Ojo con la deuda
El Gobierno debe vigilar el gasto y buscar m¨¢s ingresos para controlar unas cifras peligrosas
La deuda p¨²blica espa?ola se encaram¨® el pasado junio al 90,3% del PIB, lo que significa que las Administraciones deben una cuant¨ªa casi equivalente a la producci¨®n global de la econom¨ªa en un a?o. Este desbordamiento del 90% es especialmente significativo por dos motivos. Primero, porque supone que Espa?a supera por vez primera la media de la deuda de los 28 Estados miembros de la Uni¨®n Europea (UE), cuando hace seis a?os, en 2007, luc¨ªa uno de los mejores guarismos, al superar apenas el 36%. Y segundo, porque el 90% se ha venido considerando por algunas escuelas de economistas y pol¨ªticos como una frontera peligrosa, a partir de la cual el crecimiento econ¨®mico tender¨ªa a caer en picado. Es cierto que el debate acad¨¦mico ha ido matizando severamente la proposici¨®n inicial de quienes la formularon, pero el 90% no deja de constituir una cierta barrera psicol¨®gica, que nos recuerda que el tama?o del endeudamiento ni puede (porque los mercados no lo permiten) ni debe (porque su coste resulta exponencial) ser ilimitado: la factura de los intereses de la deuda superar¨¢ largamente este a?o el coste de la financiaci¨®n del desempleo.
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Resulta oportuno matizar. No es lo mismo que la deuda p¨²blica est¨¦ mayormente en manos de los residentes (como sucede en Jap¨®n, que duplica largamente el nivel espa?ol, y en menor medida en Italia) que en el exterior (caso de Espa?a), porque en esta ¨²ltima tesitura los bonos y otros instrumentos p¨²blicos son m¨¢s vulnerables a los temores y/o caprichos de los mercados internacionales, y de sus agentes menos bondadosos. Ni tampoco es lo mismo que la deuda se genere para financiar un gran programa de inversiones, cuyos resultados se supone que contribuir¨¢n a su pago, que se origine porque no hay m¨¢s remedio. Este es el caso espa?ol, tributario de una crisis feroz, que ha generado unos d¨¦ficits p¨²blicos demasiado cuantiosos, casi autom¨¢ticamente convertidos en deuda. Va a ser dif¨ªcil que el Gobierno cumpla sus propias previsiones de situar la deuda en el 91,4% a fin de a?o, dado que la Administraci¨®n central ya ha consumido en el primer semestre todo su margen de d¨¦ficit para el ejercicio.
De modo que lo m¨¢s probable es un aceler¨®n adicional del endeudamiento en los pr¨®ximos meses. No estamos a¨²n en un punto de gravedad extrema, ni en una situaci¨®n de no retorno. La deuda es un mecanismo para periodificar las situaciones adversas, y que por suerte el coste de las emisiones va descendiendo al comp¨¢s de la reducci¨®n de la prima de riesgo. Esa mejora no deber¨ªa dilapidarse por la incapacidad de sujetar las cuentas p¨²blicas. Esta es la alarma que conviene encender: conviene no endeudarse m¨¢s a consecuencia de una dejaci¨®n en el control del gasto y de un abandonismo en la persecuci¨®n de un mayor ingreso, sobre todo mediante la lucha contra el fraude fiscal. Ojal¨¢ pudiera decirse que la deuda aumenta porque ha aumentado la inversi¨®n p¨²blica, sobre todo la m¨¢s productiva, y por tanto hay que financiarla. Pero, a todas luces, no es eso lo que hay.
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