El mandato del pasado marca a Cuba
Fidel y Ra¨²l legar¨¢n un pa¨ªs distinto al que intentaron construir entre 1961 y 2006: capitalista, autoritario, desigual, atrasado, heterog¨¦neo y donde cualquier religi¨®n tendr¨¢ m¨¢s proyecci¨®n que el marxismo-leninismo
?Qu¨¦ Gobierno de la Tierra no es contradictorio en este enrevesado siglo XXI? Todos los son, aunque sus contradicciones sean m¨¢s de m¨¦todo que de esp¨ªritu. Las contradicciones del Gobierno no democr¨¢tico cubano, que encabeza el octogenario Ra¨²l Castro, parecen ser, sin embargo, del segundo tipo: ideol¨®gicas, m¨¢s que pol¨ªticas. Pol¨ªticamente, las ¨¦lites de la isla saben ad¨®nde quieren ir ¡ªun r¨¦gimen autoritario de mercado, en el que el honor y la fortuna de sus l¨ªderes m¨¢ximos sean intocables¡ª, pero ideol¨®gicamente no saben c¨®mo llegar.
Una simbolog¨ªa contradictoria se ha adue?ado del lenguaje del poder cubano. Los dirigentes dicen que hay que ¡°cambiar la mentalidad¡±, abandonar el paternalismo estatal, hacer a los ciudadanos m¨¢s aut¨®nomos ¡ªal menos econ¨®micamente¡ª y a la prensa m¨¢s cr¨ªtica e independiente. Pero tambi¨¦n dicen que en Cuba la moral p¨²blica est¨¢ degenerando, como consecuencia del desgaste del control social, la ¡°perdida de valores¡±, el avance del mercado, las nuevas tecnolog¨ªas, la democratizaci¨®n medi¨¢tica, la cultura popular y las alteridades civiles. En s¨ªntesis, los gobernantes cubanos aspiran al absurdo de un capitalismo con moral comunista y/o cat¨®lica en el Caribe.
Las contradicciones del Gobierno de Ra¨²l Castro no son de m¨¦todo: la hoja de ruta hacia un capitalismo de Estado ya est¨¢ trazada y, a diferencia de los a?os noventa o los primeros de este siglo, no habr¨¢ marcha atr¨¢s. El estrecho margen de posibilidad de una reforma pol¨ªtica, que complete el tr¨¢nsito de un r¨¦gimen totalitario a otro autoritario, tambi¨¦n se abri¨®: reelecci¨®n limitada, relevo generacional, separaci¨®n del Estado y el partido y, eventualmente, mutaci¨®n de este ¨²ltimo, de entidad ¨²nica a entidad hegem¨®nica. Nada impide ni amenaza el proyecto sucesorio de las ¨¦lites cubanas, desde adentro o desde afuera.
A falta de otra opci¨®n, la comunidad internacional no rechaza ese proyecto y piensa que con el mismo se logra la integraci¨®n de la isla a las redes globales. El pa¨ªs que sostiene la pol¨ªtica menos amistosa hacia Cuba, Estados Unidos, acaba de dar una significativa lecci¨®n de rebasamiento de la l¨®gica de la guerra fr¨ªa. Luego de que el Gobierno cubano fue descubierto en un intento de transportar subrepticiamente material b¨¦lico, por el canal de Panam¨¢, bajo unos sacos de az¨²car en las bodegas de un barco norcoreano, Washington rest¨® importancia al incidente y llam¨® a privilegiar el marco de entendimiento bilateral, abierto con el di¨¢logo migratorio entre ambos Gobiernos.
La propia administraci¨®n de Obama observa con inter¨¦s los cambios que se producen en La Habana
?Qu¨¦ impide entonces, al Gobierno cubano, avanzar pol¨ªticamente hacia la meta trazada por sus propios dirigentes? Por un lado, el tiempo: el tr¨¢nsito al autoritarismo debe producirse en los pr¨®ximos a?os, mientras vivan los dos l¨ªderes m¨¢ximos, sin amenazar la unidad del bloque hegem¨®nico. El tiempo de la reforma es corto, pero tampoco debe acelerarse, al punto de poner en riesgo la sucesi¨®n en vida de las dos principales figuras de la generaci¨®n hist¨®rica. Una coyuntura clave, por lo pronto, ser¨¢ la que se abra entre 2017 y 2018, con las pr¨®ximas elecciones legislativas y ejecutivas.
Pero no solo es el tiempo, tambi¨¦n es la ideolog¨ªa. Los gobernantes cubanos est¨¢n decididos a no dar marcha atr¨¢s, esta vez, pero siguen sin saber de qu¨¦ manera reemplazar simb¨®licamente la ausencia de Fidel. Entre 1959 y 2006, siempre tuvieron a mano el v¨ªnculo carism¨¢tico de Castro con las masas para suplir cualquier incoherencia. Ahora prefieren la opacidad, el hermetismo o los discursos fr¨ªos, breves, ins¨ªpidos y ambivalentes, como el de Ra¨²l el pasado 26 de julio en Santiago de Cuba.
All¨ª Castro no se refiri¨® al esc¨¢ndalo del Chong Chon Gang ¡ªtuvo que ser su hermano convaleciente quien lo aludiera, en una carta, acusando de calumnia a quienes no han hecho m¨¢s que relatar la realidad: que Cuba transportaba a Corea del Norte armas ocultas bajo unos sacos de az¨²car¡ª, pero asegur¨® que en la isla el relevo generacional ya est¨¢ en curso. Solo que poco antes hab¨ªa afirmado que la revoluci¨®n cubana segu¨ªa siendo joven, como 60 a?os atr¨¢s, cuando Fidel y sus hombres asaltaron un cuartel del ej¨¦rcito, con el fin de realizar un programa democr¨¢tico que ellos mismos declararon superado en abril de 1961, al iniciar la transici¨®n socialista.
Todas las incoherencias te¨®ricas ¡ªreclamar a estas alturas la vigencia de un programa pol¨ªtico, cuyo primer punto era el restablecimiento de la Constituci¨®n de 1940 y el Estado de derecho liberal¡ª o pr¨¢cticas ¡ªdecir que est¨¢n por el desarme nuclear y transportar misiles ocultos a Corea del Norte¡ª de la dirigencia cubana, tienen como trasfondo la falta de resoluci¨®n ideol¨®gica que se requiere para echar a andar, junto con la discreta apertura econ¨®mica, una reforma pol¨ªtica que d¨¦, finalmente, el salto a un r¨¦gimen autoritario de partido hegem¨®nico. Una reforma que ya ha sido contemplada por esos l¨ªderes, pero que astutamente postergar¨¢n hasta el ¨²ltimo minuto.
El comercio de armas con Corea del Norte es una buena evidencia de la presencia de viejos lazos
Los gobernantes cubanos constatan que la favorable situaci¨®n internacional que los rodea responde a las expectativas generadas por las medidas de los ¨²ltimos a?os y se empe?an en presentar esa atm¨®sfera como lo que no es: un triunfo de sus ideas. Todos los Gobiernos europeos y latinoamericanos, incluidos los del ALBA, los alientan a continuar por el camino de las reformas. La propia Administraci¨®n de Obama ha declarado, en varias ocasiones, que observa con inter¨¦s los cambios que se producen en Cuba y responde positivamente a pasos de La Habana, como prueba la reciente decisi¨®n de conceder a los cubanos visas por cinco a?os, con m¨²ltiples entradas, acordada tras el di¨¢logo migratorio entre ambos Gobiernos.
Para Fidel y, en menor medida, Ra¨²l, que siguen imagin¨¢ndose como jerarcas de la vieja izquierda mundial, tanta expectativa de cambio no es buena. El reto que enfrentan, en el ¨²ltimo tramo de sus vidas y su poder, es el de impedir que el desmontaje del sistema que est¨¢n operando entreabra la puerta de una transici¨®n democr¨¢tica que refunde la historia de Cuba. Ante el temor de que esa refundaci¨®n certifique un saldo negativo de su prolongado poder, se proponen revestir de continuidad simb¨®lica el cambio real.
Si todo sale como han previsto, Fidel y Ra¨²l legar¨¢n una Cuba bastante distinta a la que intentaron construir entre 1961 y 2006. Una Cuba capitalista, no totalitaria sino autoritaria, desigual, atrasada, heterog¨¦nea y donde pesar¨¢ m¨¢s cualquier religi¨®n que la filosof¨ªa marxista-leninista. Una Cuba m¨¢s parecida a la Rusia de Putin que a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Brezhnev, que les sirvi¨® de modelo entre los a?os sesenta y ochenta. Esa ser¨¢ la Cuba que los sobrevivir¨¢, pero ellos habr¨¢n muerto sin renunciar a una ideolog¨ªa que desmontaron, en la pr¨¢ctica, al ocaso de sus vidas.
La resurrecci¨®n meramente simb¨®lica del programa del Moncada o el real comercio de armas con Corea del Norte son buenas evidencias de que el mandato de los Castro proviene del pasado. Un pasado que se manifiesta lo mismo en la distorsi¨®n de un proyecto democr¨¢tico, como el de julio de 1953, o en la perpetuaci¨®n imaginaria de la guerra fr¨ªa, de la mano de Pyongyang, pero que, al final, adquiri¨® su mayor deuda con el viejo comunismo totalitario del siglo XX. Al legar una Cuba discordante con ese modelo, los Castro pueden estar incubando una apor¨ªa que pesar¨¢ sobre la pol¨ªtica cubana del siglo XXI.
La apor¨ªa se resume en el hecho de que los dos ¨²nicos gobernantes que habr¨¢ tenido Cuba, probablemente, en 60 a?os consecutivos, gravitar¨¢n como un referente ideol¨®gico sobre las futuras generaciones de cubanos, gracias a haber dejado un sistema social, econ¨®mico y pol¨ªtico diferente al que intentaron construir. Buena parte de las reacciones que generar¨¢ esa Cuba capitalista y subdesarrollada, en las pr¨®ximas d¨¦cadas del siglo XXI, se mirar¨¢, para bien o para mal, en el espejo de aquel fallido intento de un socialismo en el Caribe.
Rafael Rojas es historiador. Dentro de unos d¨ªas se publica su nuevo libro, La vanguardia peregrina. El escritor cubano, la tradici¨®n y el exilio (Fondo de Cultura Econ¨®mica).
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