El arte de comparecer
Recorrido por la historia de un significado que se ha ido adaptando al inter¨¦s de los pol¨ªticos
Los pol¨ªticos hablaban hasta hace poco ante los periodistas en rueda de prensa. Ahora comparecen. Comparecen en un accidente ferroviario, comparecen ante el Congreso, comparecen en el juzgado¡ Comparecen con preguntas o sin ellas. Pero comparecen.
Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n s¨ª que las admiti¨® el 24 de julio, al presentarse as¨ª ante los informadores: ¡°Comparezco ante ustedes para explicarles que renunciar¨¦ a la presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa¡±. Y el hecho de que unas veces se admitan las preguntas y otras no, sirve adem¨¢s para que el sustantivo ¡°comparecencia¡± y el verbo ¡°comparecer¡± no se vean da?ados por connotaci¨®n peyorativa alguna.
En el verano de 1975, un redactor de La Voz de Castilla escribi¨® una broma bajo una foto que retrataba al entonces gobernador civil de Burgos, Jes¨²s Gay Ruid¨ªaz, al salir del coche oficial para supervisar las tareas de los bomberos que luchaban contra el fuego en un monte cercano a O?a (donde ardieron 600 hect¨¢reas). El texto del pie dec¨ªa: ¡°El gobernador civil llega a la inauguraci¨®n del incendio¡±. Entonces no se comparec¨ªa, pero se inauguraba mucho. La broma no lleg¨® a imprimirse, claro.
El Diccionario defin¨ªa en 1729 la comparecencia como el acto de presentarse ante el juez
La presencia p¨²blica de los altos cargos de ahora recuerda algo a todo aquello, porque el m¨¦rito no reside en lo que puedan explicar, sino en el mero hecho de comparecer. Tras la tragedia del tren de Santiago, hubo mucha comparecencia de pol¨ªticos, que observaron en la misma v¨ªa f¨¦rrea las consecuencias del accidente. Mucha comparecencia y pocas explicaciones. Y llama la atenci¨®n este cambio en el viejo verbo ¡°comparecer¡±, antes estrictamente jur¨ªdico y ahora polivalente y manejable a gusto del compareciente.
El primer Diccionario acad¨¦mico defin¨ªa as¨ª, en 1729, la voz ¡°comparecencia¡±: ¡°El acto de comparecer y presentarse uno ante un juez o superior, en cumplimiento del orden que se le ha intimado¡±. Y similar sentido se daba al verbo ¡°comparecer¡±. Lejos de diluirse ese barniz legal, fue reforz¨¢ndose. As¨ª, en 1956 ¡°comparecer¡± sigue circunscrito al terreno jur¨ªdico pero con un matiz adicional importante: se comparece en virtud de un llamamiento.
El Diccionario de 1992 mantiene el uso de ¡°comparecencia¡± reducido al campo del derecho, si bien a?ade al verbo ¡°comparecer¡± la innovadora acepci¨®n de ¡°aparecer inopinadamente¡±, quiz¨¢s por influencia del ingl¨¦s to appear, que significa tanto aparecer como comparecer; y que persiste en la vigente edici¨®n de 2001 (en la que desaparece por tanto el matiz de que para comparecer hace falta ser convocado). En esa ¨²ltima edici¨®n se a?ade asimismo en ¡°comparecencia¡± una acepci¨®n con el adjetivo ¡°parlamentaria¡±: ¡°Presentaci¨®n del Gobierno, de sus miembros, as¨ª como de otros cargos, ante los ¨®rganos parlamentarios a efectos de informe y debate¡±.
Otros art¨ªculos de esta serie
El corpus acad¨¦mico del espa?ol desde los or¨ªgenes del idioma hasta el a?o 1975, que recoge miles de obras literarias y de documentos escritos, y que consta de 250 millones de registros, anota 226 usos de ¡°comparecencia¡±. Todos se refieren al ¨¢mbito del derecho, o al menos a una cierta formalidad legal.
En el corpus del espa?ol actual (desde 1975), con 160 millones de registros, el 83% de los 1.712 casos (seg¨²n la propia estad¨ªstica del banco de datos) corresponde a ¡°prosa jur¨ªdica¡±, lo que no excluye que en los restantes se use tambi¨¦n en un contexto relativo a los juzgados o al Parlamento.
Como consecuencia de todo ello, la voz ¡°comparecencia¡± en el actual Diccionario ofrece cuatro acepciones, todas con la marca ¡°Derecho¡±: ¡°Acci¨®n y efecto¡± de comparecer, y ¡°personaci¨®n¡± o ¡°audiencia¡± en un proceso, adem¨¢s de la ya referida ¡°comparecencia parlamentaria¡±.
Vemos por tanto la evoluci¨®n experimentada: En un principio, ¡°comparecencia¡± y ¡°comparecer¡± se aplicaban a quien acude ante el juez o ante un superior al que se rinden cuentas; m¨¢s tarde se a?adi¨® el Parlamento, y siempre se comparec¨ªa despu¨¦s de ser convocado o llamado.
En el ¨²ltimo tramo de este trayecto sem¨¢ntico, a los dos poderes anteriores (judicial y legislativo) se ha incorporado otro, ¡°el cuarto poder¡±: la prensa. Pero no se comparece ya por iniciativa ajena. As¨ª como el juez y el Parlamento convocan, los periodistas son convocados. El compareciente no es llamado, sino que llama. A su voluntad y a su antojo.
Ahora el compareciente no es convocado por otro, sino que convoca ¨¦l a su antojo y voluntad
Dentro de la misma maniobra, la expresi¨®n ¡°rueda de prensa¡± se va arrinconando para dejar paso a esta ¡°comparecencia¡± voluntaria. El compareciente, adem¨¢s, suele explicarse de pie, con tribuna o atril, en posici¨®n superior. No con la cabeza a similar o inferior altura como suceder¨ªa en el juzgado. Para eso es un alto cargo, para estar en alto.
He ah¨ª el remate en la transformaci¨®n interesada de la palabra, que ahora ocupa ¨ªntegramente el espacio ¡ªtanto jur¨ªdico como general¡ª que antes correspond¨ªa a ¡°personarse¡±. En un principio, comparec¨ªa un ciudadano ante un juez que le convocaba y le interrogaba. Y ahora puede comparecer una autoridad ante quien ella decida, sin convocatoria de nadie y acaso sin contestar preguntas, como en las inauguraciones de anta?o. Sin embargo, ¡°comparecencia¡± y ¡°comparecer¡± guardan el viejo prestigio de la formalidad y la rendici¨®n de cuentas. Jugada redonda.
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