Transici¨®n en espera
El Ej¨¦rcito egipcio debe dar los pasos para cerrar la crisis e impulsar la reconciliaci¨®n
Mes y medio despu¨¦s del golpe que sac¨® del poder al islamista Mohamed Morsi, y tras la semana m¨¢s sangrienta de la historia reciente de Egipto, el Ej¨¦rcito se ha hecho con el control del pa¨ªs. Golpeados por una represi¨®n que ha causado un millar de muertos, y con sus dirigentes detenidos, los Hermanos Musulmanes est¨¢n neutralizados, al menos de momento. Las esperanzas que se abrieron con el arranque de la primavera ¨¢rabe en 2011 se desinflan, y el pa¨ªs parece regresar al punto de partida. Impresi¨®n reforzada con la excarcelaci¨®n del exdictador Hosni Mubarak, que habiendo cumplido su periodo de prisi¨®n preventiva, ha quedado en arresto domiciliario a la espera ser juzgado por diversos cargos.
As¨ª las cosas, la suerte de Egipto est¨¢ en manos de los militares. En realidad nunca dej¨® de estarlo. Son el estamento m¨¢s poderoso y se han convertido en el fiel de la balanza. El Ej¨¦rcito fue decisivo cuando las multitudes exigieron en las calles la salida de Mubarak, y ha vuelto a serlo cuando las multitudes reclamaron la salida de Morsi.
La ¡°contrarrevoluci¨®n¡±, de hecho, empez¨® mucho antes del golpe, el pasado 3 de julio: se inici¨® cuando el primer presidente salido de unas elecciones libres traicion¨® a sus votantes y secuestr¨® el incipiente proceso democr¨¢tico para intentar imponer un Estado isl¨¢mico que no deseaban sus compatriotas, como ha demostrado el respaldo mayoritario recibido ahora por el Ej¨¦rcito. En el poder, y fuera de ¨¦l, los Hermanos Musulmanes han rechazado todo intento de di¨¢logo. Apelan al martirio antes que a la b¨²squeda de un compromiso pol¨ªtico.
De ah¨ª la prudencia (tibieza, en opini¨®n de muchos) mostrada por EE UU y la UE, que han cubierto el expediente sancionador con la suspensi¨®n de unos ejercicios militares y la retenci¨®n de equipos de seguridad. Occidente ha optado por esperar al desarrollo de los acontecimientos.
Editoriales anteriores
Queda por ver si el nuevo hombre fuerte, el general Al Sisi, act¨²a con lealtad a una poblaci¨®n ya bastante castigada y, adem¨¢s de intentar estabilizar una econom¨ªa a la deriva, cumple su compromiso de organizar un refer¨¦ndum constitucional (el borrador de la reforma ya est¨¢ listo), seguido de elecciones legislativas y presidenciales. Lo que est¨¢ claro es que los Hermanos Musulmanes, apoyados por una cuarta parte de los egipcios, no pueden ser borrados del mapa pol¨ªtico. Resta?ar las heridas y frenar la espiral de resentimiento y violencia requiere la colaboraci¨®n internacional, especialmente de Arabia Saud¨ª, fiel aliado de los militares, y Catar, valedor de los Hermanos Musulmanes.
Es temprano para dar por muerta la primavera egipcia (recordemos el tiempo y la sangre que cost¨® para Europa el largo camino a las libertades). En todo caso, pronto se sabr¨¢ si el Ej¨¦rcito pretende reconducir una transici¨®n o retornar al viejo orden. En ese caso, m¨¢s pronto que tarde las calles volver¨¢n a estallar.
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