa?ola ha venido a confirmar esta tendencia.
Sin embargo, espa?oles y marroqu¨ªes no han zanjado el conjunto de los contenciosos pendientes entre las dos orillas. En primer lugar, se encuentran los casos de Ceuta y Melilla, que los marroqu¨ªes equiparan a Gibraltar. Bajo soberan¨ªa espa?ola desde 1580 y 1496, respectivamente, estos dos enclaves cuentan con aproximadamente 80.000 habitantes cada uno, de los cuales el 85% son de origen espa?ol. Cercanos a la vez a Gibraltar y Nador, han adquirido una funci¨®n estrat¨¦gica desde 1986. Con la entrada de Espa?a en la Comunidad Europea, Ceuta y Melilla se han convertido en puestos avanzados del espacio Schengen.
Tambi¨¦n conviene recordar que la cuesti¨®n del S¨¢hara sigue siendo espinosa para Espa?a. Protectorado espa?ol desde 1884, fue reivindicado por el rey Hassan II en 1975 como espacio de soberan¨ªa marroqu¨ª en un momento en el cual Espa?a quer¨ªa convertirlo en Estado independiente. Desde 1975, la evoluci¨®n de la posici¨®n espa?ola no ha permitido entrar de lleno en una din¨¢mica de consenso y reconciliaci¨®n. Mientras que Madrid se presenta a s¨ª misma como socio potencial para arbitrar conversaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, Rabat ve con malos ojos una intromisi¨®n de tal naturaleza de parte de un actor sospechoso de sostener a este ¨²ltimo, como es Espa?a.
El comercio y la inversi¨®n bilaterales han crecido positivamente
Por esta misma suerte de problemas territoriales se roz¨® la cat¨¢strofe cuando, en 2002, el desembarco de seis miembros de las Fuerzas Armadas marroqu¨ªes en el islote de Perejil estuvo a punto de degenerar en conflicto armado. El peor de los escenarios fue evitado mediante la intervenci¨®n de Estados Unidos a petici¨®n de Espa?a. EE UU forz¨® un retorno al statu quo anterior caracterizado por una ausencia de tropas sobre el terreno, y tambi¨¦n por la ausencia de cualquier tipo de marca que confirme la soberan¨ªa espa?ola sobe el islote. Coincidencias del destino: el desenlace de estas tensiones se produjo tras un suceso terrible. Fueron los atentados de Casablanca, perpetrados en 2003 contra un conjunto de dianas occidentales entre las cuales se encontraba el restaurante Casa de Espa?a, donde hab¨ªa marroqu¨ªes, lo que permiti¨® calmar el ambiente. Con todo, los contenciosos hispano-marroqu¨ªes no desaparecieron, aunque estuvieron mejor tratados.
Adem¨¢s, hay que resaltar que a pesar de las tensiones pol¨ªticas, el comercio y la inversi¨®n bilaterales han seguido creciendo positivamente. Las din¨¢micas de intercambio han conocido incluso un incremento en los dos ¨²ltimos a?os. Esto se explica en parte por la presencia sin duda reforzada del sector privado espa?ol en suelo marroqu¨ª, cuya ¨²ltima representaci¨®n es Europac, un grupo de embalaje que acumula inversiones en territorio marroqu¨ª estimadas en 30 millones de euros. Seg¨²n cifras de la CEOE, entre 800 y 1.000 pymes espa?olas operan en Marruecos. La evoluci¨®n por sectores revela tendencias similares en casi todos ellos, lo cual ha conducido a que Marruecos sea ya el segundo socio comercial de Espa?a fuera de la UE, tras Estados Unidos. Por su parte, Espa?a lleg¨® a la primera posici¨®n entre los proveedores de Marruecos, con un total de exportaciones que ascienden a 5.300 millones de euros.
El hecho de que como corolario a la reciente visita del rey Juan Carlos a Marruecos se hayan organizado dos mesas redondas con presencia de los ministros de industria y de Administraciones p¨²blicas (entre otros) de ambos pa¨ªses junto con directivos de grandes empresas, una alrededor del tema ¡°partenariado tecnol¨®gico compartido¡± y la segunda sobre ¡°integraci¨®n regional, infraestructuras y redes¡± evidencia algo m¨¢s que el simbolismo aparente propio de estas reuniones.
Pero m¨¢s all¨¢ de los intercambios comerciales de anta?o y hoga?o, Espa?a y Marruecos aspiran a la innovaci¨®n.
Y cada uno de ellos tiene una contribuci¨®n importante que aportar al edificio com¨²n.
Los dos pa¨ªses pueden generar m¨¢s beneficios, propios y compartidos
Como suele ser el caso, algunos observadores han insistido m¨¢s en los puntos de desencuentro entre Marruecos y Espa?a al albur de esta visita real, que ha sido no obstante calificada como ¨¦xito por la mayor¨ªa de analistas econ¨®micos. El pragmatismo de estos ha llevado incluso a alguno de ellos a esbozar que Marruecos y Espa?a han comprendido por fin que est¨¢n ¡°condenados a entenderse¡±.
Es cierto que estas d¨¦cadas plagadas de tensiones y desacuerdos han podido dominar las relaciones entre espa?oles y marroqu¨ªes, pero ello no oculta para nada una realidad: que las relaciones bilaterales hispano-marroqu¨ªes tienen un potencial enorme, a¨²n infraexplotado. Los dos pa¨ªses pueden generar m¨¢s beneficios para sus intereses propios y compartidos. Pero sobre todo, pueden encarnar un papel relevante en el mundo euro-mediterr¨¢neo: el de ser su motor.
La coyuntura se presta a ello, y los dos pa¨ªses han recorrido un largo trecho que demuestra que los desacuerdos mutuos sobre ciertas cuestiones de fondo no tienen que comprometer ni el futuro, ni los fundamentos de las relaciones mutuas.
Los tab¨²es ya no tienen raz¨®n de ser entre los dos pa¨ªses. Los temas espinosos est¨¢n delimitados, y el reconocimiento mutuo de su existencia es ya de por s¨ª una condici¨®n importante para tomarlos de frente y encontrarles una soluci¨®n positiva. Ciertamente, Ceuta, Melilla y la cuesti¨®n saharaui no desaparecer¨¢n de la agenda de la noche a la ma?ana. Pero los rumores que apuntan a un posible apoyo de Espa?a hacia una proposici¨®n marroqu¨ª que reconozca un estatuto de autonom¨ªa para el S¨¢hara forma parte de esos peque?os pasos formales, pero que sin embargo albergan un gran contenido material.
Marruecos y Espa?a no necesitan ceder mutuamente sobre todos los temas discutidos para retratarse como aliados constructivos. Su realidad actual es ya expresi¨®n de una din¨¢mica extremadamente positiva. Esta v¨ªa tiene que ser consolidada, por sus propios intereses nacionales, por los intereses de sus ciudadanos y de las econom¨ªas respectivas, y tambi¨¦n para fomentar unas din¨¢micas de integraci¨®n regional cuyo hundimiento no ha de responder en ning¨²n caso a la fatalidad.
Bouchra Rahmouni-Benhida es directora del Instituto de Investigaci¨®n en Geopol¨ªtica y Econom¨ªa (Casablanca) y Barah Mikail es investigador senior en Fride.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.