Egipto, la nueva dictadura
El riesgo de un enfrentamiento entre civiles no justifica un golpe militar
Si las elecciones que llevaron al poder a Morsi ¡ªprimer presidente elegido en Egipto¡ª las hubieran ganado los liberales ¡°laicos¡±, y si, despu¨¦s de muchos errores, los Hermanos Musulmanes hubieran instigado al Ej¨¦rcito a una insurrecci¨®n como la producida el 3 de julio, ?la hubi¨¦ramos llamado en Occidente ¡°golpe de Estado¡±? Seguro que s¨ª. Inmediatamente. Pero las elecciones las gan¨® un islamista y ni Estados Unidos ni los pa¨ªses europeos fueron capaces de llamar ¡°golpe de Estado¡± a lo que lo es indudablemente. No cabe duda que esta actitud inicial pasiva dio alas al general Al-Sisi.
Lo que sucedi¨® es que un presidente elegido por los ciudadanos fue derribado por la fuerza, y est¨¢ detenido y aislado de cualquier asistencia legal desde entonces. El partido ganador en las elecciones ha sido descabezado por completo y muchos de sus seguidores han sido eliminados por el Ej¨¦rcito, que ha utilizado los fusiles frente a multitudes indefensas. Se ha producido, indudablemente, un golpe de Estado sangriento, imposible de justificar o de entender, por muchos errores que Morsi cometiera ¡ªque los ha cometido y graves en un proceso de transici¨®n a la democracia¡ª, por mayor o menor apoyo popular que posea el golpe, o por ¡°complejo¡± que parezca.
Los golpes militares son siempre complejos y cuentan con apoyos civiles, antes o despu¨¦s del golpe, sobre todo si triunfan, pero la cuesti¨®n no es esta, porque el hecho inaceptable es que los ej¨¦rcitos gocen de autonom¨ªa de decisi¨®n pol¨ªtica y se erijan en ¨¢rbitros de los destinos del pa¨ªs. El drama de Egipto, adem¨¢s, es que el Ej¨¦rcito nunca ha abandonado el poder real, es un Estado dentro del Estado, con fuertes posiciones econ¨®micas.
El hecho de que exista un riesgo de enfrentamiento entre civiles no justifica un golpe militar, pues en ese caso ser¨ªa muy f¨¢cil provocarlos, como sabemos muy bien en Espa?a. La verdad es que quienes ahora se han puesto del lado de los militares hab¨ªan perdido las elecciones, entre otras cosas porque no supieron encontrar un candidato con el grado de unidad suficiente como para batir a los organizados Hermanos Musulmanes, que vencieron con claridad. Entre otras cosas porque se ocuparon, a su manera, a trav¨¦s de las mezquitas, de problemas de la gente, cosa que, por supuesto, no hac¨ªa la dictadura ni los militares, ante la inexistencia de un m¨ªnimo Estado social.
Lo inaceptable es que los ej¨¦rcitos gocen de autonom¨ªa de decisi¨®n pol¨ªtica y se erijan en ¨¢rbitros de los destinos del pa¨ªs
El golpe militar, se dio, pues, contra una decisi¨®n mayoritaria, muy reciente; contra un Gobierno legitimado en las urnas. Esto, para Blair ¡ªque ha justificado el golpe¡ª, parece no tener importancia, como no la tuvo su inaceptable apoyo en la guerra de Irak. Pero no estamos ante una intervenci¨®n militar para traer la democracia, como la que protagonizaron los capitanes de abril en Portugal, ni tan siquiera una acci¨®n para evitar una dictadura, pues aunque Morsi tom¨® decisiones que alejaban al pa¨ªs de una direcci¨®n no religiosa de la pol¨ªtica, elabor¨® una constituci¨®n sin consenso y frustr¨® las aspiraciones de los que lucharon contra Mubarak en la plaza de Tahrir, no es cierto que estableciera una dictadura ¡°islamista¡±, pusiera fuera de la ley o encarcelara a los adversarios pol¨ªticos, lo que habr¨ªa podido explicar una intervenci¨®n libertadora. Por eso, la posici¨®n de equidistancia que las autoridades de la Uni¨®n parecen expresar advirtiendo de violencia en ambas parte, nada tiene que ver con la realidad.
No solo eso. La din¨¢mica actual se encamina hacia una encrucijada: o se vuelve a la legitimidad democr¨¢tica o en Egipto se impondr¨¢ una dictadura. La experiencia de los procesos de transici¨®n a la democracia, despu¨¦s de los largos periodos de dictadura, demuestran que, o se produce un acuerdo entre las fuerzas pol¨ªticas con el fin de establecer una constituci¨®n que sea v¨¢lida para todos, o la confrontaci¨®n, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, est¨¢ servida. El gran error de los Hermanos Musulmanes, llevados de su mayor¨ªa y del sectarismo religioso, es no haber tenido en cuenta esa elecci¨®n, pero ello no justifica un golpe militar para establecer una dictadura.
La UE debe exigir a los militares la devoluci¨®n del poder a los civiles en unas elecciones libres e inmediatas
La tesis que se mantiene en Bruselas y en Washington sobre la importancia de la estabilidad en la zona y, para ello, mantener canales de comunicaci¨®n abiertos con las dos partes en conflicto, lo que justificar¨ªa la timidez occidental en el tratamiento de la insurrecci¨®n, no se sostiene f¨¢cilmente. Primero, porque los generales no tienen intenci¨®n alguna de contar con los Hermanos Musulmanes, a los que han descalificado llam¨¢ndolos ¡°terroristas¡±. Segundo, porque dif¨ªcilmente los que ganaron las elecciones van a ver en la Uni¨®n Europea un interlocutor fiable. Tercero, porque va contra los intereses de Europa una confrontaci¨®n irreversible en la sociedad egipcia, como la que han desencadenado los militares, favoreciendo el predominio de la opci¨®n violenta en las filas islamistas (Al Qaeda ya parece haberse apuntado). Ya vimos las consecuencias de este tipo de intervenciones en el caso de Argelia, con a?os de guerra civil larvada y cientos de miles de muertos, despu¨¦s del golpe militar contra los islamistas que hab¨ªan ganado las elecciones.
Hay que hacer una consideraci¨®n m¨¢s. La Uni¨®n Europea y Estados Unidos no mantienen exactamente la misma posici¨®n pol¨ªtica geoestrat¨¦gica en Egipto. La ayuda militar que Estados Unidos da a Egipto (1.300 millones de d¨®lares cada a?o) tiene objetivos de pol¨ªtica exterior y defensa cuya entidad, como es sabido, es de distinta naturaleza de la visi¨®n de la Uni¨®n Europea, mas ¡°civil¡± por as¨ª decirlo. La pol¨ªtica exterior de esta ha de tener como punto nuclear la defensa y promoci¨®n de los derechos humanos, las libertades y el Estado de derecho. Por esa raz¨®n, cuando se inici¨® lo que se vino en llamar primavera ¨¢rabe, la Uni¨®n reconoci¨® que su tolerancia anterior con los dictadores ¡°no islamistas¡± del norte de ?frica no hab¨ªa sido la mejor decisi¨®n. De ah¨ª que se pusiera en marcha una estrategia nueva: ¡°M¨¢s por m¨¢s¡±. Es decir, si hay progresos democr¨¢ticos habr¨¢ m¨¢s ayuda y m¨¢s implicaci¨®n de la Uni¨®n.
La aplicaci¨®n a Egipto de esta estrategia ha brillado por su ausencia por el momento. Suspender la entrega de armas al Ej¨¦rcito egipcio, aunque tard¨ªa, es positiva. Pero esto es una gota en el oc¨¦ano de los 12.000 millones de d¨®lares que Kuwait, los Emiratos ?rabes y Arabia Saud¨ª ya han comprometido a los militares golpistas.
Lo que la Uni¨®n Europea debi¨® de hacer desde el minuto cero del golpe es condenarlo con firmeza y mostrar su total incompatibilidad con los actos de violencia extrema que perpetr¨® el Ej¨¦rcito y con una dictadura militar como la que de hecho existe ahora en Egipto. Y lo que debe hacer ahora es exigir a los militares la devoluci¨®n del poder a los civiles a trav¨¦s de unas elecciones libres e inmediatas con la participaci¨®n de todas las fuerzas pol¨ªticas egipcias, sin excepciones y en igualdad de condiciones. Esto es lo que verdaderamente fortalece nuestra posici¨®n en la primavera ¨¢rabe. Y en el resto del mundo.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas y Diego L¨®pez Garrido es diputado y presidente del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundaci¨®n Alternativas.
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