Jes¨²s Carrasco: ¡°La obsesi¨®n actual por aprovechar el tiempo me parece atroz¡±
Su primera novela, ¡®Intemperie¡¯, ha sido una de las sorpresas editoriales del a?o Comparado por la cr¨ªtica con Delibes o Cormac McCarthy, ¨¦l apuesta por la contenci¨®n y la dignidad
Con su rostro serio, su cabeza rapada combinada con bigotes de h¨²sar, su atuendo radicalmente discreto y su mirada taladrante, Jes¨²s Carrasco no parece el hombre m¨¢s entusiasta con las actividades sociales mundanas. Pero cuando inicio la conversaci¨®n pregunt¨¢ndole si le ha resultado una experiencia agradable venir a firmar libros a Madrid, contesta que s¨ª. Descarto indagar sobre si su cola ha sido larga, normalita o encogida, pero insisto en si disfruta con los encuentros con sus lectores. Responde que suelen ser interesantes, y que esta ma?ana uno de ellos se le ha puesto a llorar ¡°como una magdalena¡± al contarle cu¨¢nto se hab¨ªa reconocido en su primera novela.
Conversaciones frescas en compa?¨ªa de personajes singulares de la vida p¨²blica espa?ola. Tras Ada Colau, Mikel L¨®pez Iturriaga aborda al escritor Jes¨²s Carrasco.
Asumo que tan positiva predisposici¨®n a un ritual que muchos escritores sufren en silencio se deber¨¢ a que es un autor novel, y acojo con empat¨ªa la an¨¦cdota del lector conmocionado. A m¨ª tambi¨¦n me impact¨® Intemperie (Seix Barral). La novela con la que este extreme?o afincado en Sevilla se estren¨® hace unos meses narra la brutal historia de un ni?o que huye de su casa, un cabrero que le acoge y un alguacil que le persigue en alg¨²n lugar y alg¨²n tiempo indeterminado del campo espa?ol de la primera mitad del siglo XX. Tan desnudo en su estilo como los yermos paisajes que describe, es un libro cargado de simbolismos, con un misterio que atrapa y una violencia que impacta. Tanto que ha causado sensaci¨®n en el mundillo editorial internacional: ya se ha publicado en Alemania y Holanda, y pronto lo har¨¢ en 11 pa¨ªses m¨¢s.
PREGUNTA: Su libro se lee como se ve una serie o una pel¨ªcula de miedo. ?Cu¨¢l es el truco para crear un misterio tan adictivo?
RESPUESTA: El misterio est¨¢ fundamentalmente en el silencio, en lo que no se dice. Ha habido por mi parte un trabajo de contenci¨®n y de recorte en el di¨¢logo: intentar que los personajes hablen para que el lector no sepa tanto lo que piensan, sino que lo imagine.
El misterio est¨¢ en regresi¨®n, pero es un valor fundamental¡±
P: En Intemperie no cuenta el lugar y la ¨¦poca en que se desarrolla la acci¨®n. ?Por qu¨¦ se niega a revelarlo?
R: No creo que tenga ning¨²n sentido hacerlo. De hecho, creo que hablo demasiado de la novela. Me gusta mantener una visi¨®n limpia como lector, como espectador de obras de arte o de cine. Prefiero no saber y sacar yo mi propia conclusi¨®n. A veces, si admiras a alguien suele ser porque sabes poco de ¨¦l.
P: Con la facilidad para acceder a la informaci¨®n en Internet, es dif¨ªcil mantener ese desconocimiento.
R: En t¨¦rminos objetivos, es evidente que Internet es un adelanto. Pero uno de sus efectos perniciosos es que ha sido la puntilla del misterio. Del siglo XIX a esta parte se est¨¢ haciendo un ejercicio de pornograf¨ªa con la realidad: cada vez todo es m¨¢s expl¨ªcito, desde la propia intimidad de cada ser hasta cualquier acontecimiento social. El misterio est¨¢ en constante regresi¨®n, y para m¨ª es un valor fundamental en la vida. Hay cosas que es mejor no conocer. Yo no quiero saberlo todo, tambi¨¦n quiero dejarme llevar y emborracharme.
P: Ha dicho que el tema principal de su novela es la dignidad. ?Por qu¨¦ le interesa tanto ese concepto?
R: La dignidad surge en cada esquina. Solo hay que verla, es como la belleza o el arte, y consiste en ser capaz de mantener la postura despu¨¦s de sufrir las inclemencias de la vida. Eso me interesa much¨ªsimo, y quiero ser capaz de dirigir mi vida en esa direcci¨®n. Ser capaz de mantener la postura, de ser esa persona que en el metro, cuando alguien est¨¢ siendo agredido, interviene.
P: ?Usted cree que es un valor en alza o a la baja?
R: En alza. No soy nada pesimista: prefiero quedarme con las personas que salen a la calle a reivindicar los derechos, luchar por la sanidad, por la educaci¨®n p¨²blica, en vez de quedarse en casa. Cada vez hay m¨¢s redes de intercambio o apoyo mutuo: lo veo en mi vida cotidiana, y tambi¨¦n las practico.
P: ?Alg¨²n ejemplo que le haya llamado la atenci¨®n?
R: Hace poco, en EL PA?S le¨ª la historia de un matrimonio que desde hace a?os est¨¢n abriendo su casa a inmigrantes sin papeles. Est¨¢n metiendo en el templo que es el hogar a gente que no conocen de nada, y su hijo est¨¢ all¨ª, est¨¢ disfrutando, viviendo con intensidad ese ejemplo. Para m¨ª son h¨¦roes. No hace falta subir al Everest ocho veces en biquini, me parece mucho m¨¢s alucinante aguantar la incomodidad de tener desconocidos en tu casa.
P: Otro tema de la novela es la violencia en un contexto de necesidad extrema. ?Le sorprende que en la situaci¨®n tan grave que vive Espa?a no haya m¨¢s conflictos de los que hay?
Una vida con ritmo propio
Brian Wilson compuso ¡®I just wasn¡¯t made for these times¡¯ (No estoy hecho para estos tiempos) antes de que Jes¨²s Carrasco naciera en 1972, pero la canci¨®n bien podr¨ªa sonar de fondo en el discurso de este extreme?o afincado en Sevilla. Al¨¦rgico a los frenes¨ªes del mundo urbano contempor¨¢neo, Carrasco reivindica los silencios y la lentitud del campo tanto en su vida como en su primera novela, la rural y at¨ªpica Intemperie. No quiere estar en las redes sociales, no quiere ¡°pasar 50 horas metido dentro de una pantalla¡±, y hasta ha osado quitar las alertas del WhatsApp en su m¨®vil. ¡°Cuando me apetece, miro y digo: ¡®Anda, esto me lleg¨® hace tres d¨ªas¡±, dice con sorna. Tambi¨¦n mantiene una huerta que le proporciona excelentes pepinos ¨C¡°es para llevar mi ritmo hacia el de las plantas¡±¨C. Mientras, prepara su segunda novela, que tratar¨¢ otra vez ¡°de cosas poco cibern¨¦ticas, como la relaci¨®n del hombre y la tierra¡±.
R: S¨ª. La respuesta sencilla, la f¨¢cil, es la de la familia. La familia como armaz¨®n social oculto o subestructura que est¨¢ soportando todo eso, esas fricciones. Por otro lado, quiz¨¢ es que somos un pueblo permanentemente invadido y tenemos este car¨¢cter. Un pa¨ªs acostumbrado a una cierta adecuaci¨®n, como esas plantas o animales que de repente tienen un par¨¢sito y lo que hacen es rodearlo con parte de su propia estructura. No puedo contigo, pues te acojo, te tengo aqu¨ª controlado. Mi pregunta o mi duda es qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s. Cuando vuelva el dinero, ?d¨®nde estar¨¢ la educaci¨®n, la sanidad, los derechos? ?D¨®nde estar¨¢n los poderosos? Eso me da mucho miedo, nos va a costar mucho trabajo volver a recuperar lo que ten¨ªamos.
P: Se ha relacionado su novela con el Delibes de Los santos inocentes, pero no tanto con La familia de Pascual Duarte, de Cela, el primer libro que me vino a la cabeza cuando empec¨¦ a leer Intemperie. ?Es una referencia para usted?
R: No. Lo he le¨ªdo, pero ni el libro ni el tremendismo como movimiento literario son una referencia. Es una ¨¦poca de la literatura que me deprime, porque refleja esa Espa?a tan sombr¨ªa, tan polvorienta.
P:Pues su libro es bastante tremendista.
R: S¨ª, s¨ª lo es. Pero la influencia viene m¨¢s del tremendismo norteamericano. He le¨ªdo mucha m¨¢s literatura norteamericana que espa?ola. Los relatos de Carver son dur¨ªsimos, no se salva nadie, todo es atroz, y para que veas un hilito de esperanza¡ Al mismo tiempo son relatos poderosos, bien tramados, que te enganchan, y que a m¨ª me transmiten muchas cosas. Cuando hablo de Carver, hablo de Richard Ford, de John Updike, de John Cheever o de Cormac McCarthy: si acaso, viene de ah¨ª esta visi¨®n un poco l¨²gubre de la realidad.
P: Supongo que su estilo, tan desnudo, tambi¨¦n bebe de esos autores.
R: Ah¨ª yo creo que Carver es el campe¨®n. Hay un cuento suyo que dice: ¡°Un d¨ªa llamaron a mi puerta y encontr¨¦ un hombre con ganchos que quer¨ªa vender una foto de mi casa¡±. El cuento dura un poco m¨¢s, pero por m¨ª se pod¨ªa haber acabado as¨ª. ?l era el rey de la poda, y yo aspiro a ser no el rey ni el pr¨ªncipe, pero s¨ª a ser un buen podador. Quitar, quitar y quitar, y dejar interpretar a los dem¨¢s. Eso es la poes¨ªa tambi¨¦n, que a m¨ª como g¨¦nero me interesa mucho en tanto que ultima precisamente eso, la m¨¢xima imagen con la m¨ªnima expresi¨®n formal.
P: Pero usted no escribe poes¨ªa, ?no?
R: No me atrevo. No tengo coraje, ni tablas. En la poes¨ªa no te puedes escapar, no son 200 p¨¢ginas donde puedes cargar aqu¨ª o all¨¢.
P: ?Es usted tan parco, tan austero y tan esencial como su literatura?
R: Yo no hab¨ªa hablado tanto en mi vida como estos meses. En mi c¨ªrculo ¨ªntimo no soy parco, incluso cuento chistes, pero fuera de ¨¦l soy una persona silenciosa. Ni me gusta hablar por hablar, ni me gusta decir tonter¨ªas. No se confunda esto con solemnidad o seriedad: me encanta re¨ªrme, pero tiendo a hablar poco. Hay un dicho que dice: ¡°Los que saben no hablan, los que hablan no saben¡±. Yo no s¨¦ si cumplo ese axioma, pero procedo de una tradici¨®n silenciosa tambi¨¦n. En casa se ha hablado poco, para bien y para mal.
Me encanta re¨ªrme, pero tiendo a hablar poco. No me gusta decir tonter¨ªas¡±
P: Dice que le encanta re¨ªrse, pero en Intemperie no hay ni una gota de sentido del humor.
R: Me gustar¨ªa, pero el humor es dif¨ªcil. Admiro tanto a Eduardo Mendoza, a Tom Sharpe, a Shakespeare, a Oscar Wilde¡ Mendoza dice que siempre ha sido un g¨¦nero denostado, y yo a?ado que adem¨¢s es un g¨¦nero complicad¨ªsimo. A lo mejor, porque hay pocos escritores capaces de asumirlo con solvencia, directamente se desprecia. Si en mis pr¨®ximas novelas voy incorporando el humor, significar¨¢ que voy ganando aptitudes como escritor. Quiz¨¢ mi ¨²ltima obra sea desternillante, la que haga antes de jubilarme.
P: Tiene una imagen contundente. ?Puede un escritor serio cultivar su look?
R: Pues yo te dir¨ªa que, lejos de cultivarlo, todo lo contrario. Mi calva no procede del cultivo, sino m¨¢s bien de la falta del mismo: voy calvo porque se me cay¨® el pelo hace 15 a?os, y es muy triste ir con una loncha. Y el bigote, pues llevo casi 20 a?os con ¨¦l. Me lo dej¨¦, me lo quit¨¦ y me dije: ¡°Vaya cara de tonto¡±. As¨ª que al final se qued¨® ah¨ª. Pero no es premeditado, llevo as¨ª toda mi vida. Prometo dejarme el pelo largo para la pr¨®xima novela.
P: La peluca es otra opci¨®n.
R: O los implantes.
P: ?Proviene usted de un ambiente rural como el de su libro?
R: La mitad de mi vida la he pasado en el campo. Nac¨ª en Olivenza, un pueblo de Badajoz que est¨¢ en la frontera con Portugal. Cuando ten¨ªa cuatro a?os, mi familia se traslad¨® a Torrijos, un pueblo de Toledo. He pasado mi vida entera dando tumbos por los caminos, subi¨¦ndome a los ¨¢rboles, construyendo caba?as, cazando perdices a mano y conejos con hurones, haciendo ese tipo de cosas que se hacen en los pueblos. Es la tierra que amo, es mi lugar en el mundo en cierto modo. En el libro hay un inter¨¦s por dignificar lo rural. Se nos olvida muchas veces que Espa?a es mucho m¨¢s que Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia. Ves el telediario, donde los reporteros cogen a la gente debajo de la redacci¨®n, y parece que Espa?a es la calle de O¡¯Donnell de Madrid. Pues no: hay gente que vive de otra manera. Pero desde el desarrollismo de los cincuenta y sesenta, el foco de los medios est¨¢ en las ciudades y parece que lo dem¨¢s no existe.
En el libro hay un inter¨¦s por dignificar lo rural. es la tierra que amo¡±
P: La gente de ciudad tendemos a pensar que nos vamos a aburrir en sitios as¨ª porque nunca pasa nada.
R: Vivir en el campo es muy duro. Pero yo invito al urbanita a que vaya al campo no a visitar, sino a experimentar cosas que en la ciudad son dif¨ªciles de probar: el horizonte, la nada, el vac¨ªo, el aburrimiento, soportarse a uno mismo, mirar alrededor, bajarse un poco de este frenes¨ª en el que vivimos. Yo encuentro ah¨ª cosas importantes de la vida, ya no simplemente paz.
P: ?Por ejemplo?
R: Entender qui¨¦n es uno mismo, tener capacidad para verse, para pensar un poco, para no verse interrumpido, para tener paciencia. Virtudes todas muy ¨²tiles, incluso en la ciudad. La paciencia es necesaria para vivir en pareja, para negociar, para no volverse loco en un atasco de tr¨¢fico¡ Para cualquier situaci¨®n en la que puedas ponerte en el lugar del otro en vez de gritarle.
P: Pues nuestra civilizaci¨®n parece ir justo en el sentido contrario.
R: Yo veo que ya no podemos estar parados. Antes, hace siete a?os, cuando no hab¨ªa smartphones, la gente iba en el metro leyendo, dormida o mirando a la nada, y ahora nadie va as¨ª. Parece que ese tiempo hay que aprovecharlo, como si lo perdi¨¦ramos. Me parece una obsesi¨®n atroz, atroz para construirte. La vida es un crecimiento, somos maestros de nosotros mismos, y el objetivo es que el ¨²ltimo de nuestros d¨ªas seamos nuestra mejor versi¨®n gracias a lo que hemos sido capaces de atesorar y eliminar a lo largo de nuestra vida. Y para eso hace falta tiempo, hace falta atenci¨®n, hace falta una serie de cosas que se nos est¨¢n yendo de las manos.
P: Pero ahora vive en Sevilla, una gran ciudad.
R: Vivo en el centro peatonalizado. No tengo coche y voy andando o en bici a todas partes. Me mud¨¦ aqu¨ª por mi mujer, que es sevillana. Cuando vine, hace nueve a?os, ella ten¨ªa m¨¢s dif¨ªcil laboralmente moverse a Madrid y yo trabajaba de freelance. La t¨ªpica cosa que es temporal y al final te quedas.
P: Trabajaba como redactor publicitario.
R: De redactor publicitario, dise?ador cutre, contabilidad, paqueter¨ªa.
P: ?Alguna campa?a de la que se sienta orgulloso?
R: S¨ª, pero son muy chicas. Casi toda mi vida publicitaria he trabajado para Bankinter de una u otra manera, y hay campa?as de las que me siento ?orgulloso, pero que nadie recordar¨ªa: solo las han visto clientes del banco en su casa.
P: ?Y se puede mantener la dignidad haciendo publicidad para un banco hoy d¨ªa?
R: Hoy d¨ªa no lo s¨¦, y en aquella ¨¦poca tampoco lo s¨¦. Al principio yo sufr¨ªa mucho con esto e iba a trabajar con sensaci¨®n de culpa. Un d¨ªa me encontr¨¦ con una profesora de Filosof¨ªa que me pregunt¨® a qu¨¦ me dedicaba. Le dije que a la publicidad, y ella me respondi¨® que era una manera bonita de difundir belleza. Entonces empec¨¦ a verlo desde otro punto de vista. No me quito mi responsabilidad, yo tambi¨¦n he formado parte del engranaje y vend¨ªa cosas que jam¨¢s habr¨ªa comprado, pero tambi¨¦n aprend¨ª que nosotros no obligamos a nadie a comprar. No creo en este discurso de ¡°somos v¨ªctimas de la publicidad, somos v¨ªctimas de la prensa, somos v¨ªctimas del sistema, de la pol¨ªtica¡±, etc¨¦tera. A nadie se le ha obligado a coger una hipoteca, a nadie se le ha obligado a comprarse un coche. La gente lo hace porque quiere o porque no pone los filtros suficientes a aquellos est¨ªmulos que le vienen y le dicen: ¡°Compra esto¡±. Tambi¨¦n es verdad que ha habido ejemplos ya no de sugesti¨®n, sino de enga?o, como las preferentes. Pero eso ya no es la publicidad, es un director de un banco que dice: ¡°Manolo, mira lo que tengo aqu¨ª que es un 2% y luego es un 26%¡±. Eso es una estafa.
P: Estuvo mucho tiempo escribiendo antes de mandar nada a una editorial. ?Tan malo era?
Si el ¨¦xito hubiera llegado antes, me habr¨ªa vuelto un poco m¨¢s loco¡±
R: Claro. Al mismo tiempo que hay una responsabilidad en el que puede comprarse una tele y no la compra, tambi¨¦n hay una responsabilidad en el que dice: ¡°Bueno, tengo una novela, pero no tengo por qu¨¦ publicarla. No la publico porque me parece mala¡±. Pero es duro pasarte seis meses y medio escribiendo algo y, al acabar, pensar que es una casta?a.
P: ?Tiene muchos cad¨¢veres de ese tipo?
R: Unos cuantos. Un peque?o mausoleo.
P: ?Cree que lo que ha pasado con Intemperie le ha llegado en un buen momento, a los 40?
R: S¨ª. Con 40 a?os tienes cierta madurez: est¨¢s m¨¢s tranquilo, pero al mismo tiempo sigues teniendo fuerza, coraje y br¨ªo. Si hubiera llegado antes, me habr¨ªa vuelto un poco m¨¢s loco, me lo habr¨ªa tomado de una manera m¨¢s personal y habr¨ªa cre¨ªdo cosas de m¨ª que a lo mejor no son verdad. As¨ª que yo me siento ahora en un momento perfecto para disfrutar de esto y seguir pensando que la vida es maravillosa y que a veces las cosas salen.
P: ?Ha cambiado su vida cotidiana?
R: S¨ª ha cambiado en cuanto a que ahora viajo y todo eso, pero cuando vuelvo a casa todo sigue exactamente igual. Y quiero que sea as¨ª, porque lo necesito. Vuelvo a ser el padre de mi hija y hago las cosas que se hacen en casa: fregar los platos, hacer chapuzas con mi cu?ado en su casa o trabajar con las manos en la huerta.
P: Pero imagino que escribir ser¨¢ m¨¢s grato que trabajar como publicista.
R: Toda mi vida laboral ha estado basada en recibir palos, porque en la publicidad te est¨¢n rechazando proyectos constantemente. En esta otra parte de mi vida laboral que es la escritura abundan m¨¢s los elogios que los palos. Creo que ninguna de las dos cosas te tiene que arrastrar: hay que disfrutar en la medida de lo posible de todo lo que se pueda. Yo no me voy a quejar de firmar libros, no me voy a quejar de tener que viajar o de que me pregunten siempre lo mismo.
P: Como periodista, se lo agradezco.
R: Mira a la gente que trabaja en el metro, a los barrenderos, a los oficinistas que vienen de M¨®stoles a las seis de la ma?ana y se van a su casa a las nueve de la noche, a los de los invernaderos de El Ejido o a los de los andamios. Esa gente quiz¨¢ tenga alg¨²n motivo serio para quejarse. Yo no.
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