Denise Scott Brown toma la palabra
En 1973, Denise Scott Brown escribi¨®: ¡°La profesi¨®n de arquitecto tiene muchas similitudes con el club para caballeros¡±. Cuarenta a?os despu¨¦s, ?han cambiado mucho las cosas?
A media carrera Denise Scott Brown (Nkana, Zambia, 1931) se cas¨® con su colega Robert Venturi, ¡°unimos nuestras vidas profesionales justo cuando la fama (aunque no la fortuna) le golpeaba: vi c¨®mo fue manufacturado como gur¨² arquitect¨®nico hasta cierto punto a partir de nuestro trabajo conjunto y del de nuestro despacho¡± cuenta en la antolog¨ªa de art¨ªculos Armada de palabras que este a?o ha traducido Arquine.
Cuando Denise Scott Brown y Robert Venturi se casaron en 1967 ella era profesora titular en la Escuela de Arquitectura de UCLA. Ten¨ªa un historial de publicaciones y alumnos entusiasmados. A pesar de eso, y a pesar de que fue ella la que invit¨® a su socio y marido a viajar a Las Vegas (de donde saldr¨ªa el m¨ªtico libro Aprendiendo de Las Vegas) tuvo que escuchar cosas como ¡°en la oficina pens¨¢bamos que era Bob el que escrib¨ªa usando tu nombre¡±. Tuvo que leer tambi¨¦n una cita alabando en Venturi ¡°el descubrimiento del entorno americano cotidiano¡± escrita en 1979 por el mismo cr¨ªtico que, en 1971, hab¨ªa juzgado deficiente que Venturi compartiera el inter¨¦s de su mujer por el paisaje cotidiano.
Ha sido mucho lo vivido por Scott Brown. De trivialidades sociales tras una cena -¡°Querida, dejaremos a los arquitectos reunirse entre ellos¡±- a ¡°A m¨ª me complacer¨ªa si mi trabajo fuera atribuido a mi esposo¡±. Tanto que ella misma concluye que los arquitectos no pueden permitirse cr¨ªticos hostiles y que ¡°de cualquier manera me empieza a desagradar mi propio personaje hostil¡±.
Por eso en otro art¨ªculo, Sexismo y star system en arquitectura, escrito en 1989, m¨¢s que denunciar su situaci¨®n combatiendo lo hace explicando las dudas que ese trato despierta en ella, sobre si su esposo es mejor dibujante (cosa que asegura es cierta) o sobre si es una pensadora floja (cosa que querr¨ªa pensar que no es cierta). En ese mismo escrito admite errores. Cuenta que en la charla que dio en 1973, sobre sexismo y star system, en la Alliance of Women in Architecture solo dej¨® entrar mujeres ¡°por las mismas razones emocionales que hacen que los movimientos nacionalistas al principio sean separatistas¡±.
Finalmente, saca conclusiones: ¡°Aunque la arquitectura es tanto una ciencia como un arte, los arquitectos triunfan o fracasan en su propia estima y en las de sus coet¨¢neos por ser ¡®buenos dise?adores¡¯. ¡°El gur¨², como figura paterna arquitect¨®nica, est¨¢ sujeto a amor y odio intensos; pero no hay gur¨²s papi y mami. El cr¨ªtico hacedor de leyes es, por supuesto un var¨®n. Parecer¨ªa un loco si apoyara a una mujer y, si lo hiciera, su mujer se opondr¨ªa¡±.
El fin de los gur¨²s es el principio de la responsabilidad, tambi¨¦n de la humanizaci¨®n de la arquitectura: ¡°Con los a?os me he dado cuenta de que quienes causan mis experiencias dolorosas son ignorantes y vulgares. Son los cr¨ªticos que no han le¨ªdo lo suficiente y clientes que no saben por qu¨¦ acuden a nosotros. Al contrario, acad¨¦micos cuyo trabajo respetamos y clientes cuyos proyectos nos intrigan no tienen ning¨²n problema entendiendo mi papel. Ellos son los sofisticados. A trav¨¦s de ellos he ganado valor, he logrado hacer mi trabajo y he llegado a alcanzar el respeto por m¨ª misma¡±.
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