Crisis no solventada
La comparecencia de Rajoy deja sin resolver la grave situaci¨®n por el estallido del ¡®caso B¨¢rcenas¡¯
El presidente del Gobierno renunci¨® ayer a la estrategia en la que se hab¨ªa empecinado durante meses ¡ªnegar de plano el caso B¨¢rcenas pese a la acumulaci¨®n de evidencias de financiaci¨®n irregular de su partido y otras anomal¨ªas, sin que mediara explicaci¨®n alguna¡ª y reconoci¨® que todo ello constituy¨® una equivocaci¨®n. Lo hizo de forma clara y sin ambages, afirm¨® que se siente enga?ado por su extesorero y admiti¨® tambi¨¦n que en el PP se han pagado complementos salariales distintos a los sueldos; de su declaraci¨®n a Hacienda son responsables quienes los hayan percibido. ?l, insisti¨®, ha cumplido con su obligaci¨®n.
Se trata del reconocimiento de una equivocaci¨®n cuya gravedad ha pesado de forma extraordinaria en la sociedad espa?ola durante los ¨²ltimos seis meses. Pero el presidente no extrajo a continuaci¨®n consecuencia pol¨ªtica alguna: no admiti¨® ning¨²n tipo de culpabilidad y anunci¨® que ni se planteaba la dimisi¨®n o el adelanto electoral, como le pidieron varios grupos de la oposici¨®n.
La estrategia result¨® eficaz para el objetivo planteado: limitar los da?os del desastre y tratar de transformar en moci¨®n de confianza ante los suyos el golpe pol¨ªtico que ha supuesto acudir a explicarse en el Parlamento, forzado por la amenaza de una moci¨®n de censura. Sin explicar en detalle los hechos que se han venido conociendo desde la difusi¨®n de los papeles de B¨¢rcenas, sin prometer una investigaci¨®n independiente, sin aceptar que su partido ha podido beneficiarse de una financiaci¨®n irregular durante 20 a?os y sin comprometerse a que todo ello no vuelva a ocurrir, Rajoy esquiv¨® ayer gracias a su gran habilidad como parlamentario el peor momento de su presidencia. Pero la crisis pol¨ªtica sigue abierta tras la publicaci¨®n de la contabilidad B de su partido por quien fue su tesorero, el conocimiento de las cuentas suizas de este y el cruce de mensajes de apoyo con el propio presidente.
Ataque preventivo
El jefe del Gobierno lanz¨® desde la tribuna un ataque preventivo contra el l¨ªder socialista, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, antes de que este interviniera. Le acus¨® de doblez por haber sostenido, cuando gobernaba, una defensa de la presunci¨®n de inocencia que ahora transforma en presunci¨®n de culpabilidad basada en hechos que ¡°no est¨¢n probados¡±. El contraataque de Rubalcaba fue demoledor: ¡°?Usted se imagina a Merkel, Cameron, Hollande, mandando a un evasor fiscal el mensaje Luis s¨¦ fuerte, aguanta?¡±, le espet¨®, afirmando que ello justificar¨ªa por s¨ª solo la dimisi¨®n de un gobernante. Rubalcaba lleg¨® m¨¢s lejos al afirmar que el PP ha ¡°crecido y ganado elecciones por medio de un sistema de financiaci¨®n ilegal durante 20 a?os¡±.
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En cualquier caso, mientras se espera el veredicto de los tribunales, y ante eventuales nuevas revelaciones de los acusados, la convocatoria de elecciones anticipadas, que Rubalcaba no pidi¨®, solo a?adir¨ªa inestabilidad a la ya muy da?ada credibilidad de nuestro pa¨ªs y sus dirigentes. La dimisi¨®n de Rajoy, que solo ¨¦l podr¨ªa decidir si considera oportuna, no garantiza por lo dem¨¢s una sustituci¨®n ordenada del liderazgo dentro de su partido. En realidad las acusaciones contra el presidente y su equipo proceden sobre todo de su propia formaci¨®n pol¨ªtica, comenzando por el exgerente y extesorero, y es dudoso suponer que Rajoy pudiera controlar a sus filas una vez que abandonara la jefatura del Gobierno. Su marcha, si se llegara a producir, abrir¨ªa una inc¨®gnita a?adida en el seno de un Partido Popular en el que las luchas cainitas no pueden ser ocultadas por la adhesi¨®n tumultuaria que sus diputados mostraron ayer en la C¨¢mara.
Reclamaci¨®n l¨ªcita
Hay que lamentar no obstante que el presidente del Gobierno acuse de irresponsables a los que piden su dimisi¨®n, pues este es una reclamaci¨®n l¨ªcita para los partidos opositores. Llam¨® literalmente ¡°saboteador¡± a Rubalcaba y le atribuy¨® utilizar este esc¨¢ndalo como tabla de salvaci¨®n de un liderazgo tambaleante. La l¨ªder de UPyD, Rosa D¨ªez ¡ªautora de 20 preguntas precisas que Rajoy dej¨® sin respuesta¡ª, le record¨® que el descr¨¦dito para Espa?a no lo provoca quien denuncia la corrupci¨®n, sino quien no la combate.
En lo que se refiere al fondo del problema, Rajoy mantuvo que ni le consta que el PP se haya beneficiado de financiaciones irregulares, ni ¨¦l ha cobrado nada de lo que deba arrepentirse. Pero las explicaciones al respecto fueron escasas y todo queda remitido a la credibilidad del propio presidente.
Nada de lo sucedido ayer constituye base suficiente para liquidar varios decenios de funcionamiento irregular de los partidos pol¨ªticos en nuestro pa¨ªs, ni para otorgar mayor solidez a la confianza de los espa?oles en la superaci¨®n de una crisis econ¨®mica demasiado larga. Cinco horas y media de ¨¢spero debate parlamentario dieron tiempo para que se anunciara una bater¨ªa de reformas legales que aumente los controles de los partidos pol¨ªticos y penalice m¨¢s severamente aspectos relacionados con la corrupci¨®n. Pero el Gobierno debe entender el escepticismo de la opini¨®n p¨²blica ante esas promesas de transparencia cuando tantas mentiras, opacidades y circunloquios se han expresado desde las tribunas oficiales a tenor del caso B¨¢rcenas.
Rajoy ofreci¨® a Rubalcaba que participe en la elaboraci¨®n de esas medidas, advirti¨¦ndole de que las llevar¨¢ adelante con o sin ¨¦l. Es un mal augurio. Nos encontramos ante una crisis del sistema de representatividad democr¨¢tica que no puede ser resuelta en solitario por ning¨²n Gobierno y cuya soluci¨®n precisa el concurso de todas las fuerzas pol¨ªticas. Nada hace previsible que el presidente est¨¦ dispuesto a ello, lo que constituye el m¨¢s grave de sus yerros: no querer enfrentar la crisis institucional de nuestro pa¨ªs esperando a que la eventual mejora de la econom¨ªa y el irregular paso del tiempo la arreglen por s¨ª sola. De modo que m¨¢s que abrir paso a un proyecto de futuro compartido entre las principales fuerzas pol¨ªticas, que la sociedad espa?ola necesita de forma imperativa en medio de la peor crisis que se recuerda, el debate de ayer se convirti¨® en heraldo de un largo y bronco final de legislatura.
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